Suavemente, suavemente,
Cristo entró a mi corazón,
suavemente Cristo, Cristo.
Con sus cuerdas me rodeó;
yo le di mi vida vana,
él me dio su grande amor.
Suavemente, suavemente
cautivó mi corazón.

Suavemente Cristo,
Cristo, Cristo,
entró a mi corazón,
hizo habitación conmigo,
es mi dueño y mi Señor.

Todo el tiempo que he perdido
ocupado sólo en mí,
hoy lo rindo todo a Cristo;
suavemente oí su voz,
y el abismo de mi alma
de su gracia lo llenó.

Hoy le sirvo de por vida;
nada quiero para mí.
Cuando parta de este mundo,
sus gavillas llevaré,
será el fruto de su gracia,
la cosecha de su amor.

Autor y compositor: Roberto Sáez (Chile)