Precioso, grato ambiente de la iglesia:
alero, cobertura y diafanía
de Cristo, cuerpo vivo, rebosante,
la causa que produce nuestro canto
y transfigura el ser de los creyentes.

En todos los espacios se proclama
que para siempre es su misericordia.
¡Oh, cálido y sencillo amado nuestro!
la gracia de tu Nombre ya nos guarda.
¡Qué bueno eres, Señor glorificado!

Jesús, piadoso amparo de los hombres,
¡Qué fuerza y qué poder hay en tu nombre!
¡Qué gozo, qué exultante regocijo!
¡Precioso, grato ambiente de la iglesia!
El ámbito está lleno de fulgores;
la Casa se recrea jubilosa.

¡Bendita comunión de los creyentes,
en torno de Jesús nos encontramos!
¡Precioso, grato encuentro, abrazo santo!
Por toda la ciudad Jesús nos guarda.
¡Bendita cobertura de la iglesia!