Sorprendentemente, Enoc es el séptimo desde Adán. Por lo cual se puede decir que la muerte no pudo con el séptimo (el 7 es el número de Dios). Enoc es un tipo de Cristo, quien habría de vencer a la muerte, y también de los santos vivientes que serán arrebatados al cielo cuando aparezca el Señor Jesucristo.

Enoc no fue obligado a permanecer en el mundo hasta que la iniquidad de esa generación llegara a su colmo y los juicios de Dios cayeran sobre ella. Es una gran bienaventuranza ser quitado de en medio de una avalancha de perdición como aquella. Así será también con los cristianos que hoy caminan con Dios y le agradan.

En los días de Enoc existía, igual que hoy, un gran desarrollo de las artes y la ciencia. Los hijos de Caín procuraron embellecer un mundo maldito con los dulces sonidos del arpa y la flauta, pero Enoc había encontrado otro mundo mejor en el que deleitarse. Enoc vivió a espaldas de un mundo gobernado por la muerte y por los hijos de Caín.

Si a Génesis 5:24 le agregamos Hebreos 11:5 y Judas 14-15, tenemos algunas importantes cosas respecto de Enoc:

  1. Enoc fue un hombre de fe (es el seguidor de Abel en la lista de Hebreos 11). «Por la fe Enoc…». El punto de partida de una vida que agrada a Dios es la fe; y ésta consiste en vivir mirando con esperanza cosas que no se ven.
  2. Enoc caminó con Dios, lo cual implica separación, santidad y pureza. «No solo andaba detrás de Dios, como hacen todos los creyentes, sino que andaba con Dios, como si estuviese ya en el cielo», escribió Matthew Henry. ¿Cómo podrían andar dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? (Amós 3:3) ¿Cómo podrían andar dos juntos si no comparten el mismo carácter y objetivos?
  3. Dios lo traspuso. «Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios». Ser traspuesto es ser quitado de la tierra milagrosamente. No por la vía de la muerte, sino de la gloria. Enoc fue el primero, pero vendrán muchos después de él.
  4. Tuvo testimonio de haber agradado a Dios. El testimonio interior es claro y seguro en quienes agradan a Dios. Ellos no andan a oscuras, sino que ven claramente. Han aprendido el arte de negarse a sí mismos y dejarse guiar por el Espíritu de Dios.
  5. Fue un profeta –en rigor, fue el primer profeta– que testificó de los juicios de Dios a una humanidad impía. «De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él» (Judas 14-15).

Enoc caminó tan cerca de Dios que pudo ver con meridiana claridad la impiedad de su generación. Enoc se alejó tanto del mundo circundante, en su camino al cielo, que Dios se lo llevó antes de tiempo. ¿Tenemos esta expectativa nosotros?

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