He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.

– Apoc. 3:20.

La iglesia en Laodicea tenía todo lo material, no le faltaba nada. Sin embargo, su desgracia era tener a Cristo fuera! Hemos usado este pasaje muchas veces para evangelizar a quienes no conocen al Señor: “Abre la puerta de tu corazón, y el Señor entrará”. Está bien, pero aquí Jesús habla a una iglesia.

¡El Señor está fuera y llama! Ellos tienen locales confortables, piso alfombrado, tienen valiosos instrumentos y bellos cantos. No son absolutamente fríos; tal vez tengan doctrinas correctas, ¡pero Cristo está afuera! Esa es la revelación sorprendente: ¡Él está excluido! Tienen todo… excepto a Cristo.

El Verbo de Dios dejó su trono de gloria y vino a este mundo por amor a nosotros. Siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos. ¡Bendito sea el Señor! Él se hizo hombre, se humilló… ¡y su pueblo lo rechazó! Lo azotaron, lo escarnecieron y lo crucificaron.

Cristo fue excluido del mundo creado por Él y para Él, y además, rechazado por su pueblo Israel. Pero, ahora, no solo por ellos, sino ignorado también por la iglesia en Laodicea, fuera de la puerta y llamando. Él espera que alguien oiga Su voz  y le permita entrar.

“…entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. “Yo me sentaré a la mesa de su amor y satisfaré mi corazón”, dice el Señor, porque su delicia está con los hijos de los hombres (Prov. 8:23). Aquel que nos ama y nos amó hasta el fin, quiere reinar en nuestro corazón. “Aquel que me abra la puerta, se sentará a la mesa que mi amor proveerá, y satisfará su corazón”.

En esta visión tenemos la apostasía confrontada con la fidelidad, la falsedad contrastada con la verdad, la adornada pobreza cara a cara con la infinita riqueza, la tibieza y la hipocresía enfrentadas a la compasión y la devoción.

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo”. ¿Qué quiere el Señor coronado, llamando a la puerta? Un hombre. Solamente un hombre o una mujer que abra la puerta para poder entrar y cenar con él.

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