…a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”.

– Colosenses 1:27.

Cuando el Espíritu Santo entra en nuestros corazones, él nos trae a Cristo en la plenitud de Su obra consumada en la cruz, y luego procede gradualmente a conformarnos a Cristo.

¿Te das cuenta de que el Cristo que hay en ti no es un Cristo imperfecto? Cuando el Señor Jesús llevó a cabo su obra del Calvario, no sólo se ocupó del asunto del perdón, sino que continuó directamente hacia la perfección de la redención, alcanzando finalmente el trono como el gran Vencedor.

En la Persona de Cristo está cubierto y consumado todo el terreno de la experiencia espiritual. No hay experiencia que pueda venir a ti o a mí que haga imposible alcanzar el fin de Dios, porque Cristo ya lo ha logrado y ha vencido.

Así que no debemos empeñarnos en vanos intentos por alcanzar la perfección, sino cooperar con el Espíritu Santo mientras él procura hacer realidad en nosotros el poder de la obra consumada de Cristo en la cruz. Cristo en nosotros es la esperanza de gloria. Todo lo que sea menos que eso, o cualquier otra cosa, no traerá ninguna esperanza de gloria, sino más bien desesperación.

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