Hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehová, hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste. Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, en el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, en el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado”.

– Éxodo 15:16-17.

La tendencia natural de nuestra humana naturaleza es hacer que nos preocupemos por el futuro. Nos inquietamos constantemente al pensar en nuestro porvenir. Nos preguntamos: ¿Me irá bien? ¿Conservaré mi empleo? ¿Podré alcanzar lo que deseo? ¿Retendré lo que he alcanzado? ¿Cómo será mi vejez? ¿Estaré sano o enfermaré? ¿Le irá bien a mi familia?

Sí, nos preocupamos por nuestro bienestar, por nuestra seguridad en el porvenir. El problema es que, muchas veces, esas preocupaciones nos conducen a vivir bajo ansiedad y desconfianza.

La Biblia dice que mucho antes de que Israel saliera de Egipto, mucho antes de que deambulara durante cuarenta años en el desierto y mucho antes de ser introducido a la tierra prometida, mucho, mucho antes de todo eso, ya el Señor había preparado para ellos las cosas que necesitarían en cada etapa de ese proceso.

“En el lugar de tu morada, que tú has preparado … en el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado”. Israel no tendría que esperar por los recursos de Dios… ¡Los recursos de Dios esperaban por el pueblo de Israel!

En el desierto, a los hombres y mujeres sedientos, les esperaba una Roca que manaba agua de vida. En el mismo desierto, a los hombres hambrientos y desesperados, les esperaba el maná que provenía directamente del cielo. No morirían de hambre en medio de la escasez. Dios tenía todo preparado de antemano para ellos.

Todo lo que necesitamos, lo que verdaderamente nos hace falta, ya Dios lo ha preparado para nosotros desde la eternidad. Todo lo que necesitamos, lo que nos hace falta, ya ha sido preparado por el Señor. No debemos vivir preocupados.

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