¿A quién culpamos por la pérdida de nuestros hijos?

Los niños de América en la actualidad son una generación perdida. Ninguna otra generación en la historia ha sido tan saturada por el sexo, drogas, alcohol, codicia y asesinato a tan temprana edad. Mi pregunta es: ¿A quién culpamos?

El mundo sabe que algo terrible ha ocurrido en las escuelas de la nación. El crimen y la violencia son tan comunes que ahora muchos edificios escolares tienen detectores de metal. Los adolescentes pueden conseguir pistolas y arrasar con sus compañeros de clase, sin miramientos.

El sistema educativo mismo es vil y pervertido. Los maestros están introduciendo a los estudiantes al ateísmo, la evolución, el libertinaje sexual, la intolerancia antirreligiosa. Un maestro no puede poner una Biblia sobre su escritorio – pero puede mostrar literatura de temas inmorales.

Dios expulsado

Desde que nuestro sistema judicial echó a Dios de nuestras escuelas, Satanás se ha apoderado de ellas. Sin embargo estoy convencido que no es nuestro corrupto sistema en las escuelas lo que ha maldecido a nuestra niñez.

Nuestra sociedad entera está experimentando un colapso moral. Programas culturales y exposiciones de arte son sucios y vulgares. Incluso respetados líderes gubernamentales y empresarios usan un lenguaje vil con toda libertad. Maldicen a Cristo y a Dios casi sin pensarlo.

El colapso moral de América es tan urgente, que hasta los ateos liberales reconocen que nuestros fundamentos están amenazados. Sin embargo no es esta sociedad corrupta la que está maldiciendo a nuestra niñez. Los medios de comunicación parecen ser controlados por demonios. Los videos musicales no son nada más que pornografía lujuriosa con letras malas y desmoralizantes.

Debes preguntarte qué clase de mentes poseídas por demonios pueden empujar tal perversión a una generación entera de jóvenes. Los vendedores de esta suciedad infernal obviamente han arruinado sus propias vidas, y ahora no se conforman con nada menos que arruinar la generación futura. Sin embargo ni siquiera la mala escena musical es responsable por maldecir nuestra niñez.

En el mundo de la publicidad, el sexo todo lo vende. Ningún exceso es considerado pecaminoso. Cualquier cosa es aceptable, de manera que, con el paso de cada hora, América se hunde más profundo en el desenfreno. Y todo es promovido por los medios noticiosos en combinación con el libertinaje y los poderes del infierno. Sin embargo, tan malas como son las compañías publicitarias, no pueden ser culpadas por la maldición de nuestra niñez.

Una cristiandad irrelevante

Pensarás acerca de la influencia de iglesias muertas que llevan la suciedad mundana a la casa de Dios. Muchos pastores con frecuencia niegan la existencia del cielo, del infierno y el nacimiento virginal. Sus iglesias se han convertido en cascarones vacíos, teniendo apariencia de santidad, pero sin poder. Y sus servicios son tan desabridos que los jóvenes se alejan en manadas. Los jóvenes se quedan pensando que la cristiandad es irrelevante para sus vidas.

Muchos líderes de adoración han reemplazado los himnos con música al estilo rock que solo menciona a Jesús de paso. En vez de ofrecer adoración santa, las iglesias ahora tienen conciertos de rock donde estrellan sus cuerpos y los instrumentos, donde amenazantes y tatuados miembros de banda mueven sus cuerpos violentamente, contaminando la casa de Dios con música de rebelión. Mas, pese a lo mundanas que se han vuelto estas iglesias, no es la fuerza primordial que está maldiciendo nuestra niñez.

¿Y los padres?

Muchos padres –incluso cristianos– culpan a todas estas cosas por la pérdida de la juventud. Cuando sus hijos se alejan, volviéndose a las drogas o el alcohol, ellos tienen rabia contra las escuelas, el gobierno, los medios publicitarios, la iglesia y los compañeros de sus hijos. Algunos terminan sacando a sus hijos de las escuelas públicas y los matriculan en escuelas cristianas. Pero, a menudo, la rebelión de sus hijos empeora.

Hasta los padres inconversos toman esa misma acción con sus hijos. No quieren nada con la religión – pero mandan a sus hijos a la escuela dominical esperando que ponga en ellos principios positivos. Ellos esperan que en una hora a la semana las maestras, en forma mágica, transformen en ángeles a sus jóvenes rebeldes. Pero cuando no sucede, esos padres culpan a la iglesia por el caos que sus hijos llevan al hogar.

Todas estas influencias que he mencionado juegan parte en la desintegración de nuestra juventud. Pero ni las escuelas, cultura, medios de comunicación, música malévola, ni las iglesias descarriadas están ocasionando esta ruina por sí solas. La verdad es que la responsabilidad por esta generación de jóvenes descansa primordialmente en los padres. El hogar es donde las raíces de rebelión y maldad son sembradas.

Tengo que preguntar a los padres: ¿Sabes dónde están tus hijos mientras tú vas de un lado a otro buscando una bendición? ¿Estás perdiendo a tus hijos en el proceso? Puedes testificar que Dios te ha cambiado y reanimado – pero si tu hogar esta desordenado, con tus hijos mostrando señales de rebeldía, no has alcanzado lo mejor de Dios.

El toque fresco de Dios, ¿te ha dado una carga renovada por tus hijos? Si no es así, ¿cómo puedes sentarte en la casa de Dios egoístamente disfrutando su presencia y luego regresas a tu casa sin preocuparte por las tinieblas en tu casa?

Por favor no me malinterpreten – no estoy menospreciando las manifestaciones divinas. He experimentado despertares espirituales genuinos y el mover del Espíritu Santo. Como ministro del evangelio, reconozco que el Espíritu se manifiesta en nuestra carne para romper nuestro orgullo, exponer nuestra apatía espiritual y renovar nuestro espíritu. Tampoco estoy culpando a los padres por toda la rebelión juvenil. Existen otras causas por su mundanalidad.

Restaurando puertas

Ahora déjame darte una definición de un avivamiento verdadero: Sucede cuando las paredes y las puertas que guardan la casa de Dios son restauradas. Y esas paredes incluyen las puertas de cada hogar cristiano. Déjame explicar.

Cuando Nehemías y 43,000 patriotas judíos regresaron a Jerusalén, encontraron la ciudad en ruina total. Los muros estaban derribados y las puertas estaban removidas, así que los habitantes no tenían protección de sus enemigos. Y todo un desfile de antagonistas estaban robando la ciudad como les placía: Sanbalat, amonitas, criminales, y ladrones.

A estos enemigos se les había otorgado dominio total por la condición descarriada de Israel y su desobediencia a la palabra de Dios. Nehe-mías escribió «…por nuestros pecados, quienes se enseñorean sobre nuestros cuerpos, y sobre nuestros ganados, conforme a su voluntad, y estamos en grande angustia» (Neh. 9:37).

Aquí, Jerusalén es un tipo de la iglesia de Jesucristo en la actualidad. Como los israelitas, muchos cristianos están bajo el dominio total del pecado. Y la iniquidad en la casa de Dios ha traído angustia y ataduras, esparciendo veneno por todo el cuerpo de Cristo.

¿Cómo pasó esto? Los muros de la verdad fueron derribados – aquellas barreras protectoras que fueron levantadas cuando los creyentes confiaban en la palabra de Dios. Por nuestro pecado y negligencia, esas puertas protectoras están cayendo, dejando a multitudes de cristianos expuestos al poder de Satanás.

Sin embargo Nehemías representa el plan de restauración de Dios. Este hombre sabía que, para que cualquier avivamiento verdadero tomara lugar, tenía que haber una pared protectora de verdad alrededor del pueblo de Dios.

Así que, ¿entró Nehemías por la ciudad sin muros clamando por un avivamiento de manifestaciones sobrenaturales? No. La única manifestación que fue vista al regreso de Nehemías fueron hombres y mujeres con picos y palas en sus manos. Estaban rehaciendo los muros de la ciudad y restaurando sus puertas. Y Nehemías lo dirigía todo.

Asumiendo la carga del Señor

Esta obra de restauración comenzó en el momento en que Nehemías tomó la carga del Señor por la ruina en Su casa. Cuando Nehemías vio la aflicción y el reproche que el pueblo de Dios sufría, cayó de rodillas llorando «…el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego» (Neh. 1:3).

¿Qué hizo Nehemías después? Ayunó y oró noche y día, confesando los pecados de Israel. «Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos» (v. 4).

Este es el principio de un verdadero avivamiento – cuando la consagrada compañía de Nehemías toma la carga del Señor por una iglesia atrapada en pecado. Esta consagrada compañía ayuna y ora, suplicándole a Dios que edifique los muros y puertas que protegen a su pueblo de todo enemigo.

Los muros y puertas no sirven sin los porteros que sepan lo que es y no es permitido adentro. Por lo tanto, Nehemías dijo: «Luego que el muro fue edificado, y colocadas las puertas, y fueron señalados porteros y cantores y levitas» (Neh. 7:1).

Note que estos porteros no eran estrictamente sacerdotes. Eran laicos-músicos, porteros, personas de todo camino de vida. Y fueron instruidos: «No se abran las puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol; y aunque haya gente allí, cerrad las puertas y atrancadlas» (v. 3).

Dios le estaba diciendo a su pueblo: «Mi casa será un lugar de luz, donde a las tinieblas no se les permite entrar. Todo aquel y todo aquello que entre aquí sea un libro abierto, sujeto a la luz de mi Palabra».

Porteros infieles

Recientemente supe de una trágica historia de un ministro de una iglesia muy grande. Este hombre era bien conocido en su área, y fue descubierto cometiendo adulterio y usando los fondos de la iglesia. Algunos pastores en el área estaban preocupados y fueron a los ancianos de la iglesia de este siervo. Sugirieron que se le dieran seis meses a él. Entonces ellos se ofrecieron para apoyar, disciplinar, ministrar y restaurar – todo según las Escrituras.

Pero los ancianos rechazaron la oferta. Al contrario decidieron quedarse con su ministro, sin disciplina alguna. Les dijeron a los pastores: «No queremos perdernos sus sermones. Él es muy elocuente. Y además, es un buen hombre, un buen amigo en la iglesia. Ustedes saben, todos tenemos nuestras debilidades». Una mujer en la congregación estuvo de acuerdo, diciendo: «No importa lo que hizo el pastor. Su predicación es la única que hace que mi esposo inconverso venga a la iglesia conmigo. Voto para que se quede».

Todas estas personas tenían un encargo claro de Dios para actuar como porteros. Pero rechazaron cerrar las puertas a las tinieblas. Tristemente, se dejaron sobornar por una atadura humana.

Le digo a todo anciano que esté leyendo este mensaje: Nunca permitan ser cegados a la palabra de Dios por su familiaridad con cualquier ministro. Tú has sido escogido por Dios para ser un portero en los muros de Su casa. Y si alguien trae un evangelio que no es según las Escrituras, es tu deber decirle con amor al predicador que está equivocado.

No estoy diciendo que los ancianos sean autoritarios y controladores. Como guardas, debemos guardar las puertas de la casa de Dios con humildad – a través del ayuno, oración, y preocupación amable expresada por el temor de Dios.

Padres guardianes

Según Nehemías, los guardas fueron asignados no tan solo a los muros de la ciudad santa, sino también a cada hogar. En resumen, las cabezas de cada hogar –esto es, los padres– eran responsables por lo que entrara en su casa.

El mensaje de Dios aquí es tan claro como el cristal: Padres y madres, ustedes están encargados de guardar su hogar de todo ataque satánico que intente entrar. Esto significa que eres responsable por cada libro, cada disco, cada amigo que tu hijo trae por las puertas. También eres responsable por cada influencia dentro de tu hogar, sea televisión, video o internet.

Creo sinceramente que los padres de hoy necesitan más sabiduría y discernimiento que otros en la historia. Satanás tiene muchas más invenciones malas y disfraces sutiles para usar contra el pueblo de Dios. Y solo a través de oración diaria y diligente, y la inmersión en la palabra de Dios, tendremos el poder contra él como guardianes de nuestro hogar.

Antes de continuar, quiero animar a los padres solteros: Dios conoce tu lucha al ser tanto padre como madre para tus hijos. Sin embargo, su encargo para ti es el mismo: Tú eres designado como guardián sobre tu casa. No puedes esperar que venga el cónyuge y haga el trabajo por ti. El Señor promete darte toda gracia y fortaleza si mantienes su Palabra en tu hogar.

Mientras pienso en los dos muchachos en Colorado que mataron a sus compañeros y a sí mismos, pienso: ¿Dónde estaban sus padres? Esos jóvenes estaban haciendo bombas en el garaje de su hogar. Y sus habitaciones estaban llenas de pistas acerca de lo que estaban haciendo: material de odio, notas amenazantes, abrigos y sombreros negros. ¿Es que sus padres no los revisaban ocasionalmente? ¿Es que sus madres no entraban a sus habitaciones a limpiar, y notaban todos aquellos adornos satánicos? Aparentemente, no había guardias en su puerta.

Un grito de auxilio

Hoy, cada vez que veo adolescentes con las lenguas agujeradas, con símbolos satánicos y el cabello de punta, reconozco que estos son síntomas simples. Muchachos como estos están diciendo a gritos: «Mamá, papá, eres negligente conmigo. Estás muy ocupado – ni siquiera te das cuenta que existo».

Un día todos vamos a estar ante el asiento del juicio y tendremos que responder al Señor por la forma en que criamos a nuestros hijos. Y en ese momento, ninguno de nosotros podrá dar una excusa ni podrá culpar a nadie. Por lo tanto, tenemos que examinarnos hoy, preguntando: ¿Hemos criado a nuestros hijos en el temor y amonestación del Señor? ¿Hemos modelado ante ellos una vida de amor y reverencia a Dios?

Recuerdo cuando niño, jugando afuera y escuchar a mi madre orando por mí desde el tercer piso de la casa. Su ejemplo permanece vivo en mi memoria. Después, cuando Gwen y yo estábamos criando a nuestros hijos, hicimos lo mismo, orando por nuestros hijos según Proverbios: «Señor, haz de nuestros hijos como robles junto a las aguas de la vida. Y haz de nuestras hijas como piedras preciosas en tu palacio. Líbralos de toda obra del maligno».

Todo padre cristiano tiene grandes esperanzas para sus hijos. Siempre observo esto en nuestra congregación, cuando los padres traen a sus niños para ser dedicados al Señor. Nuestros pastores oran por el amor y protección de Dios sobre estos pequeños. Entonces los ungimos con aceite y le pedimos al Espíritu Santo que ponga una pared de fuego a su alrededor.

Pero, ocasionalmente, no puedo evitar pensar: ¿Cuántos de estos preciosos niños van a terminar en las garras del diablo –en drogas, en crimen– porque su padre o su madre se despreocupan de la atmósfera espiritual en su hogar? ¿Terminarán en ruina porque sus padres estaban envueltos en sus propios problemas, nunca dándoles la atención o disciplina adecuada?

Quizás tú eres un padre que está herido porque tu hijo o hija ya no le sirve al Señor. O, quizás estás destrozado porque tu adolescente está usando drogas o alcohol, o has visto cómo tu tierno hijo está amargado, endurecido y perdido.

Este mensaje no es para condenarte. Nadie puede deshacer su pasado. Pero tengo una pregunta para ti. Al mirar atrás sobre tus años como padre, ¿fuiste un verdadero guardián de tu hogar? ¿Bañabas a tus hijos diariamente en oración? O, ¿estabas muy ocupado? ¿Permitiste que tus hijos te intimidaran?

Aún hay esperanza

Eso está en el pasado ahora. Sin embargo, queda algo que puedes hacer: aún tienes un llamado como guardián para orar diligentemente por la salvación de tus hijos. Eso es – puedes hacer hoy en oración lo que no hiciste en los años pasados.

Aún puedes buscar el rostro de Dios, orar por tus amados, y clamar al Espíritu Santo por convicción de pecado sobre ellos y que los lleve a la cruz.

Debo advertirte, sin embargo: si tus hijos están descarriados o no son salvos, no debes predicarles. Sencillamente ora por ellos. No puedes apremiar a nadie para que entre en el reino de los cielos. Adicto tras adicto me han dicho: «Aún tengo un zumbido en mis oídos de los gritos de mi madre. La podía oír hasta el final de la cuadra».

No hay poder en levantar la voz, porque todo poder descansa en el Espíritu Santo. Por lo tanto, fortalécete en el respeto por la palabra de Dios.

Cuando alguien entra por tu puerta, debe sentir la autoridad de Dios en tu hogar inmediatamente, sin que una palabra sea pronunciada. Y hasta que tus hijos sean adultos, tú eres el guardián con la autoridad para poner las reglas.

Promesa escrita

Las Escrituras dicen claramente que, si tu crías a tus hijos bajo la autoridad de la palabra de Dios, ellos no se apartarán de esa enseñanza. Puede que se alejen por un tiempo, hasta por años – pero con el tiempo serán traídos nuevamente a la verdad.

Aquí tenemos una promesa del pacto que todo padre debe memorizar. Se aplica tanto a hijos que se han perdido y aquéllos que están bajo tu cuidado: «Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí. Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí. Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas» (Isaías 44:1-4).

Esta palabra de promesa a Israel es para nosotros también. Sus palabras de aliento son dadas a todos los escogidos (v. 1) – significa a todos los que están en Cristo.

El Señor comienza diciéndonos en los versos 1-2: «Yo soy el Señor que te formó, y conozco tu dolor. Te voy ayudar ahora. No tienes que temer». La palabra Jesurún, en este versículo, significa justo. En otras palabras, Dios les hace estas promesas a sus justos – promesas gloriosas, comprometedoras del pacto.

Las promesas son: Dios proveerá agua para satisfacer la sed, «Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal» (v. 3). ¿Te ha dado el Señor su palabra que sacia la sed? ¿Ha llegado en tu tiempo de sequía y te ha inundado con su Espíritu? ¿Estás tomando el agua pura de su Palabra?

Si es así, estás listo para declarar otra promesa del pacto: «…mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas» (vv. 3-4). Los sauces crecen rápido. A menudo los ves crecer junto a algún riachuelo. Dios está diciendo: «Porque tú eres mi escogido, voy a derramar de mi Espíritu sobre tus hijos. Y haré que crezcan grandes y fuertes en el Señor».

Mientras lees y relees estos versos, te animo a que incluyas el nombre del hijo perdido. Declara las promesas de Dios orando: «Señor, tú dijiste que derramarías de tu Espíritu sobre mi hijo. Ahora, bendice a mi hijo, Miguel. Derrama tu Espíritu sobre mi jovencita, Susana. Haz que ambos tengan sed de tu agua viva».

Finalmente, Dios dice que tus hijos testificarán: «Yo soy de Jehová» (v. 5). Qué increíble promesa. Mas, estas promesas no son para todo aquel que dice: «Yo soy de Cristo». Son para aquellos padres hambrientos y sedientos – aquéllos que beben de la palabra de Dios diariamente, orando regularmente, pidiéndole al Espíritu que derrame sobre ellos su poder y presencia.

Si esto te describe a ti, entonces declara las promesas de Dios. Hazlas tuyas, y clama al Señor por ellas en tu intercesión. Entonces baña a tu familia en oración – y observa cómo el enemigo huye.

Who Is Guarding The Front Door Of Your House?
World Challenge, Lindale, TX, USA.