La oración eficaz del justo puede mucho”.

–  Stgo. 5:16.

Nada ha hecho tanto bien a la humanidad como la oración. Las consecuencias del uso de tan poderosa arma dejada por el Señor a su iglesia nunca serán justamente valoradas ni reconocidas aquí en la tierra.

La Biblia está llena de casos en los cuales el poder de la oración, el clamor genuino, transformó vidas individuales, afectó el destino de pueblos y naciones, conmovió reinos e imperios, llegó a doblegar las fuerzas de la naturaleza, tornó lo imposible en posible, arrancó la vida de las garras de la muerte y logró cambiar la ruta de los astros en el firmamento.

Por medio de la oración, mujeres estériles concibieron, ejércitos pequeños pusieron en fuga a multitudes de guerreros armados de naciones poderosas, familias fueron salvadas, enfermos fueron sanados, cristianos débiles en la fe fueron llenos del Espíritu Santo, multitudes hambrientas fueron saciadas, pecadores fueron perdonados, personas simples recibieron sabiduría, prisioneros fueron liberados, el Evangelio fue expandido… ¡Absolutamente nada se ha resistido al poder de la oración!

Más allá de las leyes que surjan de los congresos y parlamentos, más allá de las resoluciones de los organismos internacionales más reconocidos, por encima de las decisiones tomadas en las asambleas de mayor renombre sobre la tierra… mucho, mucho más allá de todo eso, se encuentra el aporte que a la humanidad ofrece un hombre de rodillas.

A pesar de que otros reciban las coronas de laureles, los reconocimientos y los premios; a pesar de que para este mundo sean los aportes de otros los que se consideren importantes en cuanto al bienestar de la humanidad, Dios reconoce, valora y premia las oraciones de los justos.

Los verdaderos héroes de la humanidad son los hombres de oración, aquellos que de rodillas interceden por los demás. ¡Y usted bien puede llegar a ser uno de ellos! Que el Señor le ayude a lograr este objetivo.

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