Llenos de frutos de justicia, que son por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”.

Filipenses 1:11.

Dios busca la realidad. No se contenta con meras palabras de alta profesión. Nos dice: “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. Él, bendito sea Su nombre, no nos amó de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad; y espera una respuesta de nuestra parte – una respuesta clara, plena y distinta; una respuesta que se manifieste en una vida de buenas obras, una vida que produzca racimos tiernos de los “frutos de justicia que son por Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios”.

¿No consideran que sea nuestro deber aplicar nuestros corazones a este tema de peso? ¿No deberíamos tratar diligentemente de promover el amor y las buenas obras? ¿Y cómo puede lograrse esto más eficazmente? Sin duda, caminando nosotros mismos en el amor y recorriendo fielmente el camino de las buenas obras en nuestra vida privada.

En cuanto a nosotros mismos, confesamos que estamos completamente hartos de profesiones huecas. La gran verdad en los labios y la escasa práctica en la vida diaria es uno de los males más acuciantes de nuestros días. Hablamos de la gracia, pero fallamos en la justicia común, fallamos en los deberes morales más sencillos en nuestra vida privada diaria. Nos jactamos de nuestra posición y nuestra posición, pero somos deplorablemente relajados en cuanto a nuestra condición y estado.

Que el Señor, en su infinita bondad, despierte nuestros corazones a una seriedad más completa, en la búsqueda de buenas obras, para que podamos adornar más plenamente la doctrina de Dios nuestro Salvador en todas las cosas.

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