Palabras que infunden aliento en medio de la aflicción.

Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca».

– 1ª Pedro 5:10.

La primera epístola de Pedro está dirigida a los expatriados, a los dispersos o “sembrados” (la palabra “dispersar” proviene de la raíz que significa “sembrar”) en el mundo. Aunque originalmente se trataba de los hermanos entre los judíos, la condición de peregrino identifica a todos los cristianos, sin diferencias.

Como linaje escogido, como creyentes escogidos (5:13; 1:10), como su elección y posesión, los peregrinos y “sembrados” como su testimonio entre los gentiles, necesitan ver que están bajo el juicio gubernamental de Dios con un propósito positivo.

Sin importar la situación y el ambiente en que estén, todo lo que suceda, sea persecución o cualquier otro tipo de prueba o sufrimiento (1:6; 5:9), simplemente forma parte de la preciosa administración gubernamental de Dios. Tal visión los perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá (5:10), para que crezcan en la gracia.

Los elegidos por Dios el Padre, redimidos por la sangre de Jesucristo y santificados por el Espíritu Santo, somos peregrinos en el mundo. Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos a nuestro Salvador, al Señor Jesucristo.

El Dios de toda gracia

Estas palabras introducen aliento en medio de las pruebas y sufrimientos. “Toda gracia” se refiere al suministro de las abundantes riquezas de su vida divina en sus muchos aspectos, operando sobre nosotros y dentro de nosotros.  El comienzo y el fin  El paso inicial es llamarnos (“nos llamó”) y el paso final es glorificarnos (“a su gloria eterna”). Entre estos dos pasos se encuentra el amoroso cuidado de Dios, mientras nos disciplina (“hayáis padecido un poco de tiempo”), y obra en nosotros (“él mismo”).

Las cuatro razones

1. Perfeccionarnos: Hacernos plenos, completos, perfectos. Llegar a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13; Santiago 1:4).
2. Afirmarnos: Poner firmes. Afianzar. La voluntad de Dios es que, luego de la prueba y de la batalla, estemos firmes (Efesios 6:13 b).
3. Fortalecernos: Hacernos valientes (sin caer en la imprudencia). (2ª Timoteo 1:7).
4. Establecernos: Cimentar sólidamente.

Sobre las pruebas

1. Dios nunca nos hará pasar por algo que no podamos resistir (1ª Corintios 10:13).
2. El padecimiento durará un poco de tiempo (1ª Pedro 5:10 b).
3. La prueba no nos debe sorprender como cosa extraña o ajena al creyente. (1ª Pedro 4:12-14).
4. La confianza en nuestro Dios cambia la disposición (Salmo 25:1-2).
5. El fruto de la prueba produce paciencia (Santiago.1:3).
6. La tribulación nos permite evaluar cada situación y mirar hacia adelante.
7. Dios nos consuela en todas nuestras tribulaciones (2ª Corintios 1:3-5).

José Scheuermann