DESDE EL GRIEGO

¿Cómo calificó o describió Jesús la relación con su Padre en los días de su carne? Un estudio de las preposiciones griegas nos ayudarán a contemplar mejor la gloria de dicha relación. Jesús dijo: «No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de parte de Dios» (Jn. 6: 46). La expresión que usó Jesús para decir que él vino «de parte de Dios» fue, en griego, «pará tou Theou». La preposición aquí es «pará» y está usada con ablativo. Esta expresión indica, por una parte, que Jesucristo no se envió así mismo, sino que lo envió Dios, y por otra parte indica que el Hijo vino representando al Padre. «De parte de Dios» quiere decir entonces «enviado por Dios», y «enviado en representación de Dios».

No obstante, «pará tou Theou» indica algo todavía más profundo. «De parte de Dios» significa también que el Hijo viene de la experiencia «de estar junto a Dios» o «de estar al lado de Dios». «Lo que yo he visto junto al Padre, hablo» (Jn. 8: 38). «Pará to patrí» está en caso locativo. Por lo tanto, el sentido no es que el Hijo habla lo que ha visto producto sólo de venir «de junto al Padre», como vimos en el texto anterior, sino que, no obstante haber venido de Dios, él permanece «junto al Padre». El Hijo vivía en la tierra junto al Padre. La vida divina se había trasladado a la tierra, pero la relación entre el Padre y el Hijo no había cambiado. Lo mismo, pero con otras palabras, había sostenido Jesús cuando dijo: «No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, excepto lo que ve haciendo al Padre… Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace» (Jn. 5:19-20). Note el presente de los verbos.

Con respecto al Espíritu Santo, el Señor Jesucristo dijo de él algo muy parecido en el evangelio de Juan. Hablando de la venida del Espíritu Santo, dijo: «Cuando venga el Consolador a quien yo enviaré a vosotros de parte del Padre, el Espíritu de verdad, el cual del Padre procede, él testificará…» (Jn. 15:26). La frase «el cual del Padre procede» en griego es: «jo pará tou patrós exporeuetai». Aquí la preposición –que también es clave- es «pará». De «pará» viene la palabra «paralelo» en castellano. Según Jesús, la relación del Espíritu con el Padre es «pará tou patrós». Traducida literalmente suena así: de junto al Padre, de al lado del Padre. Significa, entonces, que el Espíritu Santo, por una parte, procede del Padre, y por otra, estaba junto al Padre. Este segundo aspecto es el que sugiere que entre el Espíritu Santo y el Padre existe también una relación muy cercana. Uno existe al lado del otro, junto al otro, cara a cara.

¿Significa lo anterior que el Padre estaba con el Hijo? Efectivamente. Jesús mismo lo dijo: «Y el que me envió conmigo está» (Jn. 8: 29), «…y no estoy solo, pues el Padre conmigo está» (16: 32). La preposición es «metá» y aquí significa que el Padre estaba «juntamente con» Cristo. El Hijo vivía junto al Padre y éste estaba con el Hijo. Pero la relación entre Jesús y su Padre era todavía más profunda. La ubicación geográfica del Padre, por así decirlo, no estaba fuera del Hijo, sino dentro de él. El Padre moraba en el interior de Jesucristo: «Aunque a mí no creáis, creed a las obras, para que conozcáis y sigáis conociendo que en mí el Padre está y yo en el Padre» (Jn. 10: 38); «¿No crees que yo en el Padre estoy y el Padre está en mí? Las palabras que yo os digo, no las hablo de mí mismo; pero el Padre que mora en mí, hace sus obras. Creedme que yo en el Padre estoy y el Padre en mí; y si no, creed por causa de las mismas obras» (Jn. 14: 10-11). La preposición aquí es «en» y significa «dentro de». El Padre estaba con el Hijo, pero morando dentro de él.

En conclusión, el Verbo, como Hijo de Dios, vino al mundo «de junto al Padre» (pará tou patrós) –tal como ocurrió posteriormente con el Espíritu Santo. Pero esto, en ningún caso significó una separación del Padre. Por el contrario, Jesús vivió «junto al Padre» (pará to patrí) y el Padre estaba «con» (metá) Jesús. Esta cercanía del Padre era tan íntima y profunda que, en definitiva, el Padre moraba «dentro» (en) del Hijo.