La educación es un deber que tiene que asumir todo joven creyente. Pero en esa tarea no está solo. El Dios de toda sabiduría será su fuente de provisión y de socorro permanente.

Lo primero que debes tener en cuenta, amado joven cristiano, es que Dios está interesado en todo lo que concierne a tu vida. No pienses que la esfera de tus estudios es ajena al Señor, o que a él no le compete, que no le interesa, o que en ella no te puede ayudar.

En la presunción propia de la edad, tú tal vez tiendas a separar a Dios de tus estudios. Tal vez tiendas a circunscribir a Dios a una reunión de iglesia, o a un Retiro de fin de semana. Que Dios no es para el Colegio. Esto es un error. Dios está en todo lugar donde están sus hijos. Así como los adultos le llevan a sus trabajos, tú también le llevas a tu colegio o Universidad.

La sabiduría humana que en esos lugares se despliega no es algo que sorprenda a Dios. ¡Lejos de ser así! La mayor capacidad de hombre es una nada delante de Dios. Albert Einstein, el hombre más inteligente de este último siglo, es como un bebé de pecho para Dios, y sus teorías, tan complejas e indescifrables todavía para el común de las gentes, son apenas unos tímidos balbuceos delante del Creador de todo cuanto existe.

De manera que tienes que ver que Dios está en todo lugar, que está contigo donde quiera que vayas, y que Él quiere ayudarte en todas aquellas cosas en que tú debes cumplir.

El principio de la sabiduría

Lo primero que ha tener en cuenta el joven cristiano es lo que dice Proverbios 1:7: «El principio de la sabiduría es el temor de Jehová.» Si los jóvenes temen a Dios, entonces tienen en su corazón el principio de la sabiduría. El hombre más necio es aquel que mira hacia arriba y dice: «No hay Dios». En cambio, porque los creyentes temen a Dios, ellos son verdaderamente sabios.

Cuatro jóvenes sabios

Para ejemplificar esto que vamos diciendo, tomaremos el caso de Daniel. Daniel 1:8 dice: «Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse». Más adelante, en el versículo 16, dice: «Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres. A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños». Cuando los llevaron al rey, éste los halló mejores que los demás: «En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo el reino» (v. 20).

¿Qué vemos aquí? El ejemplo de Daniel nos ayuda a mejorar los niveles de nuestra inteligencia y de nuestra sabiduría en Dios.

Consagración

Lo primero, Daniel hizo un acto de consagración. Él no quiso contaminarse con el mundo, ni con la comida del rey ni con el vino. Él no quiso alegrarse con lo que, delante de Dios, era aborrecible. Luego, Dios vio eso -porque todo acto de consagración que tú hagas Dios lo ve-  y lo tomó en cuenta. ¿Qué ocurrió como consecuencia? A estos muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias.

¿Dios sabe de Física? ¿Dios sabe de Química? ¿Dios sabe de Biología? ¡Sí! Dios conoce todo. Aun conoce los intrincados vericuetos de la más avanzada ciencia. Dios le dio la inteligencia al hombre, ¿cómo no sabrá Él mismo todas las cosas?

Yo te invito a que hagas esto: Cuando tengas problemas en una asignatura, dile al Señor: «Señor, tú conoces este asunto de Álgebra, tú conoces esto (pon ahí todo lo que quieras). Señor, tú lo conoces mejor que mi profesor, por favor, enséñame esto.» ¿Lo has hecho? Si lo has hecho, entonces lo has podido comprobar. ¿Verdad? El Señor lo sabe, y el Señor te da la sabiduría.

La respuesta de Dios

En este pasaje de Daniel se dice que el Señor les dio a estos muchachos conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias. No sólo en las cosas espirituales, ¿te fijas?. Las cosas que se enseñaban en Babilonia eran cosas humanas: «letras y ciencias». Allí estaban presentes las dos grandes áreas del conocimiento humano. En Babilonia había un gran desarrollo en ese tiempo. Tú sabes que una de las consideradas «maravillas del mundo», los jardines colgantes, fueron creados allí en Babilonia. De tal manera que no eran gentes ignorantes, y, sin embargo, Daniel llegó a ser el mejor entre ellos. ¿Por qué razón? Porque él se consagró a Dios, él decidió no contaminarse.

¿Quieres ser un buen alumno? ¿Quieres tener un buen rendimiento? Yo te digo: más allá de tu supuesta falta de capacidad en ciertas materias ¡el Señor es capaz de enseñarte, y de sacarte adelante!

Por supuesto, eso no significa que tú te vas a poner relajado y flojo, y vas a decir: «No me preocupo, porque el Señor me va a ayudar». No. Tú debes ser responsable. Dios te dio inteligencia, y Él no hará aquello que tú tienes que hacer, y que puedes hacer. Ahora bien, si tú estás sirviendo al Señor, y si por visitar a un hermano o por participar en las actividades de la Iglesia, por hacer algo que el Señor te demanda a ti en lo espiritual, tú descuidas en algún momento el estudio, tú perfectamente puedes decirle al Señor: «Señor, lo que hiciste con Daniel, por favor, hazlo también conmigo». No alcancé a estudiar lo suficiente, pero creo que tú me puedes socorrer en esto. Hazlo, Señor.»

Perder para ganar

En otra oportunidad, les hemos dicho a algunos hermanos jóvenes: «Si tú quieres servir al Señor, tú tienes que estar dispuesto (sobre todo si has sido tradicionalmente buen alumno, si estás acostumbrado a sacarte las mejores calificaciones), si tú amas al Señor, tú vas a tener que estar dispuesto, a veces, a aceptar una calificación inferior, porque el Señor es más importante. Y si el Señor en algún momento te prueba en esto, y te dice: «¿Hasta dónde valgo yo para ti? ¿qué es más importante para ti?» Y entonces, cuando estés en la disyuntiva, elige correctamente, ¡elige a favor del Señor! Tal vez ya no debas aspirar a ser el mejor alumno de la clase, pero ¿sabes?, vas a tener el gozo en el corazón de agradar al Señor y de que el Señor esté contento contigo.

Algunas cosas prácticas

Para mejorar tu rendimiento escolar es preciso, también, que tú consideres algunas cosas prácticas. Es necesario que tú tengas un lugar apartado, privado, para estudiar. Tú no puedes estudiar en la mesa de la cocina, donde está la mamá preparando la comida, y suele haber música y distracciones: es necesario apartarse. Es bueno también tener también un horario diario para el estudio, una hora, media hora o lo que sea, según la necesidad.

Es necesario también que tú estudies con otros. En Proverbios 27:17 dice: «Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo». ¿Qué significa este extraño versículo? Podemos decir simplemente esto: que cuando hay dos personas, las cosas se hacen mejor, y uno a otro se ayudan. En el estudio, es importante estudiar de a dos o de a tres, sobre todo en la Universidad. Tú no puedes aislarte y decir: «Yo lo puedo hacer solo». Es necesario también reconocer que entre varios se pueden conocer mejor las cosas y cuando hay varios, todos pueden hacer su aporte. En fin, hay un mayor avance.

Dios quiere que tú seas un buen estudiante, responsable e inteligente. Para ello, tú no estás solo, para que no desmerezcas tu condición de hijo de Dios (si no eres muy aventajado), y para que tampoco te dejes cautivar por el oropel del conocimiento humano (si eres un buen estudiante). Para que en todo el Señor Jesucristo sea glorificado en tu vida. En toda tu vida. Amén.