Es asombroso que muchos crean que Dios nos ama incondicionalmente mientras somos pecadores; pero tan pronto entramos a formar parte de su familia, su amor queda condicionado a nuestra manera de actuar.
Malcom Smith, en Agotamiento Espiritual.

Tal como hubo en Cristo, en su naturaleza santa sin pecado, un aprender obediencia a través del sufrimiento, hasta que culminó en la entrega de su voluntad hasta la muerte, así también puede haber en el creyente que procura seguir a su Señor en plena conformidad, tal crecimiento, que el cristiano es llevado a conocer de modo experimental lo que es ser crucificado con Cristo y muerto para el yo y su voluntad.
Andrew Murray, en Cómo vivir en la voluntad de Dios.

Verdaderamente, hay un gran misterio en el mundo: Que la justicia que yace en una Persona en el cielo pueda justificar a un pecador en la tierra.
Juan Bunyan.

Las cosas diferidas durante mucho tiempo y por fin obtenidas por la oración, son las que resultan en bendiciones más consoladoras, constantes y estables; y los pesares por los que el corazón pasó a causa del aplazamiento, son recompensados por un más seguro, constante, puro y suave goce, pues la oración lo ha perfumado durante largo tiempo, y la bendición está impregnada de este perfume, resultando en extremo grata.
Thomas Goodwin, en La respuesta a la oración.

Pensamos a veces que nos bastará ganar una vez una buena batalla sobre el enemigo, evitar categóricamente un peligro, una tentación, etc. Pero la realidad es otra. Sólo en Cristo tenemos la seguridad y la certeza de la victoria, pero debemos vigilar continuamente; no tenemos la promesa de que la batalla se acabará mientras estemos sobre la tierra.
J.N. Darby, en “Gethsemaní” Nº 28.

Tú diste un día de tu vida por lo que hiciste hoy, ¿valió la pena?
Anónimo.