Las decepciones de la vida

…porque esto lo he hecho yo».

– 1 Reyes 12:24.

Las decepciones de la vida solo son en realidad determinaciones de mi amor. Hijo mío, hoy tengo un mensaje para ti. Voy a susurrarlo suavemente a tu oído, de modo que las nubes que anuncian la tormenta, cuando aparezcan, sean de oro de gloria, y de modo que los espinos, si por ventura rodean tu camino, sean apartados. El mensaje es breve, una frase simple, pero déjalo entrar en lo profundo de tu corazón y que sea para ti como una almohada donde puedas reclinar tu cabeza fatigada:

«Esto lo he hecho yo»

¿Nunca imaginaste que todo lo que digo respecto de ti, también lo digo con respecto a mí mismo? «…porque el que os toca, toca a la niña de su ojo» (Zac. 2:8). Tú eres precioso para mí, y es por eso que me intereso especialmente por tu crecimiento espiritual. Cuando la tentación te asalte y el enemigo venga como río, quiero que sepas que «esto viene de mí». Yo soy el Dios de las circunstancias. Tú no fuiste puesto donde estás por casualidad, sino porque este es el lugar que yo escogí para ti.

¿Tú pediste ser humilde? Sabe que el lugar donde estás es el único donde podrás aprender bien esta lección. Es por medio de todo cuanto te rodea y aun de aquellos que te rodean, que mi voluntad se cumplirá en ti. ¿Tienes problemas económicos? «Esto lo he hecho yo». Porque yo poseo todas las cosas. Yo quiero que recibas todo, y que dependas enteramente de mí. Mis riquezas son ilimitadas (Flp. 4:19). Pruébame, para que no se diga de ti: «Sin embargo, no creyó en el Señor su Dios».

¿Estás pasando por la noche oscura de la aflicción? «Esto lo he hecho yo». Te dejé sin ninguna ayuda humana, de modo que al volverte hacia mí, encuentres consolación eterna (2 Tes. 2:16-17).

¿Te ha desilusionado algún amigo en quien confiabas? «Esto lo he hecho yo». Yo permití esta decepción para que tú pudieses aprender que yo, Jesús, soy tu mejor amigo. Yo te libro de caer, yo peleo tus batallas. Yo anhelo ser tu confidente.

¿Alguien dijo falsedades acerca de ti? No te preocupes; ven más cerca de mí, debajo de mis alas, lejos de cualquier intercambio de palabras, porque yo soy quien «exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía» (Sal. 37:6). ¿Dónde están tus planes? ¿Te sientes aplastado y abatido? «Esto lo he hecho yo». ¿No hiciste tú tus planes, y después me pediste bendecirlos? Yo quiero hacer tus planes. Deseo asumir toda la responsabilidad, porque ella es demasiado pesada y tú no podrías cumplirla solo (Éx. 18:18).

¿Deseaste alguna vez hacer cualquier cosa de gran importancia en tu trabajo para mí? ¿Y en vez de esto fuiste dejado de lado, quizás en un lecho de dolor y de sufrimiento? «Esto lo he hecho yo». Yo no podía captar tu atención de otra forma, por cuanto tú estabas tan activo. Quiero enseñarte algunas de mis lecciones más profundas. Solo pueden servirme aquellos que han aprendido a esperar pacientemente. Mis mejores siervos son, a menudo, aquellos que están fuera del servicio activo, pues así pueden aprender a manejar mejor el arma que se llama Oración.

¿Fuiste llamado repentinamente para ocupar una posición difícil, llena de responsabilidad? ¡Ve, cuenta conmigo! Yo te doy esta posición, llena de dificultades, porque «el Señor tu Dios te bendecirá en todo cuanto hicieres» (Deut. 15:18).

Pongo hoy en tus manos el vaso de óleo santo. Hijo mío, saca todo cuanto quisieres, de modo que todas las circunstancias que se levanten ante ti, toda palabra que te hiera, cualquier cosa que pruebe tu paciencia, toda manifestación de tu debilidad, sean ungidas con este aceite santo. No olvides que las interrupciones son instrucciones divinas. El dolor que sufras será en la medida en que tú me entiendas en todas las cosas. Por lo tanto, aplica tu corazón a todas las palabras que testifico hoy entre ustedes, «porque es vuestra vida» (Deut. 32:46-47).

(Manuscrito hallado en la Biblia de J.N. Darby, después de su muerte).