Lecciones básicas sobre la vida cristiana práctica.

La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales».

– Col. 3:16.

Esta vez queremos examinar el tema de cantar himnos. Necesitamos enseñar a los nuevos creyentes a cantar himnos. Si bien la oración a menudo es descuidada, tal vez aún más lo es el cantar.

  1. Conocer los himnos

Debemos señalar que nuestra intención no es convertir a los hermanos y hermanas en músicos. Eso sería meramente mundano. Sin embargo, lo que realmente deseamos es que ellos conozcan los himnos que cantan. Creemos que esto es de gran importancia.

En una reunión, las personas que cantan más fuerte son con mucha frecuencia aquellas cuyos corazones son menos tocados. Nuestro objetivo no es producir voces excelentes o buena música. Lo que queremos considerar ante Dios es el himno en sí mismo.

  1. Cultivar un sentimiento delicado

En la Biblia, además de las profecías, historia, doctrinas y mandamientos, hallamos también himnos o cánticos. Creo que una de las razones básicas para la presencia de los himnos en las Escrituras es entrenar al pueblo de Dios a tener sentimientos más finos, más delicados. Los poemas o himnos manifiestan la sensibilidad más tierna del hombre. El sentimiento que exhibimos en la oración no puede exceder en su delicadeza a aquel que se expresa al cantar himnos.

El propósito de Dios es que nosotros tengamos sentimientos delicados. Por esta razón, él provee abundantemente toda clase de poemas en la Biblia. No solo tenemos los Salmos, el Cantar de los Cantares, y Lamentaciones, sino que también otros poemas se han introducido en las secciones históricas y en los mandamientos. Aun en las epístolas de Pablo, tan llenas de doctrina, él inconscientemente ha entremezclado algunos poemas.

Una cosa maravillosa de observar es que, cuanto más tiempo un cristiano ha aprendido delante de Dios, más tiernos se vuelven sus sentimientos. Por el contrario, quien ha tenido poca comunión con Dios y no ha aprendido mucho, parece ser rudo y poco poético.

  1. Incienso para Dios

He utilizado esta metáfora antes. En la Escritura, el incienso representa a veces la oración y a veces un poema de alabanza a Dios. El incienso tiene origen vegetal; es la savia o jugo del árbol – una extracción de la vida misma del árbol. Convertido en incienso y quemado delante de Dios, da en adelante un aroma más delicado. No es la combustión de la madera, la corteza o las hojas, sino el consumirse del jugo exudado y la savia. Es algo que fluye desde el interior y se convierte así en un poema de alabanza a Dios.

Tres requisitos básicos de un himno

¿Qué es un himno o un poema? Según lo que leemos en la Biblia, un himno o un poema apropiado debe cumplir al menos tres requisitos básicos. La carencia de alguno de estos requisitos hace al cántico inutilizable.

  1. Solidez de la verdad

El primer criterio para que un himno sea utilizable es la validez en la verdad. Muchos cánticos están bien calificados en otras áreas; pero, si hay errores en la verdad, pueden llevar a los hijos de Dios a un sentimiento equivocado. Es muy difícil que alguien se acerque a Dios si está lleno de errores humanos.

En el canto debemos permitir que nuestra sensibilidad delicada se eleve a Dios. Si hay un error en la verdad, nos engañamos a nosotros mismos y no podremos tocar la realidad. Dios nunca nos permite tratar con él según lo que cantamos, sino solo conforme a la verdad que sostenemos. En otras palabras, podemos acercarnos a Dios solamente en la verdad. Aquellas cosas que no son de la verdad, no son aceptables.

  1. Forma y estructura poética

Todo buen cántico debe poseer una estructura y forma poética. Se supone que un himno es poético. Si la verdad es exacta pero la forma no es poética, no puede considerarse un buen himno. La sola validez en la verdad no hace un himno. Se necesita una estructura y una forma poética.

Ninguno de los Salmos de la Biblia es tosco; todos son exquisitamente delicados. Cada uno está escrito en una estructura y forma poética. El pensamiento de Dios es expresado en palabras poéticas. Al escribir un himno, no cuenta solo la métrica; la canción entera debe construirse poéticamente.

  1. Tocar la realidad

Un himno requiere sonidos, forma y estructura poética, y también un toque espiritual. Para ilustrarlo, utilicemos el Salmo 51, que habla del arrepentimiento de David.

La verdad es correcta, y el Salmo está elaborado poéticamente. Sus palabras están formuladas en forma compleja; no son expresiones breves y bruscas. Al leer este Salmo, eres consciente del arrepentimiento de David; sin embargo, nunca lo tratarías como doctrina, porque toca la realidad espiritual. Por lo tanto, él extrae de ti un sentimiento espiritual. A esto llamamos la carga del Salmo. David se arrepiente y este profundo sentimiento de contrición impregna todo el Salmo.

En otras palabras, un himno debe ser capaz de tocar tus emociones profundamente. Puede hacerte llorar o alegrarte, según dicte su contenido. No debería ser solo poéticamente construido y al mismo tiempo incapaz para mover a la gente a llorar o a regocijarse. Es necesario un sentimiento poético, un sentimiento que no se puede dejar de sentir. ¿Cómo puedes cantar un canto de arrepentimiento y sentir ganas de reír o cantar un himno de alabanza y no sentirte elevado?

Diferentes tipos de himnos

  1. Hacia Dios

El objetivo principal de un himno es ser cantado a Dios. Por eso, la mayoría de los cánticos del Antiguo Testamento son de esta naturaleza. De hecho, la mayoría de los himnos deberían dirigirse a Dios.

  1. Hacia los hombres

Los Proverbios también son escritos poéticos, pero de un tipo diferente, porque están dirigidos a los hombres. Sin embargo, entre los cristianos, este tipo de cánticos deberían ser limitado en número.

La gran mayoría de los Salmos son dirigidos a Dios, como los cánticos de alabanza, de acción de gracias y de oración. Otros, se dirigen al hombre, como los cánticos de evangelismo y de exhortación. En términos generales, los himnos deben ser dirigidos hacia Dios; aquellos cuyo destinatario es el hombre son permisibles solo en un número reducido.

Muchos cánticos centrados en los hombres son contrarios a la significación de los himnos.

  1. Hacia nosotros mismos

En la Biblia, especialmente en el libro de los Salmos, encontramos un tercer tipo de himnos, que no son dirigidos ni a Dios ni a los hombres, sino a nosotros mismos. En muchos pasajes hay expresiones tales como: «¡Oh, alma mía!». Es la comunión de mí mismo con mi alma delante de Dios, la comunión de mí mismo con mi corazón, la consulta o la comunicación entre mi corazón y yo mismo.

Todos los que conocen a Dios y que han tenido comunión con él entenderán este asunto de la comunión con sus propios corazones.

En este tercer tipo de himno, yo tengo comunión conmigo mismo y consulto con mi corazón. Yo canto a mí mismo, llamándome y despertándome; tomo decisiones y me recuerdo algo a mí mismo. Por lo general, al final de estos cánticos, somos conducidos hacia Dios, porque una persona espiritual no puede permanecer en comunión consigo misma durante mucho tiempo sin ser atraída hacia Dios. Su comunión con su corazón invariablemente se transforma en comunión con Dios.

Déjenme decirles algo: toda la Biblia es un poema. Aquellos que carecen de sensibilidad no son capaces de tocar su espíritu. Gracias a Dios, sabemos que en la eternidad futura nuestros sentimientos serán mucho más delicados que aquellos que tenemos hoy. Sabemos que habrá más alabanzas en el cielo que oraciones sobre la tierra. La oración cesará, y la alabanza llenará la eternidad. Cuán excelente será aquel día cuando todos nuestros sentimientos se vuelvan exquisitos y tiernos.

Finalmente, no estamos tratando de transformar a los hermanos y hermanas en músicos. Nosotros no somos músicos, sino cantores. Los himnos cristianos nos ayudan a desarrollar una sensibilidad espiritual delicada. Así aprenderemos que podemos venir a Dios con un espíritu más tierno, y acercarnos más a él. Que la gracia del Señor nos asista.

Traducido de Spiritual Exercise, Chapter 19.
Christian Fellowship Publishers