Lecciones básicas sobre la vida cristiana práctica.

Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica”.

– 1 Corintios 10:23.

El propósito de la recreación

El primer propósito de la recreación es satisfacer las necesidades de la familia. No es para nosotros que consideramos este asunto, sino para los hijos. Para nosotros, si somos consagrados, la recreación es algo de menor importancia. Pero en nuestra familia no solo están nuestros propios hijos, sino también nuestros hermanos y hermanas menores, quienes han sido confiados a nuestro cuidado. Ahora, si ellos también están consagrados, el tema de la recreación no es un problema.

Sin embargo, nuestros hijos pueden no estar plenamente consagrados; por lo tanto, nuestra actitud tiene mucho que ver con ellos. Lo que nosotros permitimos o lo que prohibimos tiene un gran efecto en sus vidas. Por eso, la recreación es una consideración primordial en toda familia, a fin de poder brindar la guía adecuada a la generación más joven.

El segundo propósito de la recreación es para nosotros mismos. Un creyente a veces necesita un cambio. La única pregunta es cuánto o qué tipo de cambio es bueno.

Los adultos necesitan distracciones al igual que los niños, pero resolver qué es lo apropiado para un cristiano es algo básico a considerar delante de Dios. Esto no es demasiado difícil para nosotros, pero para los menores puede ser algo complejo.

¿Qué recreación permitiremos que tengan nuestros hijos? Todo hijo de Dios debe ser claro en esto. Si hay lagunas, el mundo invadirá inmediatamente la situación. Una vez dentro, no es fácil ahuyentar al mundo. Por lo tanto, en aras de mantener a nuestra familia en el Señor, debemos prestar atención a este asunto de la recreación.

Principios que rigen la recreación

1. La necesidad

La recreación de acuerdo con la voluntad del Señor surge a partir del reconocimiento de la necesidad de aquélla. Un cristiano no debería irse a los extremos. El ser humano necesita recreación. Muchas personas están tan ocupadas que, si no tienen algún tipo de relajación, pueden enfermarse y perder su salud. Por lo tanto, la renovación es el principio básico de la recreación. Esto es especialmente importante para los jóvenes. No se puede pedir a los hijos que estudien desde la mañana hasta la noche. Hay que darles algún tipo de distracción, proporcionándoles un cambio. Esta es una regla a tener presente.

La recreación es por el bien de la renovación. Cuando alguien ha gastado cinco u ocho horas en una labor, se cansa. Cuando se hace una tarea durante mucho tiempo, los nervios se tensan y el cuerpo se fatiga. Para refrescarse, es necesario un cambio de actividad.

Por ejemplo, después que un niño ha estudiado toda una jornada en la escuela, al volver a casa necesita jugar un rato. Tal juego es perfectamente correcto, porque es para su relajación. Pero si él debe jugar ocho horas seguidas, su juego es más que una renovación.

La renovación es necesaria, pero hacer de la recreación nuestra vida es injustificable. Cuando una persona está cansada, es correcto que haga otra cosa para variar. Sin embargo, estaría mal si jugara desde la mañana hasta la noche.

En verano, a la gente le gusta ir a nadar. No hay nada de malo en ello. Cuando uno está cansado, está bien nadar durante media hora o una hora. Pero si alguien permanece en el agua desde la mañana hasta la noche, como un pato, eso ya no sería recreación. Tenemos que ver la diferencia entre la recreación como renovación y la recreación como nuestra vida.

2. Formas de recreación

La recreación puede asumir muchas formas. Un cristiano puede disfrutar de cualquiera de las siguientes:

Descanso

La mejor forma de recreación para un cristiano es descansar. Si estoy cansado, debo reposar un tiempo. El Señor Jesús y sus discípulos estaban agotados, así que él les dijo: «Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco» (Marcos 6:31). Su descanso incluye la idea de la recreación. Él no dijo: «Descansen un rato», sino: «Venid… a un lugar desierto, y descansad».

A menudo nuestra fatiga se alivia tras descansar en el campo o cerca del agua. La forma más común de recreación cristiana es el descanso.

Cambio de actividad

A veces puedes sentirte aburrido u ocioso. Si es así, cambia y haz otra cosa. Normalmente trabajas ocho horas al día. Dedica dos horas a hacer otra actividad. Si trabajas siempre sentado, ponte de pie. Si tu trabajo es intelectual, haz algún tipo de esfuerzo físico y tu cansancio se irá.

Aunque esto no es lo que el mundo llama recreación, sin embargo, al cambiar de tarea, puedes aliviar tu fatiga. Además, esto es algo que puedes organizar fácilmente. Dado que el principio de la recreación es la renovación, el cambio de trabajo se ajusta a este requisito.

Pasatiempos

Hay muchas aficiones apropiadas para un cristiano. A algunos les agrada la fotografía; a otros les gusta criar un par de pajarillos; a otros, pintar. Todo esto es legítimo dentro del ámbito cristiano. A unos les fascina tocar el piano o componer canciones; otros practican manualidades. Cualquiera de estas cosas es apropiada.

Sin embargo, hay un principio que rige cualquier recreación: debes ser capaz de tomarla y dejarla. Si no puedes abandonarla, algo está mal. Por ejemplo, es inocente tomar fotos e investigar un poco sobre fotografía; pero no dejes que esto te absorba demasiado. Si estás bien en el curso espiritual, estas cosas no te estorbarán, pero sería incorrecto para ti sentir que debes tomar fotos.

Juegos

Hay muchos juegos de habilidad como ajedrez, juegos de pelota y deportes, que son recomendables. Aunque existe el elemento de la victoria y la derrota, sin embargo, no dejan de ser apropiados, porque ponen en juego la habilidad. Es bueno dejar que los niños practiquen tenis de mesa, baloncesto o fútbol. No hay nada inherentemente pecaminoso en tales juegos.

Los padres deben ser más indulgentes con sus hijos en esas cosas. Es posible que las personas mayores no tengan tiempo para practicar deportes, pero no deben impedir que los jóvenes participen en este tipo de actividad. Es cierto que queremos que tengan su tiempo para el Señor, pero ellos también necesitan algo de recreación. Alegrémonos de que lo tengan.

Hasta ahora hemos mencionado cuatro tipos de recreación: descanso, cambio de actividad, pasatiempos y juegos. Todo esto es permisible para los cristianos. Pero un cristiano nunca debe dejarse dominar por ninguno de ellos. Estar bajo su control es un error.

3. Ayudarnos a trabajar

¿Por qué necesitamos recreación? Para ayudarnos a trabajar mejor. La recreación tiene un propósito; no es un fin en sí misma. No juego a la pelota solo porque me gusta jugar, sino para poder trabajar mejor. No duermo solo porque me encanta dormir, sino para poder trabajar mejor. No cultivo flores solo para disfrutar, sino para poder trabajar de manera eficiente. Estas cosas son permisibles porque nos ayudan a trabajar mejor y a servir a Dios de mejor forma; pero nunca deben ser una perturbación para nosotros.

A veces vemos personas afanadas día y noche en una tarea. Si continúan así durante dos o tres semanas, su mente y su fuerza física se agotarán. Sería mejor para ellos pedir al Señor orientación sobre alguna forma de distracción. Después de trabajar siete u ocho horas, deberían cambiar de actividad. Esto tiene por objeto restaurarnos. Es aumentar, no disminuir, su eficiencia. Debido al refrigerio de la recreación, el trabajo puede hacerse mejor y así podremos servir a Dios de una manera más eficiente.

4. Los juegos de azar

Hay un requisito esencial en cuanto a qué juegos deben ser permitidos: ellos deben implicar habilidad. Ninguno debería ser mera suerte. Un juego es recomendable solo si depende de la habilidad, no del azar. Si requiere habilidad y azar, se convierte en un juego de azar. Si todo es casualidad y no hay habilidad, definitivamente es un juego de azar. Los dados son un juego de azar, y los cristianos no deben participar en él. Los jóvenes pueden jugar ajedrez y damas porque es una cuestión de habilidad, no de suerte.

5. Salud para el cuerpo

Toda recreación debe ser conveniente para el cuerpo. Este es un principio básico: la recreación debe beneficiar al cuerpo. Por lo tanto, antes de elegir un tipo de recreación, se debe considerar si es o no de provecho físico. Si la recreación daña el cuerpo, está violando un principio elemental, y es altamente cuestionable. Por ejemplo, si un hermano tiene tuberculosis, su recreación debe ser de naturaleza tal que no empeore su mal. O si una hermana tiene problemas cardíacos, puede requerir algo de recreación ligera para aliviar su fatiga sin afectar a su corazón.

Debemos comprender que todo nuestro cuerpo le pertenece al Señor. Si nos recreamos, es para el Señor, y si no lo hacemos, también es para el Señor. Nada es para nosotros mismos. Cuando tengamos recreación, hagámoslo por amor del Señor. Cuando no la tengamos, que sea también por Su causa. Ya sea que la tengamos o no, el principio es no dañar nuestro cuerpo.

Si la presencia o ausencia de recreación perjudica nuestro cuerpo, tendremos pérdida. No solo está mal que dañemos nuestro cuerpo con cosas inapropiadas; también está mal hacerlo con tareas que son correctas. El cuerpo de un hijo de Dios no le pertenece a sí mismo. Por lo tanto, al considerar la recreación, siempre tenga en cuenta si ésta sería o no buena para el cuerpo. Si es buena, hazla; si no, abstente de ella. La cuestión no debe decidirse sobre la base de «me gusta» o «no me gusta».

Si una hermana con problemas cardíacos quiere participar en el juego de pelota que los demás están jugando, y lo hace, puede sufrir las consecuencias de ello. No está mal que los hermanos jueguen, pero está mal que esa hermana juegue.

Que todos los hijos de Dios vean que todo lo que hacemos es por servir al Señor. Si nos ocupamos en cierta actividad recreativa, nuestro propósito es servir mejor a Dios.

6. No ser piedra de tropiezo

Como cristianos, debemos ser ejemplo en todo. Incluso en el tema de la recreación, no debemos ser un obstáculo para los demás. Vivimos para nuestros hermanos, así como para el Señor; no vivimos para nosotros mismos. Como cristianos somos influyentes, por lo cual debemos preocuparnos no solo por nosotros mismos, sino también por los demás.

No podemos murmurar y decir: «¿Por qué la gente nos mira?». ¿A quién más pueden mirar sino a nosotros? Por supuesto que nos mirarán. ¿Quién puede dejar de ver la ciudad que está edificada sobre un monte? ¿Quién no verá la luz sobre la montaña? No importa cómo nos sintamos nosotros mismos, debemos considerar cómo los hermanos y hermanas más jóvenes se verán afectados por nosotros. ¿Seremos tropiezo para ellos en las cosas que hacemos?

Somos hijos de Dios; hemos creído en el Señor. A partir de ahora debemos cultivar una sensibilidad delicada. Somos responsables no solo ante Dios, sino también ante nuestros hermanos y hermanas.

7. Lo propio y lo impropio

Cualquier forma de recreación que los incrédulos juzguen inapropiada, los cristianos debemos evitarla. Debemos evitar aun ciertos tipos de recreación que ellos sí aprueban. Estas son dos reglas sobre la recreación en relación con los no creyentes. Lo que ellos desaprueban, ciertamente no lo aceptamos. E incluso no podemos hacer cosas que ellos aprueban, como los bailes y los juegos de azar.

Traducido de Spiritual Exercise
Exercise Thirty-Six