Los argumentos de la existencia de Dios están siendo tomados hoy de forma seria, y son hábilmente defendidos.

Paul Copan

Cuando conversamos con ateos, ellos podrían desafiarnos: «Tú estás diciendo que Dios existe; por lo tanto, el peso de la prueba está en ti, no en mí. Entonces, ¿dónde está tu evidencia?».

El ateo Michael Scriven insiste: «No necesitamos tener una prueba de que Dios no existe para justificar el ateísmo. El ateísmo es obligatorio en la ausencia de alguna prueba de la existencia de Dios» 1. Puede ser que alguien te haya dicho que la creencia en Dios es simplemente como la creencia en Santa Claus o el duende de los dientes. ¿Dónde comenzamos a responder tales aseveraciones?

Definiendo el ateísmo

Primero, define tus términos – comprende los términos que estás usando. Puedes aclarar aquello que es confuso y mantener estable la conversación con un ateo profesante. Pregúntale a tu amigo: «¿Cómo defines el ateísmo?». Según la Enciclopedia de Filosofía, la definición histórica de ateo es alguien que «sostiene que no hay Dios, es decir, que la oración Dios existe expresa una proposición falsa» 2.

El filósofo deísta Anthony Flew (ex ateo), definió al ateísmo como «rechazo de la creencia en Dios», no simplemente la ausencia de la creencia en Dios3. De la misma forma, Julian Baggini, en su libro «Ateísmo, Una Muy Breve Introducción» afirma que el ateísmo es «extremadamente simple de definir. Es la creencia de que no hay Dios o dioses»4.

En contraste, central al teísmo es que un Creador personal infinitamente bueno, sabio, increado, y poderoso hizo existir una creación separada de sí mismo, aunque él sostiene todas las cosas en su ser. Esta creación está compuesta de cosas visibles e invisibles. Y Dios únicamente hizo a los seres humanos con distintiva moral, espiritual, intelectual y capacidad relacional.

La justificación del ateo

Segundo, el ateo también carga el peso de la prueba al hacer la proclama: «Dios no existe». Ten en mente: El ateo está realmente proclamando el conocimiento de algo de la misma forma que el teísta lo hace. Entonces, en vez de sacudirse de cualquier peso de prueba, el ateo debe entender que ambas aseveraciones necesitan justificación, no solamente las del teísta. Si tú afirmas saber algo, debieses ser capaz de justificarlo cuando se exija.

El ateo –si en verdad lo es– dice que Dios no existe. Pero podemos preguntar: «¿Por qué piensas esto? ¿Qué argumentos positivos existen para sostener esto?». Hasta la fecha, no ha habido recientemente ningún argumento que siquiera se acerque a demostrar cómo es esto posible. Algunos pueden decir: «Los argumentos a favor de la existencia de Dios no sirven». Pero eso no es suficiente. Necesitas demostrar por qué Dios no existe. En mi experiencia, el ateo, más temprano que tarde, resulta ser agnóstico.

Ateísmo y agnosticismo

Tercero, busca la inclinación del ateo por el agnosticismo, para relacionar incredulidad con simple falta de fe. Los verdaderos agnósticos afirman no saber si Dios existe o no. En contraste, el ateísmo es una firme proclamación y es realmente una posición bastante difícil de defender. Como ya se dijo, muchos ateos profesantes no son verdaderos ateos, es decir, alguien que no cree o rechaza creer en Dios, sino que ellos se parecen más a los agnósticos – no creyentes. Lo que quieren decir por: «No hay Dios» es más parecido a: «Me falta creencia en Dios».

En abril de 2001, hablando en un foro en Massachusetts, un estudiante me dijo: «La razón por la cual soy ateo es porque los argumentos a favor de la existencia de Dios no sirven».

Respondí: «Entonces tú deberías ser un agnóstico, no un ateo. Es lógicamente posible que Dios pueda existir incluso si los argumentos disponibles a favor de Dios no son sólidos. Por lo tanto, en ese caso, debarías ser agnóstico. Tienes que hacer más que decir que los argumentos a favor de Dios no sirven para ser un ateo. Tú tienes que demostrar por qué Dios no puede existir. Mira, la ausencia de evidencia no es evidencia de la ausencia. Aquel que dice ser ateo pero simplemente carece de creencia en Dios está empañando la distinción histórica entre agnóstico y ateo»5.

Nosotros deberíamos enfatizarle gen-tilmente esta pregunta: «¿Qué hace que tu posición sea diferente a la de un agnóstico?».

Dos tipos de agnósticos

Cuarto, distinguir entre los dos tipos de agnósticos: común y de mal carácter. Ustedes han visto el adhesivo para parachoques: «Agnóstico militante: no sé y tú tampoco sabes». Perciban la posición de este agnóstico. No está simplemente confesando: «Simplemente no sé si Dios existe» – y posiblemente le gustaría saber. Esta sería la posición agnóstica común. No, él está tomando la posición agnóstica de mal carácter. Está afirmando saber algo, después de todo – que nadie puede saber si Dios existe.

Recientemente, en una discusión filosófica local (Café de Sócrates)6, un participante exclamó: «Tú no puedes saber que Dios existe».

Le respondí: «Pero, ¿cómo sabes tú que alguien no pueda saber que Dios existe?». Entonces le presioné: «Puedo entender que solo estés hablando por ti acerca de no saber si Dios existe. Pero, ¿cómo puedes decir que nadie puede verdaderamente saber que Dios existe? Eso me suena imprudente». El agnóstico militante habla por todas las personas, afirmando saber que nadie puede saber que Dios existe. Pero, ¿cómo puede él respaldar la aseveración de saber esto? Como aquel ateo, el agnóstico militante también debe justificar sus dichos.

Pruebas y buenas razones

Quinto, distinguir entre pruebas y buenas razones. En el pasado, los filósofos cristianos y teólogos han hablado acerca de pruebas de la existencia de Dios. Para muchos, sin embargo, esto sugiere un cien por ciento, absoluto, certeza matemática, sin espacio para otras explicaciones o alternativas. He encontrado personas que dicen que, aun si una alternativa a la respuesta de Dios es lógicamente posible, ellos no deben tomar a Dios en serio. Es lógicamente posible que el asombroso universo finamente ajustado, que da vida, que produce vida y la sustenta, apareciera por un proceso material inconsciente y no guiado. ¿Tomamos decisiones importantes o juicios en cualquier otra área de la vida con la base de débiles posibilidades? Simplemente porque algo es posible no significa que es remotamente plausible. He hablado con escépticos, agnósticos y ateos que parecen dispuestos a arriesgar todo basado en las más remotas posibilidades lógicas – un hilo muy delgado en el cual sostener todo. Es lógicamente posible que el universo sea sólo una ilusión también, pero profundamente contraintuitivo e inverosímil. Claramente, muchas posibilidades alternativas no nos detienen necesariamente para considerar de forma seria explicaciones más fundamentales.

He aquí el punto: No necesitamos cien por ciento de certeza para verdaderamente saber. Después de todo, no podemos demostrar total certeza que nuestro conocimiento es cien por ciento cierto. Creemos muchas cosas con seguridad, incluso cuando no tenemos certeza absoluta. De hecho, si la mayoría de las personas siguieran la regla del cien por ciento para el conocer, sabríamos muy poco. Pero nadie en verdad cree eso.

Ahora, si nuestras únicas opciones fuesen ya sea cien por ciento certeza o escepticismo, entonces no seríamos capaces de diferenciar entre estas visiones, que son altamente plausibles, por un lado, y completamente ridículas, por otro. Ambas visiones quedarían cortas del cien por ciento de certeza estándar; por lo tanto ambas debiesen ser descartadas de inmediato. Pero eso claramente no tiene sentido. Lo que resulta interesante es que los escépticos del conocimiento comúnmente parecen bastante convencidos –absolutamente convencidos– de que ellos no pueden saber.

También nosotros sabemos algunas cosas sin necesitar evidencia – por ejemplo, que la tierra es más antigua que quince minutos. Estas creencias son, como algunos filósofos dicen, «propiamente básicas». Simplemente aparecen en nuestra experiencia, y no tenemos razón para dudar de ellas. No podemos demostrar que la tierra tiene más tiempo que quince minutos. Ahora es lógicamente posible que podamos equivocarnos, pero podemos saber estas cosas con bastante confianza, incluso sin tener certeza absoluta.

Dios bíblico y seres míticos

Sexto, tenemos buenas razones para la creencia en el Dios bíblico, pero no para la creencia en seres míticos como las sirenas, elfos, unicornios, el duende de los dientes o el monstruo  espagueti volador*.

Cuando la gente dice que la creencia en Dios es como la creencia en el hada de los dientes o el conejo de pascua, eso es un error filosófico garrafal, una mal guiada comparación. Estos casos son bastante diferentes.

Tenemos buenas razones para pensar que el duende de los dientes o Santa Claus no existe. Por ejemplo, sabemos que los padres comúnmente reemplazan los dientes caídos de sus hijos, puestos bajo la almohada, con alguna sorpresa; sabemos de dónde provienen los regalos del árbol de Navidad. En contraste, la creencia en Dios es muy diferente, y hoy vivimos una era en donde los argumentos a favor de la existencia de Dios están siendo tomados de forma seria y son hábilmente defendidos.

Mientras las evidencias de la existencia de Dios puedan parecer faltantes, es diferente a decir que tenemos evidencia que él no existe (que es lo que hacemos con el hada de los dientes o Santa). Tener razones para rechazar la existencia de algo es diferente de no tener evidencia para algo. Negación rotunda de la existencia de Dios es lo que ocurre cuando no distinguimos entre: (a) no creer en la existencia de algo (como en el caso de Dios) y (b) creer que no existe (como en el caso de los unicornios)7.

¿Qué decir de la sugerencia de Richard Dawkins donde posiblemente el monstruo espagueti volador es responsable de la existencia del universo?

(i) Objetos físicos, como el monstruo espagueti volador, serían parte del universo físico. El único verdadero Dios trasciende el mundo empírico; los monstruos espagueti no, sino que están insertados en él8.

(ii) Esta «objeción» no prueba nada. Solo nos recuerda que los argumentos filosóficos acerca de la naturaleza del Creador no pueden volverse tan específicos como aquellos relacionados con revelaciones especiales. Sin embargo, el universo llegó a existir en un tiempo finito atrás, de materia previamente existente, energía, espacio, y tiempo; entonces aun podemos concluir legítimamente que lo que trajo el universo a existir es personal, poderoso, inmaterial – no como un monstruo de espagueti.

(iii) Esta objeción no socava la conclusión legítima que el universo finamente ajustado fue diseñado por un ser extraordinariamente inteligente.

(iv) No hay razón para pensar que el monstruo espagueti volador es necesariamente un ser, uno que necesariamente existe en todos los mundos posibles. Ya sea que algo es necesario (que existe en su propia naturaleza sin depender de algo fuera de él) o es contingente (depende de algo más para su existencia o no existe por sí solo). ¿Requiere la naturaleza del monstruo espagueti volador que éste exista necesariamente? No tenemos razón para pensarlo así.

(v) ¿Por qué sugerir un monstruo de espagueti en algún caso? ¿De dónde proviene esta idea, y por qué debiese ser tomada tan en serio? ¿Cómo se conectan los fenómenos del universo y de la experiencia humana con esta entidad? ¿En qué nos facilita para explicar estas características de la realidad?

Para aquellos que quieren leer acerca de las evidencias de la existencia de Dios, menciono algunas de ellas en un ensayo llamado «¿Es el Natura-lismo una explicación más simple que el Teísmo?»9. De hecho, hay mucho que decir para apoyar la existencia de Dios10.

Ignorancia inocente e ignorancia culpable

Séptimo, debiésemos distinguir entre dos tipos de ignorancia, inocente y culpable; y el agnóstico sería bastante culpable al rehusarse a buscar. Cuando una turista occidental viaja a Cambodia, ella puede no ser consciente de que exponer la planta de su pie o la suela de su zapato es insultante y ofensivo. Ella puede ofender a alguien por ignorancia del tabú cultural, pero esta ignorancia es inocente.

Hay otro tipo de ignorancia. ¿Qué pasa si estás conduciendo por una autopista y no pones atención a las señaléticas de límites de velocidad? Si un policía te detiene por ir a exceso de velocidad, tú no podrías decirle: «No sabía cuál era el límite de velocidad, o cuán rápido iba. Entonces usted no debiera pasarme una multa». Obviamente, si tú vas conduciendo, eres responsable de poner atención. La ignorancia no es una excusa. Es digna de culpar y no inocente.

De la misma forma, decir: «No sé si Dios existe», podría revelar una falla en mi responsabilidad de buscar a Dios («No quiero saber»). En este caso, yo estaría fallando.

El genetista cristiano Francis Collins del proyecto Genoma Humano dijo que él era agnóstico cuando estaba en la universidad. Incluso confiesa que su no saber era más una actitud de no querer saber – ceguera voluntaria11. Este agnosticismo eventualmente se convierte en un rotundo ateísmo – aunque Collins más tarde llegó a la fe en Cristo. Él leyó «Mero Cristianismo» de C.S. Lewis, y comprobó que sus propias construcciones anti religiosas eran «propias de un escolar»12.

Debido a que la existencia de Dios es un tópico masivamente importante, no podemos darnos el lujo de no poner atención, especialmente en una era de tantos desvíos.

El filósofo Tom Morris señala que deportes, televisión, restaurantes, conciertos, autos, billar, y miles de otras actividades pueden desviarnos de los temas supremos de la vida. Como resultado, nosotros no sintonizamos con Dios. Y cuando una crisis golpea –muerte, hospitalización, desastre natural–, no estamos realmente en la mejor condición para procesar juicios precisos acerca de aquellas profundas preguntas 13. La persona que dice: «No sé si Dios existe», puede haber escogido vivir por distracciones y desvíos y así ignorar a Dios. Esta no es una ignorancia inocente, sino el resultado de no cumplir con nuestro deber.

Entonces el teísta, el ateo y el militante agnóstico, todos cargan con el peso de la prueba. El teísta no tiene una carga más pesada, ya que todos afirman saber algo. Incluso el supuesto agnóstico ordinario no se libera de su culpa, por una razón: en la vida no se puede permanecer neutral. Se tiene que hacer compromisos o aferrarse a creencias que reflejan ya sea una posición atea o teísta.

El agnóstico terminará por convertirse ya sea en un ateo o teísta práctico (o una mezcla de ambos). Tendrá que adoptar alguna postura durante su vida. No se puede permanecer parcial por mucho tiempo. También, el agnóstico común podría decir: «Yo no sé» pero eso a menudo significa: «No me importa». Rehusar el buscar si Dios existe o no; rehusar humillarse a buscar cualquier luz de Dios disponible; vivir una vida de distracciones en vez de consideradamente reflejar nuestro propósito, significado, o destino nos hace culpables de nuestra ignorancia, no inocentes.

Referencias:

(1) Michael Scriven, Primary Philosophy (New York: McGraw-Hill, 1966), 102.
(2) Paul Edwards, ed., «Atheism,» Encyclopedia of Philosophy (New York: Macmillan, 1967), 1:175.
(3) Antony Flew, Dictionary of Philosophy (New York: Macmillan, 1979), 28.
(4) Julian Baggini, Atheism: A Very Short Introduction (Oxford University Press, 2003), 3.
(5) Ver también J.P. Moreland, Does God Exist? (Amherst, New York: Prometheus, 1993).
(6) Ver  http://www.meetup.com/Socrates-Cafe-in-West-Palm-Beach-FL/.
(7) Scott Shalkowski, «Atheological Apologetics», American Philosophical Quarterly.
(8) Eric Reitan, Is God a Delusion? A Reply to Religion’s Cultured Despisers (Oxford 2009).
(9) Paul Copan, «Is Naturalism a Simpler Explanation Than Theism?» in Enrichment 17, N° 1 (2012): 108-11.
(10) Dejo algunas de estas razones en un número de mis libros. Un buen lugar para comenzar es Loving Wisdom: Christian Philosophy of Religion (St. Louis: Chalice Press, 2007).
(11) Frances S. Collins, The Language of God: A Scientist Presents Evidence for Belief (New York: Free Press, 2006), 16.

(12) Ibid., 21.

(13) Thomas V. Morris, Making Sense of It All (Grand Rapids: Eerdmans, 1992), 34.

Sobre el Autor: Paul Copan. Teólogo cristiano, filósofo analítico, eticista, apologista y escritor, autor de siete libros sobre relativismo ético, religión y ciencia, filosofía de la religión, e historicidad de Jesucristo. Además es presidente de la Sociedad Filosófica Evangélica.

Tomado de «Enrichment Journal». Traducido por Daniela Valenzuela.