…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe
y del conocimiento del Hijo de Dios…”.

Efesios 4: 13

Sobre todo deseemos ser uno
(es el Hijo de Dios quien convoca);
sobre todo queramos ser uno:
(es por fe que en su paz nos vincula).

Contra todo lo adverso emergente,
en el cuerpo de Cristo acudamos
a la opción de Unidad que él prefiere,
sobre toda razón que divide.

Cada miembro del cuerpo operando
en función de la vida de Cristo,
por la cual el Señor nos anima
hasta el día de gloria en su Reino.

La unidad es fulgor que tempera
como el sol que renace en el alba;
unidad que no excluye a ninguno
y abre puertas de amor al hermano.

El espacio de Dios está abierto:
en perfecta unidad acudamos
porque es Cristo el Señor el que acoge
en su alero de gracia gigante.

¡Que en la iglesia de Dios se consagre
la completa unidad que hay en Cristo:
cada miembro integrado a su Cuerpo,
sin temor, al Señor se congregue!