¿Oración en el enamoramiento? ¡No tiene cabida! – dijo un joven.

Jaime Kemp

Cierta vez, en uno de mis seminarios, pregunté a los jóvenes: ‘¿Cuándo fue la última vez que usted oró con su enamorada?’. Después, uno de ellos me dijo. ‘Jaime, ¿oración en el enamoramiento? ¡No tiene cabida!’. Si no hay ambiente para la oración, alguna cosa está mal en su relación, porque la oración debe ser la práctica más espontánea en la vida cristiana.

Nuestra tendencia es seleccionar y catalogar lo que juzgamos espiritual y aquello que consideramos corriente. Por ejemplo, muchos piensan que ir a reunión de la iglesia los domingos es un actividad espiritual, pero no creen que conversar con la novia o comer pizza juntos sea, también, una actividad espiritual.

Pablo derriba esta idea en 1ª Corintios 10:31: «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios». Dios quiere participar de todas las actividades de nuestra vida.

Una joven me dijo una vez que no leía la Biblia u oraba con su enamorado porque él era tímido. Puedo entender esa timidez cuando la persona es recién convertida, o si la amistad está en el comienzo. Sin embargo, si después de seis meses o un año él (o ella) no puede o no quiere orar y leer la Biblia con ella (o él), esa relación debe ser seriamente evaluada. Si no ponen este fundamento el matrimonio no resistirá las tempestades y crisis que la vida conyugal traerá. Sin los principios de Dios bien definidos, es imposible tomar decisiones correctas en el enamoramiento, noviazgo o matrimonio.

Cuando joven, yo también fui tentado a no preocuparme con el establecimiento de una base espiritual firme. Nunca me voy a olvidar de la primera vez que yo y mi novia, que ahora es mi esposa, salimos. Mi corazón latía tan descompasadamente que llegué a pensar que saltaría de mi pecho. ¡Yo estaba completamente enamorado de ella! Había resuelto en mi corazón tener un noviazgo con Judith según los patrones de Dios. Cuando entramos en mi Chevrolet nuevo, yo quería orar antes de salir, pero tuve miedo de que ella pensase que yo era un fanático religioso. Por algunos segundos, luché conmigo mismo, pero a última hora dije: ‘¿Querrías orar conmigo ahora?’. Ella me miró con una hermosa sonrisa, y dijo: ‘Sí, quiero’.

Fue necesario mucho valor para hacer aquello, pero doy gracias a Dios porque hoy, después de 39 años, es fácil orar con mi esposa. Todavía me acuerdo de aquella oración: ‘Querido Padre, queremos invitarte a participar con nosotros de nuestras actividades. Deseamos que seas el centro de nuestro noviazgo. Que nuestros pensamientos, palabras y acciones sean dirigidos por ti. Queremos agradarte con nuestra amistad. Bendícenos, Señor, en el nombre de Jesús. Amén’.

Los momentos de oración, de compartir acerca de la obra de Dios en nuestras vidas y la lectura de la Biblia juntos fueron usados para darnos fuerzas en las horas de tentaciones que dos jóvenes tienen, especialmente en el control de los impulsos sexuales y en la relación física del noviazgo. No estoy diciendo que fue todo perfecto. Hubo dificultades, tentaciones, y, a veces, malentendidos; pero siempre consideramos a Jesús como la Persona más importante en nuestra amistad, y la Palabra de Dios como guía de nuestras decisiones y actitudes.

Si ustedes no oran juntos en el período de enamoramiento o noviazgo, si no procuran leer y obedecer la Palabra, si no hay conversaciones francas y abiertas sobre las dificultades, no piensen que, de repente, el primer día del matrimonio, será automático orar, poner la Biblia como prioridad y organizar la vida conforme a los principios de Dios. Eso simplemente no sucederá. El período de enamoramiento y noviazgo es importante para construir el cimiento para un matrimonio feliz.

Tomado de «Antes de dizer sim» (Traducido del portugués).