En el capítulo 5 del evangelio de Juan, desde el versículo 1 al 15, la Palabra nos enseña acerca de un paralítico que hacía 38 años esperaba que alguien le ayudase a entrar en un estanque en Betesda, donde un ángel agitaba las aguas y aquel que descendía primero era curado.

El versículo 2 nos dice que este estanque tenía cinco pórticos. ¿Por qué el Espíritu Santo quiso que fuese expuesto este detalle? ¿Será algo para no ser considerado? ¡Claro que no! Todo lo que fue escrito es para nuestra enseñanza.

Betesda, en hebreo, significa “casa de misericordia”, y vemos que esta casa, que es el propio Señor Jesús, cubre cinco áreas de necesidades en nuestra vida. La primera de ellas, que está en los versículos 3 y 4, nos muestra que, cuando estábamos en nuestra miseria, no lo percibíamos. ¡Cuántos de nosotros nos creíamos buenos! Mas el Señor vio nuestra miseria, y vino hasta nosotros.

La segunda cosa que el Señor vino a cubrir con su misericordia en nuestra vida está en el versículo 5. El Señor, viendo nuestra miseria, sabía que no podíamos ni queríamos ir a él; mas él mismo vino y se aproximó a nosotros. El tercer pórtico está en los versículos 6 y 7. El Señor sabe que no hay nadie que pueda hacer algo a nuestro favor, sino solo él. Y él vino para sanarnos y para salvarnos.

La cuarta cosa que esta misericordia cubre está en los versículos 8 y 9. El Señor conoce nuestra estructura, y sabe que somos polvo; que nada podemos hacer por nosotros mismos, pero que todo poder le pertenece a él, y solo él tiene poder para librarnos de tan grande perdición.

La quinta y última cosa que el Señor de misericordia vino a cubrir está en el versículo 14. Después que el Señor lo ha hecho todo, él mismo necesita revelarse a nosotros. Él es aquel que anunció, que nos salvó y nos hace oír, el Todopoderoso.

Nosotros somos como este paralítico de Betesda. En nuestra necesidad de alguien que nos pudiese librar, el Señor se compadeció y vino a nosotros. Con su poder nos libró de todo nuestros enemigos, nos sanó, y ahora él mismo se ha revelado a nosotros. ¡Bendito es nuestro Señor Jesús!

579