Dos veces aparece en las epístolas de Pablo una expresión muy especial. En Romanos 12:5 dice: «Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros». Y en Efesios 4:25: «Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros».

Estas frases destacadas nos hablan de la estrecha unidad que hay entre los diversos miembros del cuerpo de Cristo. No hay solo una unidad vertical, esto es, con respecto a la Cabeza que es Cristo, sino que hay también una relación horizontal con respecto a cada miembro del cuerpo. Esta segunda clase de relación es aún más fina y más difícil de aceptar que la primera, porque afecta nuestra natural desconfianza de los demás.

Aunque sea muy grande y maravilloso, ningún creyente estaría dispuesto a rechazar la palabra que dice: «Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular» (1 Cor. 12:27). Así tampoco, ningún verdadero creyente rechazaría la que está en 1 Corintios 12:12, aunque choca con nuestros estándares mentales: «Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo» (no solo somos miembros del cuerpo de Cristo, sino miembros de Cristo mismo).

Pero he aquí esta palabra que estamos destacando hoy. ¿Qué diremos de ella? ¿La creeremos? ¿La rechazaremos? Ser miembros los unos de los otros significa que la suerte de cada hermano en Cristo está indefectiblemente unida a la mía; que soy de él y él es mío. No hay nada que pueda separarnos, porque somos miembros los unos de los otros.

Así como sería absurda y fatal la desconexión de un miembro del cuerpo de los demás, así también lo es el que un miembro del cuerpo de Cristo niegue la unidad perfecta que le une con el resto de los miembros del cuerpo.

Aun el hecho de que esta frase aparezca exactamente igual en dos distintos versículos también tiene un significado. El número 2 en la Escritura es el número del testimonio. «Por medio de dos o tres testigos conste toda palabra». Cuando algo está dicho dos veces, significa que es firme, que lo dicho es de absoluta confianza. Así que, este asunto es firme, es la verdad de Dios, es la realidad espiritual e indivisible del cuerpo de Cristo.

Todavía queda por ver las implicaciones prácticas que esta verdad puede tener. ¿Cuánta bendición tiene en su seno, como un embrión pronto a desarrollarse? No sabemos si ella se ha vivido en algún lugar de la tierra en toda su dimensión. Sin embargo, sea como fuere, la palabra está ahí, la vida de esa palabra está dispuesta a manifestarse dondequiera se la crea.

Entretanto, vayamos creyendo la Palabra, y vayamos entrelazándonos sin prejuicios ni suspicacias, con la convicción de que ninguna palabra que sale de la boca de Dios vuelve vacía jamás.

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