DESDE EL GRIEGO

“Palingenesia” y “anagennao” son dos vocablos griegos que se traducen por “regeneración” y “renacer” respectivamente. “Palingenesia” es un sustantivo y “anagennao” es un verbo. Estas dos palabras, que aparecen mencionadas sólo dos veces cada una en todo el Nuevo Testamento, se complementan y por tanto deben considerarse juntas para un correcto entendimiento de la verdad del nuevo nacimiento o regeneración.

“Palingenesia” es una palabra compuesta formada por el prefijo “palin” y la palabra “genesia”. “Palin” significa “otra vez” y “genesia” quiere decir “nacimiento”, “génesis”, “generación”. “Palingenesia” entonces significa “volver a nacer”, “ser generado de nuevo”. Por lo tanto, a la hora de traducir “palingenesia” es correcto el uso de la palabra “regeneración” que, precisamente, significa “volver a generar”. “Palingenesia” aparece en Mateo 19: 28 y en Tito 3: 5, donde se dice que Dios “nos salvó mediante el lavamiento de la palingenesia (regeneración) del Espíritu Santo”.

No obstante, la palabra “palin-genesia” por sí misma no nos revela toda la verdad respecto de la regeneración.

En efecto, cuando se habla de “volver a nacer” la tendencia es pensar en “volver a nacer con el mismo nacimiento”. De hecho, así pensó Nicodemo cuando preguntó a Jesús: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?” (Jn. 3: 4). Pero Jesús no estaba hablando de “volver a nacer con el mismo nacimiento”, sino de volver a nacer con otra clase de nacimiento. Y en este punto radica la importancia del verbo “anagennao”.

Esta palabra, que también es compuesta, está formada por la preposición “ana” y el verbo “gennao” que significa “nacer” y “engendrar”. Es el prefijo “ana”, no obstante, el que indica de qué clase de nacimiento estamos hablando. “Ana” quiere decir que la acción de nacer tiene una dirección “hacia arriba”. Por ello, aunque Jesús en su conversación con Nicodemo usó solamente el verbo “gennao”, habló sin embargo de “nacer” de lo alto (Jn. 3: 3). “Nacer de lo alto” tiene, pues, el mismo sentido de “anagennao”: “Nacer de arriba”.

Es el apóstol Pedro el que usa dos veces “anagennao” en su primera carta (1: 3, 23). Aunque se traduce en ambos textos como “renacer”, ahora sabemos que “anagennao” es más que simplemente “gennao” y más que “palingenesia”.

Por lo tanto, la regeneración o el nuevo nacimiento no consiste en “nacer de nuevo”, sino en “nacer con un nuevo nacimiento”; consiste en experimentar un nuevo origen: No de la carne, sino del Espíritu; no de abajo, sino de arriba; no terrenal, sino celestial.

Aunque existiese la posibilidad de volver a nacer muchas veces del vientre materno, cada vez sería exactamente lo mismo. Jesús lo dijo así: “Lo que es nacido de la carne, carne es” (Jn. 3: 6). El nuevo nacimiento es “nacer de agua y del Espíritu”; es ser engendrado de lo alto, de Dios. ¡Aleluya!