Cuando el Señor Jesús le dice a Nicodemo que debe nacer de nuevo, está usando una palabra griega que también puede traducirse como «de lo alto». De hecho, así lo ponen algunas Biblias. Pero Nicodemo entendió el significado más simple, y que encajaba en su sistema de creencias.

Para él, un gentil debía experimentar una suerte de regeneración si quería ser parte del pueblo de Dios, pero nunca un judío como él. Por tanto, pensó en el nacimiento físico, y de ahí su sorpresa y su pregunta consiguiente: «¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?».

Pero el Señor hablaba de un nacimiento celestial. La palabra griega anöthen se traduce como «del cielo» en Juan 3:31; y como «de arriba» en Juan 19:11. Así se establece el nacimiento de lo alto como un requisito imprescindible para entrar en el reino de Dios. En el primer capítulo de Juan ya se había dicho: «A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre … los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios» (Juan 1:12-13).

En el evangelio de Juan se hace una gran diferencia entre lo que es terrenal y lo que es celestial. Hablando Juan el Bautista dice: «No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo» (Juan 3:27); y luego agrega: «El que viene de arriba, es sobre todos … el que viene del cielo, es sobre todos» (3:31), refiriéndose a Jesús.

Nicodemo era un hombre bueno, y piadoso; un hombre íntegro según la ley. Pero las palabras del Señor nos dicen claramente que a Nicodemo no le bastaba ser perfeccionado según la ley, sino que necesitaba una intervención divina, un nacimiento de arriba. Aún el mejor hombre natural es infinitamente inferior que el peor hombre espiritual. La más selecta fabricación humana es nada ante la gloria de aquello que es nacido del cielo.

Por eso el Señor escogió a Nicodemo para decirle esto. Pudo habérselo dicho a la mujer samaritana o al hombre que había nacido ciego, pero no. Se lo dice al mejor de los hombres, para que no pensemos que basta con tener una naturaleza humana perfeccionada o ser un hombre ejercitado en ciertas virtudes.

Nicodemo, como todos los hombres, pertenece a la línea de Adán, y esa línea está irremediablemente perdida. Debe introducirse en nosotros una naturaleza nueva si es que queremos entrar en el territorio de Dios. Algo que resista el tiempo, y la eternidad. «Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba; la hierba se seca, y la flor se cae», dice el profeta. Solo lo que viene de arriba quedará en pie cuando esta tierra y este cielo sean removidos. Solo lo que es nacido de lo alto permanecerá para siempre.

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