El caminar del cristiano ejemplificado en los patriarcas del Antiguo Testamento.

Creo que esta Conferencia es muy importante. ¿Cómo podrá el Señor restaurar su testimonio en este tiempo tan breve que vivimos en esta tierra? El tiempo es corto. Pablo dice que debemos redimir el tiempo; tenemos que ganar el tiempo para el Señor, y si no lo hacemos, lo vamos a desperdiciar.

Estos son los últimos tiempos; tenemos que levantarnos e involucrarnos en los negocios de nuestro Padre. No podemos permanecer inactivos, porque él está a las puertas. Nosotros no sabemos cuándo él va a aparecer. Sin embargo, cuando él aparezca, ¿estaremos preparados?

Estamos viviendo tiempos cruciales. Necesitamos estar despiertos, porque Dios va a obtener aquello que él desea. Lo de Dios es serio; sin embargo, ¿somos nosotros serios para con él? Que el Señor nos libre de un espíritu negligente. Tenemos que estar despiertos y ocupados con diligencia en las cosas del Señor; en las cosas que son importantes para él, y no en aquellas que son importantes para nosotros.

Hay una cosa que quiero compartir con ustedes. Por lo menos en los Estados Unidos, en los últimos veinte o treinta años, hemos oído algunas enseñanzas de parte de nuestros hermanos acerca de la visión celestial y del propósito eterno de Dios; acerca de lo que el Señor se ha propuesto en su corazón asegurarse para sí mismo y acerca de la novia que el Señor Jesucristo está esperando para sí mismo. Él está esperando a su amada; sin embargo, ella no está lo suficientemente madura para encontrarse y vivir con él en la eternidad.

Hay, entonces, una advertencia que hemos oído reiteradamente, y que conocemos mucho. Sin embargo, si no permitimos que aquello que hemos recibido se haga realidad en nuestras vidas; si fallamos en permitir que el Espíritu Santo haga real lo que Cristo quiere hacer en nosotros; eso que nosotros sabemos, al final, nos va a juzgar.

Lo que nosotros conocemos es para que se cumpla en nuestras vidas. Sin embargo, si fallamos en permitir que esto se cumpla, el conocimiento que tenemos de ello nos juzgará al final. Esto es muy serio en estos tiempos finales. ¡Cómo debemos ocupar nuestro tiempo con el Señor mismo, colaborar con él, y permitir que su propósito sea cumplido plenamente! No es suficiente sólo el saber, no basta con comprender. El asentir a lo que hemos oído no lo es todo. Debemos permitir que aquello que conocemos obre en nuestras vidas individual y corporativamente.  También quiero decirles que Dios está decidido a cumplir su propósito. Él no desistirá de nosotros, ni se someterá a nuestra voluntad, sino que va a concluir aquello que ha comenzado en nosotros.

Me gustaría citar una frase de nuestro hermano Stephen Kaung. Escuchen y piensen en ella. Cuando oí estas breves palabras de nuestro hermano, ellas tocaron mi corazón profundamente, y no he podido olvidarlas. Es una palabra que nos desafía; óiganla con mucha atención. Él dijo: «Dios ya nos ha confiado su testimonio, ¿cómo podríamos fallarle? Él ha confiado su testimonio a su pueblo. Por la fe, nos ha confiado su testimonio, porque él sabe que tiene el poder para cumplirlo. Pero la pregunta es la siguiente: ¿Estamos nosotros dispuestos a permitir que Dios cumpla su voluntad?».

Escuchen estas palabras y pónganlas en su corazón. Dios ya nos ha encomendado su testimonio, ya nos ha dado a su Hijo Jesucristo. Él desea que su Hijo sea plenamente formado en nosotros, individual y corporativamente. Y la gracia y el poder para que esto se cumpla, también están a nuestra disposición. Por lo tanto, nadie tiene excusa para decir que no somos capaces, porque el que nos ha llamado puede cumplir su voluntad en nosotros.

Algunas vidas de Génesis

En esta oportunidad en que estaremos juntos, vamos a compartir acerca de algunas de las vidas registradas en el libro de Génesis. Veremos cómo Dios, de manera progresiva trabajó en ellas, hasta finalmente obtener aquello que buscaba.

Pero, antes de hablar de esto, permítanme mostrarles algo que para mí es crucial: Dios nunca va a demandar que tú hagas aquello que no está preparado para que tú lo hagas. Dios nunca va a llegar a ti como si él estuviera improvisando.

En el Nuevo Testamento encontramos fiestas y personas invitadas a una fiesta. En el capítulo 22 de Mateo, el motivo por el cual se envió la invitación es porque la comida ya estaba preparada, la mesa estaba dispuesta, los alimentos ya estaban sobre la mesa; sin embargo, faltaba que llegaran los invitados. Así es el corazón de Dios. Todo lo que él desea que sea logrado en nosotros, en un sentido, ya está hecho en su Hijo. Eso es el evangelio. Porque la obra ya está hecha, vengan y tomen posesión; les pertenece.

Entonces, ya hay un Hombre en la gloria – nuestro Señor Jesucristo. Éste es el fundamento de nuestra fe. Y si Cristo está allí, nosotros también lograremos llegar. Él está allá primero por nosotros, y ahora que él está glorificado puede llevar muchos hijos a la gloria. Nosotros tenemos que ver eso como nuestra plena seguridad. Nuestra fe está anclada, tiene un fundamento seguro, porque todo lo que Dios quiere obtener de su pueblo, él ya lo ha obtenido y concluido en su Hijo.

Adán

Empezaremos con la vida de Adán. Indudablemente, Dios tiene interés en el hombre; por eso creó al hombre. Dios está buscando a un hombre, y este hombre que él busca debe ser un hombre de acuerdo al corazón de Dios. Y tal es nuestro Señor Jesús. Al comienzo del libro de Génesis Dios dijo: «Yo quiero un hombre de acuerdo a mi corazón, un hombre que concuerde conmigo en todo. Por medio de este hombre, será cumplida mi voluntad para con toda la creación. Por medio de él, yo voy a reconciliar todo de nuevo conmigo».

Sabemos que antes de la creación hubo una rebelión. Siempre que ocurre una rebelión, o que hay pecado, los derechos de Dios son violentados. Entonces él hizo al hombre un poco menor que los ángeles para restaurar ese derecho conforme a la voluntad de Dios. Y esa es la gloria de Dios y también es nuestra gloria. Cuando los derechos de Dios son restaurados, y nosotros somos usados como instrumentos para su restauración, esa es nuestra gloria. Nuestra gloria es traer las cosas en sujeción a Cristo. Es muy importante que comprendamos esto.

Cuando Adán fue creado, el deseo de Dios era que él participase de la vida de Dios. El principio era que Adán simplemente escogiera el árbol de la vida, porque sin vida, sin la vida de Dios, no hay un verdadero comienzo. Dios amó tanto a Adán, que desde el principio quiso que Adán lo eligiese a él. Si Adán hubiera escogido sabiamente, si hubiera escogido la vida de Dios, entonces habría estado en el camino correcto para que se cumpliese el propósito de Dios para su vida. Sin embargo, no escogió el camino de Dios, sino su propio camino, y a causa de su desobediencia fue dejado fuera del jardín de Edén.

Dios desea que tú tengas su vida, porque todo comienza con su vida. La restauración del testimonio de Dios en su Hijo comienza con la vida de su Hijo; porque sin Dios y sin su Hijo, no hay testimonio. Él ha venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. No sólo vida, sino vida en abundancia.

Dios es un Dios de plenitud; cualquier medida inferior a la plenitud, no refleja lo que Dios es. Dios se rehúsa a ser minimizado. Tú no puedes empequeñecer a Dios. Él es muy grande para nosotros. Nosotros necesitamos ser engrandecidos, expandidos.

Entonces, la restauración del testimonio de Dios en su pueblo comienza con la vida del Señor Jesús. Dios nos amó tanto, que nos ha dado a su Hijo, la vida de su Hijo. Porque el cumplimiento del propósito de Dios comienza con la vida misma de Dios.

Esa es la historia de Adán. Pero nosotros no queremos quedarnos con lo negativo, sino con lo positivo. Aunque Adán haya rechazado la propuesta de recibir la vida de Dios; sin embargo, Dios es inmutable, y la actitud de Adán no pudo cambiar la actitud de Dios para con los hombres. Por un poco de tiempo, él defraudó a Dios, retrasó temporalmente el propósito divino. Sin embargo, Dios no puede fallar.

Quiero darles una palabra de aliento, hermanos y hermanas. El año pasado, el hermano Stephen Kaung y yo, junto a nuestras esposas, fuimos a una corta visita a Filipinas, y encontramos a un pequeño grupo de hermanos que pasaban por muchas pruebas y tribulaciones, presiones desde afuera, problemas internos, muchos sin solución aparente. Ellos intentaban resolverlos, y cuanto más se esforzaban, más problemas aparecían; cuanto más se ocupaban en sus problemas, menos se ocupaban del Señor. Estaban en gran agonía.

Los hermanos vinieron a nosotros y nos preguntaron qué podían hacer. Parecía no haber una salida. Aun el número de los hermanos iba disminuyendo, y tal vez al final quedarían sólo dos o tres de ellos. Tenían un gran peso en el corazón con esos problemas; querían aliviar su corazón de esa carga. Aquellos que de hecho conocen al Señor, nada les puede perturbar. Conocer a Dios plenamente es descansar en él plenamente.

Entonces el hermano Stephen sonrió, mientras todos los hermanos tenían sus caras largas. Él dijo: «Si al final no queda nada, sino sólo el Señor, esto es suficiente». El Señor es suficiente. Esa es una prueba para nuestra fe, una prueba de nuestro testimonio. Si no tenemos nada, pero tenemos a Cristo, es suficiente.

El día de la conmoción vendrá, y todo lo que pueda ser conmovido lo será. Cuanto más temprano seamos conmovidos, mejor. No queremos ser de aquellos que no se conmueven, o de los que tienen miedo a la conmoción. Porque cuando el Señor nos conmueva, será la oportunidad para que veamos lo que es verdadero y real en nosotros.

Así, aunque Adán haya rechazado la voluntad de Dios, Dios nunca se desalentó, porque él tiene la sabiduría para restaurar aquello que se ha perdido.

Abel

Nuestro siguiente personaje es Abel. La historia de Caín y Abel es muy interesante. Ambos eran hijos de Adán y Eva. Así, cuando Caín nació, Eva estaba muy contenta, y por eso lo llamó Caín: «Con la ayuda de Dios tenemos ahora un hijo». Recuerden que en el capítulo 3 del libro de Génesis Dios dijo que la simiente de la mujer iba a herir la cabeza de la serpiente y la serpiente la iba a herir en el calcañar. Entonces, Eva estaba muy contenta, pues esperaba que Caín sería aquel que iba a liberarlos de la maldición del pecado.

Permítanme decirles algo a los hermanos y hermanas jóvenes. Nosotros nunca vamos a pedir la liberación del pecado hasta el día en que probemos cuán terrible es el pecado. Sólo Dios sabe cuán terrible es el pecado. A causa de él, nosotros nos separamos de Dios. Esa separación hirió más a Dios que a nosotros.

Dios desea restaurarnos más intensamente de lo que nosotros deseamos ser restaurados. Es por eso que él estaba preparado para restaurarnos aun antes de la fundación del mundo. El Cordero fue inmolado antes de la fundación del mundo, porque Dios no habría de soportar la separación del hombre. Él sabía que habría esa posibilidad de separación, y por eso preparó un camino para traernos de vuelta.

Y aquí encontramos la historia de Abel. Es el camino de regreso hacia Dios. Cuando Dios miró a Abel, miró también al sacrificio de Abel. En el Antiguo Testamento, el que ofrece y el sacrificio son uno. En otras palabras, Dios al mirar a Abel miró al sacrificio de Abel, vio a Abel en aquel sacrificio.

Cuando Cristo murió, nosotros morimos. Es por eso que Dios incluyó a toda en la raza adámica. En la crucifixión de Cristo toda la raza antigua fue removida; se terminó. El sacrificio de Abel es la vía para que él regresara a Dios, porque Dios aceptó su sacrificio. Ese es el sacrificio más excelente, el sacrificio que Dios aprueba. Cristo es el único sacrificio que Dios aprueba para nuestra redención, porque sólo aquel que no tiene pecado puede morir por los pecadores. Por eso, hay sólo un camino aprobado, y por eso Abel fue aceptado y traído de regreso a Dios.

Nuestro camino de restauración comienza con nuestro regreso al Señor. Si no hay vida, no hay comienzo, y si no regresamos al Señor para tener vida, no tenemos cómo empezar nuestro camino. Todos nosotros necesitamos ser restaurados y encontrar el camino de regreso a Dios.

Para hablar de una manera más concreta, después que fuimos restaurados y reconciliados con Dios, el camino para que regresemos a Dios es el sacrificio del Cordero. Es el único camino; no hay otra opción. Es el único camino, así que no es posible elegir: el camino ya ha sido escogido para nosotros. Tú sólo tienes que aceptarlo; es todo gracia.

Ahora, una vez que hemos sido reconciliados con Dios y empezamos a caminar, hay muchas cosas que él tiene que hacer todavía. Si la necesidad de regresar a Dios ha sido satisfecha, ahora tenemos que empezar a caminar con él. Una vez que le pertenecemos, podemos empezar a andar con él. Y este andar con Dios no es sólo algo para que podamos pasar por esta vida. No es sólo que nosotros estemos libres de problemas, de pruebas y tribulaciones.

Tenemos el concepto errado de que si andamos con Dios, nos irá bien en todo. Entonces, cuando las personas enfrentan problemas, se les dice: «Todo lo que necesitas hacer es andar con Dios». ¿Comprenden? Se piensa que andar con Dios es algo fácil.

Dios es perfecto, Dios es puro, Dios es santo. Dios no cambia, él es siempre el mismo, y te dice: «Tú debes caminar conmigo; no soy yo quien debo andar contigo; y si quieres andar conmigo, tienes que aprender a hacerlo a mi manera».

Aquí hay algunos matrimonios que llevan muchos años juntos, y estoy seguro que ambos están andando con el Señor. Si son honestos, en todos los años que ustedes llevan juntos, ¿han tenido alguna divergencia o discusión, alguna diferencia o discordancia? (Quizás las parejas chilenas son perfectas, pero no es así con los chinos). Pero cuanto más dificultades enfrentamos juntos, a través de todas ellas, el Señor permite que nos aproximemos el uno al otro. Todas las cosas ayudarán a bien a los que aman a Dios.

Caminar con Dios no es fácil. Porque él no cambia, somos nosotros los que tenemos que cambiar. Piensen acerca de eso. Cambiar nuestra manera de vivir es difícil. Pero necesitamos estar dispuestos a cambiar.

Voy a mencionar algunas cosas. Amós 3:3: «¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?». Lo primero que tenemos que hacer es una elección libre nuestra, y eso es muy importante. Dios está en serio con nosotros. Tenemos que elegir voluntariamente. ¿Estás dispuesto a ir en contra de ti mismo? Se requiere coraje, estar dispuesto a pagar cualquier precio para concordar con Dios.

Esa es la vida de nuestro Señor Jesucristo. Antes de venir, él propuso en su corazón concordar con la voluntad de Dios. Nada iría a cambiar ese propósito. «He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad». Para concordar con él, nosotros necesitamos negarnos a nosotros mismos. Tenemos que hacer que nuestra voluntad desee la voluntad del Señor. No es algo pasivo. No es que sea lo que sea, no es así: Tú tienes que tomar la decisión.

Si nosotros no hacemos nuestra decisión por Cristo, el testimonio de Dios nunca podrá ser restaurado. Dios ya hizo su parte; ahora es nuestra responsabilidad. Nosotros, juntos, tenemos que concordar con Dios. Esto es lo que se requiere para andar con Dios. Hablar es una cosa; hacer es otra completamente distinta.

Nosotros decimos: «Yo quiero concordar con Dios». Dios te preguntará: «¿Lo dices en serio? Yo no lo veo». Porque Dios es serio, él es veraz, y él busca la verdad; con él no hay mentira. Nosotros no podemos mentirle; él escudriña nuestro corazón. Entonces, si decimos concordar con Dios, cualquiera sea el costo, él dirá: «Está bien, vamos a ver si realmente estás dispuesto: Toma mi yugo sobre ti». Concordamos, pero, ¿estamos dispuestos a tomar su yugo sobre nosotros? Hablar es una cosa; actuar en obediencia es otra.

Quiero hablar sobre otro importante concepto que vamos a tocar en estos días: La medida de nuestra obediencia es la medida de nuestro real conocimiento de Su persona. La medida de nuestra obediencia es la única medida verdadera acerca de cuánto le conocemos realmente.

Dios es real. Que él tenga misericordia de nosotros. Si dices que quieres andar con él, entonces toma tu cruz, niégate a ti mismo, y sigue al Señor. «Vive tu vida a Mi manera, haz las cosas a Mi manera, piensa a Mi manera». Entonces, nos enyugamos juntos con Dios. Ese es el testimonio de nuestro real compromiso con él; si su yugo no está sobre nosotros no habrá un compromiso verdadero.

Estas son las cosas que tenemos que aprender. El tiempo es corto. Tenemos que levantarnos y ocuparnos en los negocios de nuestro Padre. Lo que estamos compartiendo acerca de la vida de Adán, de Abel y de otros, son ejemplos de la Biblia que el Señor desea que nosotros sigamos, y que nos muestran el camino para seguir a Cristo.

Finalmente, éste es un camino de fe. Como les he compartido, si vemos que nada está sucediendo, todavía seguiremos creyendo que él está con nosotros. El sol está brillando, y sin embargo, podemos pasar por días oscuros creyendo en Dios, creyendo que ya viene la mañana. El hermano Sparks dice que cuando tú piensas que Dios no está, cuando no ves a Dios haciendo cosa alguna, no pienses que él no está haciendo nada, porque no andamos por vista sino por fe.

No vivimos por los sentimientos. Así que, aunque a veces no sentimos nada, no vemos nada, Dios aun continúa siendo Dios, y él todavía está determinado a concluir su obra en nosotros.

Resumen de un mensaje impartido en la 2ª Conferencia Internacional, Santiago de Chile, Septiembre 2005.