Lecciones básicas sobre la vida cristiana práctica.

No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?”.

2 Corintios 6:14.

En relación a la elección de cónyuge, los hermanos y hermanas jóvenes deberían estar abiertos y sin prejuicios ante Dios, abordando el tema de manera objetiva y no subjetiva. El ser muy subjetivo hace que el corazón y la mente estén muy apasionados para permitir ver con claridad, o para verlo todo. Es importante aprender a mantener la calma y la objetividad, y meditar todo con reposo delante del Señor. No tomar ninguna determinación en el solo impulso de la emoción.

Un cristiano puede ingresar al matrimonio pero no puede salirse de él. Los cristianos no podemos comportarnos como la gente del mundo que fácilmente se casa y de igual manera se divorcia. No podemos salir fuera. Por lo tanto, antes de casarse, considérenlo cuidadosamente.

Deseo mencionar algunas condiciones básicas para elegir a un compañero, yendo desde lo exterior a lo interior, con la esperanza de que los hermanos y hermanas jóvenes puedan examinarlas tranquilamente, una a una, ante Dios.

La atracción natural

El matrimonio entre Jacob y Raquel se concretó con más facilidad que el de Jacob y Lea, porque aquél estaba basado en el afecto natural. No debemos despreciar el atractivo natural. Al elegir un compañero, no todo hermano o hermana es idóneo. Ser hermanos en la fe no implica una cuestión de atracción, pero el unirse en matrimonio requiere la consideración de varios factores, uno de los cuales es la atracción.

Cuando tú estás eligiendo pareja, tienes que amar el estar con la otra persona y disfrutar de su compañía. No se trata solo de soportar su presencia, sino que debe haber placer en estar juntos. Si no disfrutas de su compañía, no debes casarte, porque una sola condición básica no es suficiente. Por otra parte, tal deleite de aquella compañía no será algo temporal; más bien, debería ser de larga duración. Ambos deben sentir que, aun después de treinta o cincuenta años, aún les gustará estar juntos.

Salud

Para que un matrimonio prospere, creo que tanto el hombre como la mujer deberían ser relativamente sanos. Ninguno de ellos debe estar gravemente enfermo; puesto que en un momento de prueba extrema la carga puede llegar a ser insoportable.

Herencia

El matrimonio debe ser considerado fríamente desde un punto de vista a largo plazo. Por lo tanto, la cuestión de la herencia debe ser tenida en cuenta. Debes considerar la salud de sus antepasados, así como la de tu cónyuge potencial.

Trasfondo familiar

Un proverbio occidental dice: «Me caso con ella, no con su familia». Esto no es del todo cierto, ya que cuando una joven se casa, su familia también suele hacerse presente.

En mayor o menor grado, una persona es influenciada por su familia. Al considerar el matrimonio, se debe prestar atención a la norma moral de la familia de la otra persona. ¿Son ellos de ideas nobles? ¿Qué tan estricto es el estándar que mantienen? ¿Cuál es la actitud de los hombres hacia las mujeres, y viceversa? Analizando detalles como éstos, se puede deducir con seguridad cómo será su futuro hogar.

Un hijo o una hija que vivió bajo la educación de su familia durante veinte años más o menos, inconscientemente, llevará al nuevo hogar las formas de su casa paterna. Esto ocurrirá aun si él o ella están insatisfechos con su familia de origen. Tarde o temprano, las viejas formas surgirán. No digo que será así siempre, pero me atrevo a decir que esto ocurrirá en siete u ocho de cada diez casos.

Aunque las viejas costumbres familiares puedan no aparecer todas a la vez, ellas se irán filtrando gradualmente. Así que los jóvenes necesitan saber que, para salvaguardar el éxito de su matrimonio, deberían observar estas cosas y sopesarlas cuidadosamente, una por una.

La edad

  1. Edad física

Por lo general, las mujeres maduran antes que los hombres, pero ellas también envejecen más rápido. Las mujeres suelen madurar unos cinco años por delante de los hombres, pero envejecen alrededor de diez años antes. Así que en el matrimonio, en lo que respecta al cuerpo físico, es admisible que el hombre sea cinco, seis o incluso siete u ocho años mayor que la mujer.

  1. Edad mental

Por otro lado, tenemos la edad mental. Es muy posible que alguien sea maduro físicamente, aunque mentalmente sea un niño; viejo en el cuerpo, pero joven en su mente. Alguien puede ser mayor de treinta años en lo físico, pero tener una edad mental de veinte años. Por esta razón, es permisible para un hermano cuya mente madura antes, casarse con una hermana algo mayor, cuya mente aún es joven.

La decisión depende de si se presta más atención a la edad física o la edad mental. En cuanto a la edad física, es mejor para el futuro esposo ser mayor que la esposa. Pero en cuanto a la edad mental, está bien para ella ser mayor que él. Esto es algo que cada uno debe decidir por sí mismo.

Temperamento e intereses

Las cinco consideraciones anteriores tienen que ver con lo físico. Continuando con nuestro tema, examinemos ahora aquello que está más relacionado con el carácter.

Para que un matrimonio tenga éxito, no solo debe haber atracción física, sino también coincidencia de temperamento, intereses y objetivos. Si las naturalezas e intereses están demasiado separados, con el tiempo, la familia perderá su paz, y tanto el marido como la esposa se verán afectados. Los jóvenes deben saber que la atracción natural o física es temporal, pero el temperamento es más permanente.

El amor entre los incrédulos es, sobre todo, atractivo natural. No es el amor que la Biblia menciona. Hay atracción natural en el amor, pero la atracción natural o física por sí sola no es amor. El amor incluye el atractivo natural, pero también la afinidad de temperamento. Son dos elementos fundamentales: la atracción natural y la coincidencia de temperamento e intereses.

La aceptación del otro

Muchos tienen el concepto errado de pensar que pueden cambiar la conducta de otra persona. Esto nunca sucede. Para que el Espíritu Santo cambie el carácter de alguien, se requiere mucho tiempo. Entonces, ¿cómo podrías tú tener éxito en esta tarea imposible? El matrimonio no tiene el poder de cambiar la naturaleza de nadie.

Muchos hermanos y hermanas, conscientes de la disparidad de sus temperamentos, esperan con  optimismo un cambio, pero éste no llega. Si hay una esperanza en el mundo que está condenada a la desesperación, ésta ciertamente lo es. Todavía no he visto a un marido que haya cambiado a su mujer, o una mujer que haya cambiado a su esposo.

En el matrimonio solo consigues bienes prefabricados, no bienes hechos a pedido. Sea lo que sea el hermano o la hermana, eso es lo que tienes. Antes de casarte, debes observar primero si la condición real de él o ella es recomendable o no, ya que después no puedes esperar cambiar su carácter para que se adapte al tuyo.

Debilidades

Lo anterior se refiere solo a las diferencias de naturaleza sin involucrar un problema moral; sin embargo, ahora veremos que los seres humanos tienen debilidades.

¿Qué se debe hacer en relación a las debilidades de la otra parte? Esto es algo difícil de decidir para un desconocido. Antes de que los hermanos y hermanas jóvenes se casen, deben averiguar las debilidades de su pareja propuesta. Estos deben ser hallados antes de comprometerse en matrimonio, no después. Es un error buscar tales debilidades con posterioridad. Es más que errado: es necio. Después del matrimonio es demasiado tarde para hacer tal cosa.

Una vez casados, ambos deben ser tan ciegos y sordos como sea posible. Incluso sin mirar, ellos verán mucho. ¿Qué pasará entonces si se busca cuidadosamente? El matrimonio no es una ocasión para buscar fallas. Ellos no deben usar sus ojos después de casados. Pero antes de estar comprometido, en el momento que estás eligiendo tu compañero, no seas tan cegado por la atracción natural al punto de no darte cuenta de las debilidades de la otra persona. No estés tan ansioso por el matrimonio de manera que no puedas ver ninguna debilidad en ella (o en él).

El carácter

Para que un matrimonio sea exitoso, es necesario que ambos tengan respeto mutuo. Si uno de ellos mira al otro con menosprecio, la familia está condenada al fracaso. El marido debe respetar el carácter de la esposa; la esposa debe apreciar la calidad del carácter de su marido. Esto no es una cuestión de temperamento o de debilidad, sino de carácter.

Consagración

El primer grupo de elementos en este ejercicio sobre la elección de un compañero toca el aspecto físico; el segundo aborda cuestiones de la personalidad o el carácter – el lado anímico. Ahora, en el tercer apartado, consideraremos el lado espiritual.

  1. Un mismo propósito

Un cristiano no debe casarse con un incrédulo. Debemos comprender que, para alcanzar el más alto sentido del matrimonio, debe haber unidad de propósito espiritual, además de la atracción física y las naturalezas complementarias.

Esto significa que ambos deben tener el deseo de servir a Dios. Ambos deben estar plenamente comprometidos con el Señor, y ambos deben vivir para Dios. Esto es más importante que tener un carácter admirable. Aunque esto último no puede ser omitido, lo primero es vital en absoluto. En las cosas grandes y pequeñas, ambos deben vivir para el Señor. Tal matrimonio tiene una base sólida, porque las dos partes tienen un fuerte lazo de unidad ante Dios.

  1. Cristo como Señor

En una familia que tiene unidad de propósito, no hay conflicto en cuanto a quién está en la posición de la cabeza y quién obedece. Cristo es la cabeza que debe ser obedecida. Cristo es el Señor de la casa. El problema de la sujeción es eliminado por completo. Muchos maridos y esposas pelean, no porque ellos se cuiden de lo bueno y de lo malo, sino porque quieren imponer sus propias ideas.

Si ambos son cristianos consagrados, este problema sería inexistente. Ambos estarían dispuestos a humillarse delante del Señor, siendo capaces de confesar sus culpas. Dado que ambos desean por sobre todo hacer la voluntad de Dios, todo se puede resolver sobre esa base.

Los hermanos y hermanas jóvenes deben saber que deben estar totalmente consagrados. Si ambas partes en un matrimonio sirven al Señor con todo su corazón, la probabilidad de éxito en su unión es sumamente alta. A pesar de que pueda haber algunas diferencias naturales y a pesar de que la atracción física pueda desvanecerse un poco, la familia prosperará sin impedimentos.

Que los hermanos y hermanas jóvenes puedan verificar si hay condiciones para el matrimonio, definidas en estas tres líneas: la física o externa, la psicológica y la espiritual. Todas ellas necesitan ser puestas en su posición correcta.

Traducido de Spiritual Exercise, cap. 32.