Claves para la comprensión de la epístola a los Hebreos.

Tengo una fuerte convicción en mi corazón de que, si queremos realmente comprender la doctrina del Nuevo Testamento, necesitamos conocer muy bien cuatro epístolas fundamentales: Romanos (la gloria del evangelio), Efesios (la gloria de la iglesia), Colosenses (la gloria de Cristo como la cabeza de la iglesia) y Hebreos (la gloria de la carrera cristiana).

Estos cuatro libros son como las cuatro patas de una mesa. Si queremos estabilidad sobre la visión cristiana y una comprensión más amplia, necesitamos invertir mucho tiempo en ellas.

Llamado a la madurez

La epístola a los Hebreos, en este contexto, es aquella que representa la gloria de la carrera cristiana. No sé cuál es su evaluación, pero la cristiandad general parece que fuera un gran grupo de niños. ¡Cuánta necesidad tenemos de avanzar hacia la madurez! ¡Cuánto de la obra de Dios ha sido hecha en la energía de la carne porque aún no somos maduros! ¡Cuán poco avanzamos como cuerpo hacia una madurez, cuán melindrosos somos como individuos, porque hemos resistido la acción del Señor en nosotros!

El gran llamamiento de Dios para la iglesia en estos días es el llamado a la madurez. Por cierto, un padre tiene complacencia en sus hijos pequeños, pero no se complace en que éstos permanezcan así. Sería un retraso. «Debiendo ser ya maestros… aun tenéis necesidad de leche» (Heb. 5:11).

«Os ruego hermanos que soportéis la breve palabra de exhortación» (Heb. 13:22). Son trece capítulos, pero es solo una palabra de exhortación. La epístola está compuesta de cinco exhortaciones, cada una con un foco específico, y hablan de un progreso en la carrera cristiana, desde la niñez a la madurez. ¡Cuán generoso fue el Espíritu al darnos este libro a través de la sangre de tantos mártires!

Exhortación (gr. paraklesis). Para = a un lado; klesis = raíz de kaleo, que significa «llamar». En este sentido, el Espíritu nos llama hacia un lado, de forma doble, pues exhortar es advertir y alentar. En nuestra carrera, necesitamos ser advertidos y alentados; no podemos ser desequilibrados. Advertencia y aliento, es un equilibrio divino, del Espíritu.

Es precioso ver que Hebreos usa muchas veces la primera persona plural. «Corramos … temamos…». Él teme en nosotros, él corre en nosotros. Nuestro compañero en la carrera cristiana es el propio Espíritu Santo, es el Espíritu de la promesa, de poder, de amor y de dominio propio. Éste es el autor de la epístola a los Hebreos. El Espíritu nos estimula a tomar con firmeza las verdades oídas (Heb. 1:12).

La primera lección tan sublime de este libro es que el Espíritu Santo está en nosotros, y aprender a andar en el Espíritu, a oír su voz (Heb. 3:7). Entonces, el Espíritu Santo es una nota relevante en esta epístola.

Cuatro veces en Hebreos se utiliza la expresión: «…se sentó» (Caps. 1, 2, 8 y 12). Es porque solo cuando Cristo se sentó, que recibió del Padre la promesa del Espíritu Santo, por causa de la exaltación de Cristo (Hechos 2:36). El Espíritu Santo habita en nosotros, pero también necesitamos habitar en él. El gran llamamiento de Hebreos está en el capítulo 10:19 en adelante, y es habitar en el Lugar Santísimo. El asunto no es tanto de entrar en el Lugar Santísimo, sino de permanecer en él. Hebreos llama a esto «la promesa» o «la perfección». ¡Cuán fuertes son estas palabras!

Hebreos 7: Si la perfección hubiese venido por el sacerdocio levítico, no necesitaríamos de otro sacerdote. Entonces, habla de un sacerdocio superior, el de Melquisedec. El Hijo Sacerdote – este es el alimento sólido de Hebreos. Está en los capítulos 7 (nuevo sacerdocio), 8 (nuevo pacto), 9 (el poder de la Sangre abriendo el nuevo santuario y estableciendo el nuevo pacto), y 10 (cómo vivir en el Lugar Santísimo).

Muchas veces en la Biblia se hace este contraste entre el Espíritu y la carne. Hebreos nos explicará cómo es vivir en el Espíritu, permanecer en el Lugar Santísimo. A veces somos como turistas del Lugar Santísimo, pasamos más tiempo fuera que adentro. Recuerden a Pablo hablándole a los Corintios; «no puede hablarles como espirituales, sino como a carnales». El niño conoce el ambiente de la carne. No solo la carne con la depravación, tiene que ver con los sentidos. Judas les llama «sensuales». Andan según los sentimientos, simpatías y antipatías, según las evaluaciones, las circunstancias. Esto es andar en la carne y no en el Espíritu.

Cómo permanecer en el Lugar Santísimo, sin salir de ahí, contemplando al Señor, viviendo en un ambiente espiritual y produciendo fruto espiritual. Gálatas 5:22: «El fruto del Espíritu». Es un fruto con muchos gajos, nueve gajos. Amor, gozo, paz paciencia, benignidad, bondad, fe mansedumbre, templanza. Este es el fruto del Espíritu. No hay cómo tener más mansedumbre que gozo.

A veces pensamos que el cielo es un supermercado de bendiciones. Nosotros debemos medir el estado de nuestra vida cristiana según lo que tenemos de menos. La medida que tenemos de dominio propio es la misma medida de gozo, de paz, de amor. Porque es el mismo Espíritu que produce un solo fruto. A veces somos calmados, pero es algo natural, y no somos alegres. Es una calma hasta que alguien nos pise en el callo correcto.

Debemos medir nuestra estatura espiritual por aquello que nos falta, porque es el fruto del Espíritu. La gran lección de Hebreos será enseñarnos el camino espiritual, para salir de la niñez hacia la madurez. Hebreos 6, veamos como comienza este texto. «Dejando de lado los rudimentos de la doctrina de Cristo…vamos adelante a la perfección». Nuevamente, el Espíritu Santo en nosotros y nosotros en el Espíritu. «Dejémonos llevar a la perfección». Perfección, madurez, plenitud.

Una visión panorámica

Hay cinco características de la condición de los hebreos, que nos serán semejantes, pues nuestra carencia de madurez es la misma.

Primero: Hebreos 5:11-13. Ellos no eran creyentes nuevos. Los hebreos tenían entre 5 a 10 años de carrera cristiana como máximo. Entonces cuando el Espíritu dice que ellos deberían ser ya maestros, de algún modo entre 5 a 10 años de vida cristiana deberíamos estar enseñando a otros, bendiciendo y cuidando a otros.

Los niños tienen dos marcas principales. La primera es atención y cuidado. Cuántas veces invertimos tiempo en hermanos pequeños, que en realidad son retardados en su crecimiento. La segunda marca es que un niño jamás toma responsabilidades por otro. No existe la palabra «otro» para un niño. «Tened la misma mente que hubo en Cristo Jesús» (Fil. 2).

No podemos conocer esta mente si no permanecemos en el Lugar Santísimo. Debiésemos ser una asamblea madura, que acoge y atrae a otros, un evangelio ambulante. Nosotros leemos la Biblia, pero el mundo lee a la iglesia. Muchas veces lo que impide que el mundo llegue a la iglesia es que el rostro nuestro no atrae.

Segundo: Hebreos 6:10-12. Ellos estaban retrocediendo. Esta es una lección fundamental; en la vida cristiana no hay paralización: o avanzamos, o retrocedemos. Esto tiene que ver con el carácter del Señor, el que no es por él es contra él; el que con Cristo no recoge, desparrama. Este es el carácter radical del evangelio, es como el hacha puesta en la raíz de los árboles. Avanzamos o retrocedemos. Si no administramos lo que el Señor nos dio, entonces lo perdemos.

«Deseamos que cada uno de vosotros progrese». «Con solicitud, diligencia, con cuidado para no desviarse». «Para que no os hagáis perezosos». Hebreos 10:35-39. Otra evidencia que estaban retrocediendo. No somos de aquellos que retroceden. Aquí hay otra palabra muy significativa que aparece pocas veces en la epístola, y es la «paciencia» o «perseverancia». Lo que Hebreos nos enseña es que no sólo heredamos las promesas por la fe, sino también por la paciencia (Heb. 6:12).

Los hebreos estaban retrocediendo. Hebreos 10:38 menciona la cita de Habacuc: «El justo vivirá por la fe». Es un detalle importante a considerar también que es citado en el Nuevo Testamento tres veces, Romanos 1, Gálatas 3, y esto tiene que ver con la justificación por la fe, que justifica al impío. En Hebreos está puesto dentro de la carrera de la fe, y dice: «Si retrocediere, no agradará a mi alma». Entonces el justo no sólo es justificado por la fe, sino que en la carrera cristiana, el justo vive de la fe; por esto, de la fe y la paciencia, se heredan las promesas.

Tercero: El miedo sustituía a la fe. Es otra característica de la infancia. En la infancia espiritual, el miedo supera a la fe. Miedo al pasado, al presente, al futuro, a la pérdida y la ganancia. Somos criaturas paradójicas, ni nosotros nos entendemos.

Hebreos 11 es llamado una mención completa respecto a la fe. Hebreos 11:23: «No temieron el decreto del rey». Hebreos 11:27: «No temiendo la ira del rey». Primero, los padres de Moisés no tuvieron miedo, y luego, Moisés no temió la ira del rey. Esta es una fe que supera al miedo. Cuando no avanzamos en la carrera cristiana tenemos miedo de todo y de todos.

Si nosotros no avanzamos por la fe hacia el Lugar Santísimo, ¡pobres de nosotros!, o soberbios o deprimidos, o poniendo nuestra seguridad en la abundancia, o murmurando por causa de todo. Si no avanzamos a la madurez, no hay testimonio ante el mundo, pues viviríamos tal como ellos. Sólo hay una salida como iglesia: avanzar, avanzar y avanzar. Cuando avanzamos, muchas dificultades son curadas sin ni siquiera tocarlas; cuando la iglesia tiene en sí misma modelos de vida espiritual que constriñen a avanzar, entonces todos somos estimulados.

Cuarto: Los hebreos estaban cansados (Hebreos 12:13), tenían su ánimo o disposición cansada. «Por lo cual levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas». Eran cristianos veteranos, cansados. El remedio está en la misma epístola: una visión renovada de la persona y la obra de Cristo. Usted ve a la persona y la obra junta de Cristo en las siete glorias del primer capítulo.

Nuestra oración y deseo debe ser una sola: «Señor, abre nuestros ojos del espíritu para ver la gloria de Cristo», pues esta es una visión que marca, que atrapa, que nos constriñe y no nos da opción. El único remedio para veteranos cansados es una visión renovada de la gloria de Cristo. Este es el remedio para permanecer en él, corriendo la carrera, para mirar fijamente al autor y consumador de nuestra fe.

Quinto: Hebreos 3:7. La infancia espiritual es marcada por estar rodeados de la Palabra, pero no estar oyendo de verdad. La Palabra es escuchada, pero no es oída. Nosotros escuchamos con la oreja, pero oímos con el corazón. «Si oyereis hoy su voz». Oír es una facultad espiritual. Necesitamos guardarnos en este terreno también. Las iglesias normalmente están rodeadas por la Palabra, pero, ¿cuánto de esa Palabra estamos realmente oyendo?

Hebreos 4:12. Utilizaremos la ilustración de un dentista, que cuando ha de hacer la amalgama tiene por un lado polvo de plata y por el otro el mercurio. Cuando están separados, nada sucede, pero al mezclarlos sólo hay ocho minutos para hacer la restauración del diente. Cuando el Espíritu habla, si no mezclamos la Palabra con fe, ella se perderá. Si no mezclamos esta palabra con fe, de aquí a diez minutos estará perdida.

Los hebreos estaban rodeados por la Palabra, pero sin oírla. El pueblo de Israel fue rodeado por las obras de Dios –maná del cielo, agua de la roca–, pero no conocieron Sus caminos. El pueblo vio las obras, pero Moisés conoció Sus caminos. Nosotros estamos llamados a ver Sus caminos. La infancia ve aquello que él hace. Pero la vida madura permite ver aquello que Dios es.

Cinco grandes exhortaciones

La epístola a los Hebreos contiene cinco pasajes exhortativos combinados con cinco pasajes de enseñanza. Es un libro de una composición progresiva. Las cinco exhortaciones están presentadas de modo parentético. Entonces, primero hay una enseñanza y luego una exhortación, y otra enseñanza más y otra exhortación, con el propósito de que alcancemos la plena estatura del varón perfecto, la plena madurez.

Primera exhortación

Privilegio: Una salvación tan grande

Hebreos 2:1-4. Es la primera exhortación. Todo el capítulo 1 tiene una enseñanza, y los primeros cuatro versículos del capítulo 2 tienen la primera exhortación. Tiene que ver con la tan grande salvación, éste es el tema, y el peligro es la negligencia, o el «descuidamos» del versículo 3. ¿Cómo escaparemos nosotros si somos negligentes con una salvación tan grande?

«Dios nos ha hablado por el Hijo». Pero la idea original es que Dios nos habló en el Hijo, es hablar de la comunión de naturaleza con el Hijo. Dios habló por los profetas, instrumentos. Pero el Hijo no es un mensajero ni instrumento, es el Hijo. Por esto dice que aquél que no honra al Hijo no honra al Padre. Dios nos habló en el Hijo, pues el Hijo nos comunicó la naturaleza del Padre. Los cuatro versículos de Hebreos 1 están condensando todo el libro. La carta posteriormente abrirá estos versículos a lo largo de los trece capítulos.

El tema del libro de Hebreos es el hablar en el Hijo; es exhortativo, para llevarnos a la plenitud. Cuando el Hijo se hizo carne y entra en el Jordán, los cielos no se contienen y se oye Su voz. «Éste es mi Hijo amado en quien tengo contentamiento». Sobre él reposaba todo el propósito de Dios y fue obediente hasta la muerte de cruz, y lo cumplió. Él es la delicia de Dios. Ahora veamos que esta delicia, el Logos, es el prototipo del cual Dios creó al hombre. Entonces Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen». Para encontrar a Cristo en los hombres, sus delicias entre los hombres.

Peligro: La negligencia

El Hijo es todo aquello que Dios nos dio. Entonces, tengamos mucho cuidado de rehusar oír al Hijo. ¡Cómo escaparemos si descuidamos una salvación tan grande! Dios nos habló en el Hijo, «por tanto» es necesario que nos agarremos, sin soltarnos, de las verdades oídas. El privilegio aquí es la tan grande salvación y el peligro es la negligencia. Debemos de tomar la palabra con fe para que no se escape.

La palabra «descuidar», en el original, tiene al menos cuatro significados:

1. Desviarse: Escaparse de la mente. Debemos mezclar la palabra con fe, para que no se pierda.

2. Vaso agujereado. Si la entrada de agua es mayor que el forado el vaso parecerá lleno, pero no es capaz de retener nada.

3. Un barco a la deriva, sin vela ni rumbo. Muchos cristianos podemos caer en esto, sin identidad, sin saber de dónde venimos ni a dónde vamos. El poder de Dios es darnos identidad, curso.

4. Negligencia. En Mateo 22:5, aparece la misma palabra, y es traducida así, en la parábola de las bodas. Los primeros invitados no quisieron ir, y el Señor manda a llamar a otros, pues todo estaba dispuesto (todo está consumado). Ahora el Hijo se puede sentar; ya no trabaja, hoy trabaja el Espíritu Santo hasta que todos sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. El versículo 5 entonces dice: «sin hacer caso», para aquellos que no le dieron importancia al convite de las bodas.

Si no nos importa esta salvación tan grande que regenera nuestro espíritu, muda completamente nuestra alma, y que finalmente alcanzará nuestro cuerpo mortal, ¿cómo escaparemos si somos negligentes? A veces escondemos nuestro ego, nuestra codicia, soberbia, en una fraseología espiritual. Pero Dios conoce nuestros corazones. ¿Cómo escaparemos si no nos importa aquél que nos proveyó todo?

Hebreos 7:25. Es uno de los versículos más importantes de toda la carta. «Por lo cual puede salvar perpetuamente a aquellos que por él se acercan a Dios». Es una ilustración muy bonita. Esta palabra – «Salvar perpetuamente (perfectamente)» – aparece sólo una vez más en las Escrituras. Por esta razón, algunos creen que fue Lucas el autor de la epístola a los Hebreos.

Lucas 13:11. Es la historia de una mujer con un espíritu de enfermedad hace dieciocho años. Ella andaba encorvada y sin poder enderezarse en ninguna manera. Esta es una sola palabra en el griego. Esta era nuestra condición. La palabra «acercarse» es muy repetitiva en Hebreos. El capítulo 7:25 dice que Cristo puede salvar perfectamente a aquellos que por medio de él se acercan a Dios. Hebreos 4:14-16.

Nosotros éramos como aquella mujer, incapaces de enderezarnos, y nuevamente dice: «acerquémonos», pues Cristo está sentado a la diestra de Dios. Si nos acercamos podremos disfrutar de todo aquello que Cristo hizo en la cruz y todo lo que él hace en nosotros por el Espíritu.

Entonces, acerquémonos, confiadamente al trono de la gracia. La primera vez que se menciona «Trono» en la epístola es en Hebreos 1:4, donde está sentado Cristo a la diestra de Dios. Para luego mencionar en el capítulo 4 que nos acerquemos al trono de la gracia y misericordia. Estos son los dos brazos del río del amor de Dios. La gracia es que Dios nos dé aquello que nosotros no merecíamos, y la misericordia es que Dios no nos dio aquello que sí merecíamos, la muerte. Por causa de la cruz de Cristo la misericordia triunfó sobre el juicio. Él no vino a juzgar al mundo sino a salvarlo.

Esto nos da una tremenda responsabilidad, pues, ante el tribunal de Cristo, no podremos decir que Dios no nos dio gracia. Nuestra vergüenza en Su venida podría ser no habernos allegado al trono de la gracia, por esto nuestro llamado es acercarnos a su trono y alcanzar gracia para habilitarnos, y misericordia, porque somos polvo.

Podemos tornar la gracia vana en nosotros, a pesar de que sea útil en Cristo, si es que no hacemos uso de ella para nuestras vidas. Por eso Juan dice que todos nosotros hemos recibido de Su plenitud gracia sobre gracia. Ella capacitará nuestra responsabilidad. Ella operará en nosotros tanto el querer como el hacer. El Sumo sacerdote está en el trono de gracia y de misericordia, y derramó el Espíritu Santo. No nos puede dar nada mejor. A veces pensamos que el patrón cristiano es tan alto, no hemos comprendido la herencia que tenemos, qué significa el Espíritu Santo morando en nosotros. Que el Señor abra nuestros ojos para andar en el Espíritu, orar en el Espíritu y vivir la comunión en el cuerpo. ¡Cómo escaparemos si descuidamos, si no hacemos caso a una salvación tan grande!

Segunda exhortación

Privilegio: Vocación celestial – la Casa

Hebreos 3:7-4:13. El tema es la vocación celestial, y el peligro envuelto es la incredulidad. ¿Cuál es nuestra vocación celestial? Los capítulos 3 y 4 involucran tres aspectos muy importantes. Debemos leerlos con cuidado, muchas veces, para que la Palabra pase de la Biblia a nuestros corazones y nuestros ojos se abran. Tres veces en esta exhortación es mencionado un versículo del Salmo 95. «Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones». Hebreos 3:7, 3:15, 4:7. Tres veces. No es sólo una mención repetitiva; el Espíritu nos quiere llamar la atención en algo muy interesante.

Hebreos 3:7. Tiene que ver con la edificación, con la casa de Dios. Esto lo sabemos por el versículo 6, «la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza». Vea el «Si…». El Hijo obtendrá su casa si somos edificados juntos. ¿Cómo? Oyendo la voz del Espíritu Santo. Entonces el hablar del Espíritu tiene que ver con ser edificados casa para Dios. Éste es el primer ítem de nuestra vocación celestial.

Cuando Jeremías se lamentaba en el capítulo 4 de Lamentaciones por la destrucción de Jerusalén decía: «¡Cómo se esparcieron por las esquinas de todas las calles las piedras del santuario!». Esta palabra «cómo», en el original hebreo, se expresa en medio de la destrucción de la casa de Dios. Esta es la situación de la iglesia hoy. La iglesia hoy está en ruinas, pero nuestra vocación celestial es ser edificados casa para Dios.

Dios quiere tomar una piedra, y colocarla junto a la otra; no más piedras esparcidas, las piedras necesitan ser edificadas juntas para obtener la casa. Muchas veces nos preocupamos con nuestras vidas y no la de los otros, nos preocupamos con nuestro ministerio, nos consideramos superiores a los otros, y en estas situaciones no somos edificados casa de Dios.

Hebreos 3:15. Otra vez se repite esta expresión. Para comprenderlo necesitamos ver el versículo 14, que tiene que ver con ser participantes de Cristo. Según él es, nosotros somos en este mundo, dice el apóstol Juan. El Señor oró en Juan 17: «Ellos no son del mundo, así como yo no soy de este mundo». Ser participantes de Cristo o semejantes a Cristo puede ser posible si oímos hoy la voz del Espíritu Santo y no endurecemos nuestros corazones. Entonces el hablar del Espíritu Santo es el que produce en nosotros la semejanza a Cristo.

Hebreos 4:7. Vea los versículos 8 y 9 y todo el contexto mayor. El tema aquí es entrar en el reposo de Dios. Entonces hay tres aspectos: Ser edificados casa de Dios, un lugar para que descanse su gloria, su presencia y su habitación. El segundo es ser participantes de Cristo y finalmente, en tercer lugar, entrar en su reposo.

Peligro: La incredulidad

Nosotros podemos ser creyentes incrédulos, con relación al entendimiento de la gran vocación celestial. Ahora, vea cómo termina este pasaje exhortativo (vv. 12 y 13). El asunto aquí es la palabra de Dios; es claro, pues tres veces ya se dijo: «Si oyereis hoy Su voz, no endurezcáis vuestros corazones». Entonces el texto culmina hablando de la palabra de Dios. Es muy lógico. Si mezclamos la palabra con fe y la hacemos nuestra, entonces ocurrirá lo de los últimos versos.

«Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos». El original habla de cuchillo, aquella daga que el sacerdote usaba para cortar el sacrificio. Literalmente, es el «cuchillo del sacrificio de la palabra de Dios». Para que los tres aspectos de la vocación sean cumplidos en nosotros, es necesario exponernos a la palabra de Dios, y que la Palabra de Dios habite abundantemente en nuestros corazones.

Romanos 12:1: «Os ruego que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo…». Esto es consagración, el sacrificio puesto en el altar. El sacerdote, con su cuchillo de sacrificio, abre la ofrenda por el medio y quita la piel que la cubre. Así hace Cristo con nuestra máscara hipócrita. Tenemos tantas máscaras que a veces no sabemos quiénes somos. Un hipócrita es un actor, que ni él mismo sabe quién es, perturbado por sus propios pensamientos; pero, cuando nos consagramos al Señor, el sacrificio es puesto en el altar y por el Espíritu la piel es quitada, la hipocresía es quitada, y entonces somos expuestos delante de él.

«Examíname oh Dios y conoce mi corazón»; «Pruébame y conoce mis pensamientos». Si no podemos orar así, no podremos ser edificados casa de Dios. Seremos un club de convivencia, pero no la casa de Dios. Después de quitar la piel, entonces el cuchillo penetra profundamente hasta las entrañas. Esto hace la palabra: nos vuelve íntegros, y divide el alma del espíritu. Nosotros confundimos el alma y el espíritu; a veces creemos tener fervor o celo que viene del espíritu, pero es del alma. Sólo mediante la palabra de Dios podremos vivir una vida espiritual.

Tercera exhortación (Hebreos 5:11-6:20).

Privilegio: Llamados a la madurez

Hebreos 5:10 usa el nombre de Melquisedec y 6:20 repite el nombre de Melquisedec. Melquisedec al comienzo y Melquisedec al final, y lo que hay entre estas dos menciones es la tercera exhortación de esta carta, el tercer pasaje parentético; porque la enseñanza fue dada antes y otra será dada después, y entre estas dos enseñanzas se encuentra el pasaje exhortativo. El autor detiene el asunto en Hebreos 5:10. Hasta aquí, él viene dando una enseñanza, pero al mencionar a Melquisedec detiene la enseñanza y hace una exhortación.

Hebreos 5:11. «Acerca de esto tenemos mucho que decir». Lo que él va a decir está entre el capítulo 7 hasta el capítulo 10, y lo que él va a decir es lo que en el versículo 12 llama «alimento sólido»: «…tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido». ¿Qué alimento sólido es este? Es la enseñanza sobre Melquisedec, lo que significa que el Señor sea sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, no según el orden de Leví, no según la orden de Aarón; un sumo sacerdote que no vino de la tribu de Leví, que vino de la tribu de Judá, la tribu real.

Melquisedec habla de Él, como figura enigmática en el Antiguo Testamento. Solo es citado una vez, pero es un gran personaje. Él bendijo a Abraham. Abraham pagó los diezmos a Melquisedec y Abraham es el bisabuelo de Leví, entonces en el capítulo siete dice que Leví pagó los diezmos a Melquisedec en los lomos de Abraham. Entonces este capítulo nos va a decir cuán grande es este Melquisedec. Se nos dice que es evidente que el mayor bendice al menor; entonces, Melquisedec bendice a Abraham.

Entonces, la epístola dice muchas veces que Jesús es sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, pero al comenzar el capítulo 7 va a decir que este grande Melquisedec es solo una sombra, una figura, un tipo de Alguien que es mucho mayor que él, el Hijo de Dios, que permanece sacerdote para siempre.

Desde el capítulo 7 a 10 encontramos el alimento sólido de Hebreos. Pero este alimento sólido no puede ser digerido por niños espirituales, porque no tienen comprensión para eso. Hebreos 5:14 señala que los que han alcanzado madurez tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. El niño no lo tiene, pues no discierne el bien y el mal. Los adultos en la fe tienen la facultad de discernir o juzgar; esto habla de madurez espiritual, porque habitamos en el Lugar Santísimo de la presencia de Dios. Es allí donde el capítulo 10 nos va a llevar, y a causa de habitar allí tenemos las facultades ejercitadas para juzgar todas las cosas. Por eso, Pablo dice que el hombre espiritual juzga todas las cosas, mas él mismo no es juzgado por nadie.

Cuando seguimos el camino de estas exhortaciones, vemos que ellas nos presentan un camino de madurez, para comprender realmente el significado de la persona y obra de nuestro Señor Jesús. Y no solo tener una visión clara acerca de la persona y obra del Señor Jesús –porque no somos visionarios–, solo por tener una visión, sino para que nos apropiemos de la realidad espiritual envuelta en ella, implicada en la visión espiritual.

La enseñanza de Hebreos para entrar al Lugar Santísimo no es para que comprendamos el Lugar Santísimo, ni siquiera es para que sepamos que el Señor abrió un camino nuevo y vivo, porque si él abrió pero nosotros no entramos, ¿qué valor tiene eso? Por eso, en el 10:19 nos va a decir: «Teniendo osadía para entrar al Lugar Santísimo»; pero claro, antes de entrar, tenemos que ver esta maravillosa persona y obra del Señor Jesús, por medio de una visión espiritual.

Estas cosas no son fáciles de entender. El Espíritu de sabiduría y revelación tiene que ser misericordioso con nosotros; el velo de nuestro entendimiento tiene que ser rasgado, porque la iglesia no es un seminario, no lo podemos aprender intelectualmente. Pero para esto fue dado el Espíritu Santo. Su placer es rasgar el velo, es abrir nuestros ojos, es hacernos entrar y que permanezcamos.

Entrando en la tercera exhortación, vemos que el tema es «la madurez». En Hebreos 6:1 dice «Dejémonos llevar hacia lo que es perfecto», aquello que es maduro, completo, que es adulto. Esta es la idea. La exhortación comenzó en el 5:11, diciendo que Dios no quiere que nosotros nos quedemos como niños, descuidados, perezosos. La palabra «tardos» en el versículo 11, es la misma palabra de Hebreos 6:12, traducida como «perezosos», «indolentes» o «descuidados», es la misma palabra en el original. Hebreos 5:11: «…por cuanto os habéis hecho tardos para oír.» Por eso no podemos conocer el camino espiritual, porque hemos sido lentos, tardos.

Peligro: La apostasía

El peligro ligado a esta exhortación es la «apostasía». En Hebreos 6:6, la palabra «recayeron» es importante en este contexto. Algunos creen que aquí señala que la salvación eterna se puede perder, pero no es esa la enseñanza de este pasaje. Los primeros tres versículos hablan sobre seis fundamentos, tres pares: arrepentimiento de obras muertas y fe, enseñanza de bautismo y la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno.

Cuando somos introducidos en estos fundamentos, no puede ser que seamos introducidos de nuevo: solo es posible una vez. No podemos nacer de nuevo dos veces. Cuando somos introducidos en estos fundamentos, esto llega a ser nuestro. Lo que vemos ahora es que el peligro de esta exhortación no es la pérdida de la vida eterna. La vida eterna es eterna, no se puede perder, es un don de Dios, y los dones de Dios son irrevocables.

La palabra «recayeron» significa «ponerse al margen del camino». Nosotros estábamos caminando, fuimos introducidos por el arrepentimiento de obras muertas, por la fe en Dios, por el bautismo y así hacia adelante, recibimos la enseñanza de la resurrección de los muertos – aquellos que creen en el Señor pasaron de muerte a vida. Estos son los fundamentos. Nosotros ya sabemos eso, somos la iglesia de Dios, ya fuimos introducidos en el caminar espiritual. Pero en algún momento, nosotros caímos, apostatamos, nos colocamos al margen del camino, no estamos avanzando más, los brazos están caídos, las rodillas paralizadas (capítulo 12).

Por lo tanto al conocer el significado de esta palabra, vemos en el 6:6, que es imposible ser renovados para arrepentimiento, para aquellos que ya conocieron el arrepentimiento de obras muertas, que ya tienen vida eterna, etc. Las palabras usadas en el versículo 4 son muy fuertes; tenemos 5 ítems: Fueron iluminados, probaron del don celestial, fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, asimismo gustaron de la palabra de Dios y los poderes del siglo venidero. Esta es una verdadera conversión, es una realidad espiritual. Entonces el asunto aquí no se refiere a un incrédulo, sino a un creyente, que antes caminaba, que llegó hasta un punto, pero que ahora se quedó al margen del camino.

Dos exhortaciones fueron mencionadas, la primera ligada a la negligencia, que es el inicio de nuestra decadencia, y la segunda a la incredulidad. Los peligros involucrados en las cinco exhortaciones son progresivos. Es una caída progresiva; nadie cae de un barranco de una sola vez, sino que va rodando hasta el final. Es así como caemos. Entonces, las cinco exhortaciones nos muestran un camino de progreso y un camino de decadencia.

Necesitamos avanzar a través del camino de estas exhortaciones, o si no, quedaremos al margen; vamos a caer, paso a paso. Primero negligencia, luego incredulidad, continuando con apostasía, siguiendo con el vivir en la práctica del pecado. El privilegio de la cuarta exhortación es vivir en el Lugar Santísimo. Y finalmente, el quinto paso, es la indiferencia, es el más terrible. Nada más tiene importancia para nosotros, Su palabra, el caminar espiritual, la vida de los hermanos, etc. Nos volvemos críticos, cínicos, escépticos.

El ejemplo que se usa en el capítulo 12 es Esaú. Él tenía el derecho de la primogenitura, y eso, traducido al Nuevo Testamento, es volverse semejante a Cristo, ya que este derecho habla de una porción doble, de la plenitud de Cristo, de Cristo formado en nosotros, de una herencia plena. Entonces, cuando Esaú miró esto y el plato de lentejas, dijo que no le valía su derecho si ahora él tenía hambre, para saciar sus deseos, considerando común lo que es santo.

Si nos vemos en uno de estos niveles, hay un solo camino para nosotros – el arrepentimiento. Este arrepentimiento no se relaciona con ser introducidos nuevamente en los fundamentos sino que se trata de que nos arrepintamos y nos volvamos al Señor en el lugar de donde caímos. Como lo que el Señor le dijo a la iglesia en Éfeso.

Hebreos 6:7. La metáfora usada aquí es interesante – «la lluvia que viene del cielo», es una figura de la palabra de Dios, una figura del Espíritu Santo. La «tierra» de la que se habla aquí, son nuestros corazones. Nosotros recibimos la lluvia que cae sobre la tierra; no cae siempre, pero cae muchas veces. La palabra «muchas veces» aparece muchas veces. Entonces al caer la lluvia sobre nuestros corazones, producimos una hierba útil para aquellos por los cuales esa planta es cultivada, pero si producimos espinos y abrojos, es rechazada, este rechazo no significa ser lanzado fuera de la presencia de Dios.

Pablo en 1ª Corintios 9:27 nos dice: «sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado». Aquí, Pablo temía ser descalificado o eliminado; lo mismo que en Hebreos, es un ser eliminado, descalificado, una pérdida para entrar en la plenitud de Cristo, en el lenguaje de la última exhortación, que es entrar en la herencia del reino.

Aquí en Hebreos 6:7 hay una mención interesante – «producir hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada», Hebreos 13:7 y 17. Aquel suelo que produce hierba provechosa, habla de nuestros corazones, siendo cultivados por nuestros pastores; y al hacer lo que señala el capítulo 13:7 y 17, estas plantas crecen y dan sus frutos que agradan el corazón de estos pastores, ese corazón recibe bendición de parte de Dios. Nos acordamos de Hechos 20:28. El Espíritu Santo los nombró epíscopos para pastorear la iglesia de Dios.

La metáfora del capítulo 6 se relaciona con esta correspondencia de los pastores con los que son pastoreados. Los pastores que están involucrados con la palabra tienen una responsabilidad tremenda, de enviar lluvia a nuestros corazones y nosotros también de producir hierba provechosa para aquellos por quien es cultivada. Si esto es verdad, recibimos bendición de parte de Dios.

La iglesia es el cuerpo de Cristo; no es algo desordenado, somos responsables los unos por los otros. Dios estableció guías, no exactamente pastores, porque todos somos un solo rebaño y tenemos un solo Pastor, pero digamos que tenemos ovejas adelante, ovejas guías, aquellas que ya tuvieron su pierna quebrada más veces. Es un llamado de atención para los jóvenes también. Si estos jóvenes van a trabajar, bajan a un pozo, son amarrados con una cuerda y quien sostiene esa cuerda son los más viejos.

En la casa de Dios necesitamos soporte. No podemos considerarnos viejos en la obra de Dios; el carácter no se forma de un día para otro. Entonces, cuando Cristo establece su carácter en los hermanos más viejos, es una gran bendición. Ellos no son responsables de hacer, de ir a todos los lugares, pero son responsables de tener hombros muy anchos, para que otros puedan apoyarse sobre ellos, sobre su vida, sobre su fe, sobre su testimonio, sobre su carácter. Por eso, «imitad su fe» (13:7).

Una de las vías para nuestra madurez es obedecer a nuestros guías, estar sujetos a ellos, imitar su fe. Ellos velan por nuestras almas, como aquellos que tienen que dar cuenta. No es una responsabilidad pequeña, no puede ser dejada a un lado.

Cuarta exhortación

Privilegio: Vivir en el Lugar Santísimo

El tema de esta exhortación es una vida en el Lugar Santísimo, una vida en la presencia de Dios. Y ¿cuál es el peligro que acompaña esta exhortación? Está en el versículo 26, vivir deliberadamente en pecado.

Entonces, si nuestro llamamiento es para vivir en la presencia de Dios, ¿cómo podemos vivir en pecado? Es triste esto, pero esta es nuestra condición. Si tuviéramos nuestros ojos abiertos, vean, ya fueron cuatro capítulos, del 7 al 10, para hablarnos de esta sangre que abrió este camino – la preciosidad de la sangre, el poder de la sangre.

Entonces, después de presentar ese camino, él exhorta. Si vivimos deliberadamente en pecado, no resta más sacrificio por nuestros pecados. ¿Usted nota lo que el autor quiere decir? ¿Qué más puede ser hecho por nosotros? Todo está listo, todo está hecho, el camino está abierto. ¿Por qué vivir deliberadamente en pecado, ofendiendo la sangre derramada, entristeciendo al Espíritu Santo? Vea que esto es dicho en el versículo 29: «¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?».

Note lo que dice aquí. Su sangre ya fue derramada, el camino ya fue abierto, el pacto ya fue hecho, el Espíritu ya fue derramado para habitar en nosotros. ¿Cómo vamos a vivir deliberadamente en pecado? Eso es terrible, porque está todo hecho. El Señor no puede vivir en el Lugar Santísimo por nosotros; nosotros vamos a vivir en el Lugar Santísimos con él. Es necesario que ese sea nuestro deseo, la rendición de nuestra voluntad. Tenemos los ojos abiertos por el Espíritu, damos gracias al Señor, lo adoramos y entramos por la fe y habitamos en el Lugar Santísimo.

Peligro: Pecar deliberadamente

Entonces el peligro aquí es vivir deliberadamente en pecado. Ahora, vea lo que dice en los versículos 19-25. Vamos a notar aquí algunos detalles. Recuerden que la enseñanza solo termina en el versículo 25; entonces este pasaje aun es enseñanza, no es exhortación. Del 19 al 25 es un lindo pasaje, porque es una enseñanza de cómo vivir en el Lugar Santísimo. Entonces, aquí estamos en el punto más alto de la carta; todo lo que fue escrito antes tiene este objetivo – cómo vivir en el Lugar Santísimo.

Primer paso, versículos 19 y 20. Visión del camino abierto por la sangre. Visión, revelación. Él abrió un camino nuevo y vivo. Es esta realidad espiritual, entendimiento espiritual, visión espiritual. Por eso Pablo ora por los Efesios, para que Dios les conceda espíritu de sabiduría y revelación en el pleno conocimiento de Él.

Hermanos, esto es algo espiritual. Nosotros vamos a orar respecto a esto. Necesitamos doblar nuestras rodillas e ir delante del Señor, y decir: «Señor, abre mis ojos, quita estas escamas de mis ojos. Yo quiero ver la persona y obra de Cristo, el Rey Sacerdote, aquel que abrió el camino y yo puedo entrar con confianza». Revelación – significa que las escamas caen de nuestros ojos.

Recuerden cuando el Señor encontró a Saulo en el camino a Damasco. Saulo era un fariseo tremendo. Él creía que sabía todo. Y él comenzó a perseguir a la Iglesia. Cuando el Señor lo encontró, Saulo quedó ciego por tres días, hasta que Ananías lo bautizó, y entonces las escamas de sus ojos cayeron, e inmediatamente él vio a Ananías, alguien que es anónimo en el libro de Hechos. Cuando Pablo vio a Ananías, vio el cuerpo de Cristo.

Entonces, la visión espiritual es algo que compete al Espíritu Santo darnos, pero que no cae de gracia aquí en nuestro pecho. ¿Por qué no de gracia? ¿Por qué el Señor habló a su iglesia en Laodicea? «Compra…». Comprar tiene un precio. «Compra colirio para ungir tus ojos, para que veas». Nosotros ya fuimos regenerados, el Espíritu ya habita en nosotros y eso es por gracia.

Entonces, ¿qué significa comprar revelación? ¿Cuál es el precio? El precio es todo de nosotros; el precio es estar delante del Señor. Que estemos a los pies del Señor, con nuestros intereses en el Señor, no en las cosas del Señor, mucho menos en el mundo y sus intereses. Ese es el precio de la revelación. «Compren de mí colirio», entonces necesitamos ir a los pies del Señor. Y él sabe si nuestro corazón desea o no verdadera revelación; él sabe si queremos revelación por curiosidad o revelación para obedecer, revelación para andar tras sus pasos. El Señor no da revelación a los curiosos; él solo concede revelación a quienes le aman.

Un precioso siervo de Dios llamado T. Austin-Sparks dice que revelación «es una abertura, por el Espíritu Santo, del gran reino de la realidad espiritual reunida en la persona de Cristo». Revelación, ojos iluminados, como dice Pablo en Efesios 1:18. Cuando tenemos eso, entonces somos introducidos; la revelación introduce, la revelación trae posesión. Es diferente del conocimiento intelectual. En el conocimiento intelectual, usted puede ganar o perder; con la revelación, usted gana y ella permanece con usted. Porque, en verdad, usted no gana revelación, es la revelación la que nos gana, ella nos gana a nosotros.

Entonces, en los versículos 19 al 25 comienza con la sangre que abrió el camino nuevo y vivo. Verso 10:21. «y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios…». Después, a partir del versículo 22, vamos a observar algunos ítems rápidamente.

Primero, «acerquémonos». Ya hablamos que esta palabra es importante en Hebreos. Aparece muchas veces en esta carta. Porque el Señor abrió ese camino, todo está hecho, todo está listo. Pero nosotros no nos acercamos, nosotros nos mantenemos lejos de él. En Hebreos 4:16, la palabra acerquémonos es repetida. «Acerquémonos al trono de la gracia». El trono de la gracia es una realidad; entonces si no nos acercamos no podemos aprovechar nada. Acerquémonos al trono de la gracia, y allá vamos a recibir gracia, gracia para habilitarnos y misericordia porque nosotros somos polvo, somos débiles. Gracia y misericordia para el oportuno socorro. Entonces la palabra clave es acerquémonos.

Cuando el velo fue colocado en el tabernáculo, aquel velo decía: «Aléjese, no se acerque; si usted entra aquí puede morir. Solo un hombre puede entrar aquí, solo el sumo sacerdote, solo una vez por año, solo con sangre». Entonces, el velo decía: «No se acerque». Pero, cuando el Señor Jesús subió a la cruz, el velo era su carne (versículo 20), entonces en su carne, el verdadero velo, cuando él fue rasgado en la cruz, de su costado sale sangre y agua; la sangre para la remisión de nuestros pecados, y el agua para abrirnos un camino nuevo y vivo. Entonces, el Sacerdote es rasgado en la cruz y el velo es rasgado en el templo, de arriba abajo, sin la ayuda de manos; un velo tan grueso, cuatro tejidos; azul, purpura, carmesí y lino fino.

Nadie podía entrar. Pero ahora, teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, por un camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, entonces «acerquémonos». Esta es la primera verdad importante aquí. La primera es la visión del camino nuevo y vivo – revelación espiritual. Segundo, acerquémonos; tercero, un corazón sincero. Hermanos, esta frase es tan práctica y bella, porque el Señor conoce nuestros corazones.

En Hebreos 4:13, dice que no hay criatura que no sea expuesta en su presencia, todas las cosas están desnudas delante de él. Entonces, cuando nosotros somos llamados a aproximarnos, se requiere de nosotros un corazón sincero. ¿Sabe lo que significa? No bromee con Dios, no crea que Dios no sabe todas las cosas, no use máscaras con Dios.

Sincero. Esta palabra viene del latín: Sin cera, sin cobertura. Sincero corazón. ¿Y por qué? Porque el Señor se agrada de la verdad, la verdad en lo íntimo. Esa verdad puede ser muy dolorosa: verdad sobre nosotros, verdad respecto de lo que somos, verdad respecto de los pecados. Pero, cuando nosotros nos aproximamos con corazón sincero, ¿qué nos encontramos? La sangre que nos purifica de todo pecado, y no solo eso, sino la sangre que abre un camino nuevo y vivo, para permanecer; no para que salgamos, pequemos otra vez y volvamos de nuevo, sino para permanecer. Entonces, un corazón sincero.

«…en plena certidumbre de fe». Un ítem más. ¿Está claro? Si no creemos, ¿cómo nos vamos aproximar si nosotros no creemos que él es el galardonador de los que le buscan? Hebreos capítulo 11, dice que Enoc creyó que Dios es galardonador. Si nosotros no creemos, ¿cómo nos podemos aproximar en plena certidumbre de fe? «…purificados los corazones de mala conciencia». Entonces, este el camino al Lugar Santísimo. Preste atención a cada detalle; todos son importantes, si nosotros queremos entrar y permanecer. Entonces, «purificados los corazones de mala conciencia».

La conciencia es una función de nuestro espíritu. Nuestro espíritu tiene tres funciones: Conciencia, intuición y comunión. Entonces la comunión es como la mesa. Nosotros tenemos comunión con Dios en el espíritu, porque Dios es espíritu. Y sus adoradores le adoran en espíritu. Comunión de espíritu, como una mesa. Pero nuestro espíritu, regenerado por el Espíritu Santo, también tiene la función de la intuición, y esa como una lámpara. Discernimiento, intuición, conocimiento de Dios. Es una lámpara.

Ahora, la conciencia es como una puerta. Esto es muy importante. Una puerta sirve para regular lo que entra y lo que sale. Si lo que sale de nosotros agrada a Dios, si lo que entra en nosotros ha agradado a Dios. Es la conciencia la que nos va decir si nosotros hemos sido agradables a Dios o no, si han entrado cosas en nuestras vidas que agradan a Dios o no. Entonces, ¿qué encuentro maravilloso de la conciencia? Es que, cuando el Espíritu Santo habla en la conciencia, que es una función del espíritu, entonces él habla directamente a la conciencia.

Muchas veces, después de eso, nosotros usamos nuestra mente para intentar confundir a la conciencia. Entonces, el Espíritu Santo nos dice: «Haz eso», y nosotros decimos: «Ahora no, después lo hago; mañana lo hago». Por eso, Hebreos dice: «Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones». El tiempo del Señor se llama Hoy, el tiempo del maligno se llama mañana. Hoy es el tiempo del Señor. Entonces, el hablar del Espíritu Santo en la conciencia es profundamente importante.

Pablo dice a Timoteo, en 1ª Timoteo 1:19: «(Mantén) la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos». Entonces, hermano, preste atención. Cada uno de nosotros puede naufragar en la fe si no guardamos una buena conciencia; una conciencia limpia, buena, pura. El Nuevo Testamento usa todas estas palabras: buena, pura y limpia, refiriéndose a la conciencia.

Entonces, corazones purificados de mala conciencia. Sin eso, no podemos habitar en la presencia de Dios. Porque el Espíritu Santo está hablando con nosotros y nosotros estamos resistiendo la voz del Espíritu Santo. A veces, el Espíritu dice: «Calla», y nosotros hablamos; a veces él dice: «Habla», y nosotros callamos. Entonces él habla directamente a nuestra conciencia. Cuán importante es esto – «Purificados de la mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura, mantengamos sin fluctuar la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es quien lo prometió».

Quiero llamar su atención con un versículo más, el 24. Dos veces en Hebreos aparece la palabra considerar. En las traducciones hay más, pero en el original solo dos veces. Hebreos 3:1, «considerad al apóstol y sumo sacerdote…». A Jesús. Considerarlo atentamente a él. ¿Qué significa la palabra «considerar»? Es como poner un telescopio, fijo, para observar, estudiar y conocer, como hace un astrónomo para estudiar los astros. Fijo, en Jesús.

Ahora el versículo 24 del capítulo 10 usa la misma palabra, diciendo que ahora vamos a considerarnos unos a otros. Quien considera a Cristo considera al pueblo de Cristo; quien ama a Cristo, ama Su casa. Nuestro Señor Jesús, en su testimonio, está unido a su casa. Cuando le consideramos, no podemos dejar de considerarnos unos a otros, no lo conseguimos. Cuando un miembro sufre, todos sufrimos con él; cuando uno es honrado, con él todos se regocijan. Ese es el cuerpo de Cristo. Entonces considerémonos unos a otros.

Ahora de nuevo, en el original, hay un término interesante, la palabra estimularnos. Es como tocar un animal con una púa. Un buey es empujado con ese fierro. La palabra «estimular» se refiere a eso. Necesitamos aprender a hacer eso unos a otros. Nosotros somos un rebaño, entonces tenemos que aprender a hacerlo. Por eso Hebreos 3:13 dice: «exhortaos los unos a los otros… para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado».

¡Ay, hermanos, cualquiera de nosotros puede ser engañado por el pecado! Entonces, necesitamos de hermanos que nos amen y que sean verdaderos con nosotros, no para colocar paños calientes en nuestra cabeza, sino para aprender a usar la aguijada, para estimular en verdad y en amor. «Siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, Cristo».

En el último versículo, versículo 25, «no dejando de congregarnos como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos, y tanto más cuando veis que aquel día se acerca». No dejemos de congregarnos. Hermanos, congregarse es tan precioso. La congregación de los hijos de Dios no es algo común, algo ordinario, sino que es algo extraordinario. Porque cuando nos reunimos, tenemos una dimensión, una realidad de la presencia del Señor mucho mayor aún, porque somos miembros del cuerpo de Cristo. Es el Señor moviéndose a través de los miembros, hablando a través de los miembros, exhortando a través de los miembros, alentándonos a través de los miembros. No dejemos de congregarnos.

Quinta exhortación

Privilegio: La herencia del Reino venidero

La quinta exhortación tiene que ver con la herencia del reino, la herencia del reino venidero, la promesa de reinar con él. Maravillosa promesa. «Reinarán conmigo», los vencedores, aquellos que se parecen con Cristo.

Peligro: La indiferencia

¿Cuál es el peligro implicado en esta exhortación? Como ya vimos antes, es la indiferencia. Entonces hablamos que el pecado, el desvío en Hebreos, también es progresivo. Si la vida cristiana progresa, nuestro desvío también puede progresar. Primero comenzamos con la negligencia, el descuido; después vamos a la incredulidad, después a la apostasía, después al pecado voluntario y luego a una indiferencia total. Nada más hace diferencia para nosotros, la Biblia no hace diferencia, el pueblo de Dios ya nada significa, orar no significa nada, obedecer al Señor no significa nada. Es indiferencia.

Entonces en el capítulo 12, está el ejemplo de Esaú mencionado antes. Él cambió lo santo por lo común, cambió lo precioso por lo vil, lo eterno por lo temporal. Y ese es siempre un peligro para nosotros.

Por eso Pablo, en 2ª Corintios 4:18, dice que no debemos poner nuestra atención en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las que se ven son temporales, pero las que no se ven, son eternas. Eso fue lo que Esaú no hizo. Él tomó aquel plato y desperdició el derecho de primogenitura. Entonces la palabra que usa Hebreos es la palabra profano. «No haya entre vosotros ningún impuro o profano».

¿Sabe lo que es profano? Esa palabra viene del latín. Fano, significa templo, y pro-fano significa un área que está alrededor del templo. Profano, alrededor del templo. ¿Ven lo interesante que es esto? Esaú no tenía un recinto sagrado en su vida interior, él era un profano. Él consideró lo santo como común. Entonces la exhortación para nosotros es: «No haya entre vosotros ningún impuro y profano». Hermanos, esta riqueza que tenemos en Cristo, no la vamos a considerar como si fuese algo ordinario, algo común, porque no es común.

Entonces el capítulo 12 va decir: «Nos hemos acercado al monte de Sion». ¿Sabe cómo comienza Hebreos? En el monte Sinaí en el capítulo 2, pero termina en el monte de Sion – reino, gobierno, autoridad. Hemos llegado «al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos…».

«La congregación de los primogénitos». Perciba este detalle, porque la nota de la quinta exhortación es la herencia del reino. Eso es lo que dice el capítulo 12, versículo 14 en adelante. Entonces el capítulo 12 termina así: «…recibiendo nosotros un reino inconmovible». Porque el foco de esta exhortación es la herencia del reino; entonces, «recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor».

Entonces, la expresión: «sirvamos a Dios agradándole», podemos decir que es la motivación detrás de todo el libro de Hebreos – agradar a Dios. Recuerden el capítulo 11: «Sin fe es imposible agradar a Dios». Enoc, antes de ser trasladado, «tuvo testimonio de haber agradado a Dios».

Entonces, la motivación de la fe en Hebreos es ser agradable a Dios. ¡Qué maravillosos es esto, hermanos! Esta es una revelación más profunda. Cuando nosotros somos pequeños, somos como niños. Ellos no se preocupan de agradar a los padres, sino solo agradarse a sí mismo. Pero cuando ellos van creciendo, el mayor placer del padre es cuando ve que el hijo quiere agradarlo a él. El hijo no solo quiere obedecerlo, no quiere hacer solo su voluntad, quiere agradarlo porque se ocupa con el padre mismo.

Este es el llamado de Hebreos: retener la gracia para servir a Dios de manera agradable. Ese es el camino a la madurez. Los niños no se preocupan por eso, pero aquellos que están creciendo se preocupan de agradar al Señor.

Cuando nuestro Señor Jesús estaba en el río Jordán, los cielos se vieron tan agradados, que fue imposible que ellos permanecieran cerrados. Los cielos se abrieron y una voz fue oída: «Este es mi Hijo amado; en él tengo complacencia». Si nuestra motivación es agradar a Dios, ¿sabe lo que va a pasar con nosotros? Los cielos se van abrir sobre nuestra cabeza, y nosotros tendremos entendimiento, revelación, comunión, intimidad, porque Dios está siendo agradado. ¡Gracias al Señor!

Condensación de cuatro mensajes impartidos en Chile, en octubre de 2010.