Y Josué entonces le bendijo, y dio a Caleb hijo de Jefone a Hebrón por heredad».

– Josué 14:13.

En los versículos 10 al 12 del mismo capítulo 14 de Josué, Dios nos trae por su Palabra una enseñanza muy preciosa cuando dice: «He aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho».

Estos textos nos enseñan un asunto muy precioso; nos muestran una elección correcta. Ciertamente si nos preguntasen qué parte de la tierra escogeríamos, preferiríamos las campiñas con un hermoso río. Pero el sabio Caleb escogió un monte con gigantes hostiles y ciudades fortificadas. ¿Por qué un hombre de 85 años escogería un lugar así para morar con su familia?

Caleb era un hombre experimentado en el conocimiento de Dios, y lo que él temía era que su familia cayese en el ocio espiritual, en el olvido de Dios. En la lucha contra los enemigos, él ejercitaría la fe y la victoria en su Dios. Eso demuestra su testimonio cuando dice: «Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió». Es cierto que él no hablaba de fuerza física, sino de su fortaleza espiritual. La fe que él tenía no era en su fuerza, sino en la fuerza del Señor (Ef. 6:10-11).

Dios nos enseña que el excesivo compromiso de los hijos de Dios con el mundo, sin estar sobrio, vigilando, torna la vida cristiana infructífera (Lc. 8:14). Si Dios preguntara si queremos tribulaciones o prosperidad, es claro que muchos escogerían la prosperidad, mas la sabiduría de Caleb nos enseña que eso sería insensatez, porque «la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna» (Stgo. 1:3-4).

Sabiduría no es huir de las tribulaciones, sino conocer a Aquel que en todo nos conduce en triunfo. Sabiduría es soportar con paciencia la prueba, para que después de aprobados, recibamos la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman (Stgo. 1:12, Rom. 5:3-5).

¿Qué va a escoger usted? ¿Las vistosas campiñas del Jordán, todas bien regadas como el huerto de Edén, y acabar como Lot en Sodoma (Gn. 13:10), o, como Caleb, los montes de Hebrón con los gigantes hostiles y sus ciudades amuralladas?«Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca» (1 Ped. 5:8-10).

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