Hablando al corazón

Gracias por esta revista tan preciosa. Es impresionante cómo ella siempre trae artículos que me hablan profundamente al corazón. Agradezco a Dios por la vida de cada uno de los hermanos involucrados en este ministerio de edificación de la iglesia de Cristo. Que el Espíritu Santo continúe bendiciendo e inspirándoles en cada edición.

Mariza Ferrari (Brasil).

Alimento sólido

Gloria a Dios por la revelación exquisita que nos imparte la revista Aguas Vivas, que ustedes producen bajo la guía del Espíritu Santo. Llevo 25 años en el evangelio y, si no fuera por su ministerio, ya hubiera muerto de hambre espiritual. Mi espíritu demandaba alimento sólido y la única fuente donde lo he encontrado es en vuestra revista.
Escribo llorando de gratitud por la misericordia infinita que Dios tiene para con su pueblo. Tal bendición no se queda solo en mí, sino que Dios me permite bendecir a varias ovejitas que también tienen hambre y sed de él, a quienes se las comparto con mucho amor, a fin de que el reino de los cielos se siga extendiendo aquí en la tierra. Mi infinita gratitud a nuestro Dios por este milagro vivo que ustedes encarnan en medio de estos tiempos tan peligrosos.

Pedro Orrillo (Perú).

Gratitud

Gracias por la revista. Dios los siga bendiciendo con esta labor tan hermosa, al hacerla llegar a muchas partes del mundo y con la cual muchas personas son edificadas. Y no solo esto, sino que también otras llegan a los pies del Señor Jesucristo. Mil abrazos, y el Señor los fortalezca en su hombre interior. Saludos y abrazos a todos los hermanos en Chile.

Ramón Sanmiguel Tovar (Colombia).

Perfeccionando a los santos

La revista nos lleva cada vez más al conocimiento de la Palabra. Gracias, hermanos, porque vuestro ministerio perfecciona a los santos y así cada uno recibe el crecimiento del Señor y él mismo nos edifica en amor. Gracias por vuestra fidelidad en la obra del Señor. Bendiciones, y la paz del Señor Jesucristo sea con todos vosotros.

Cecilia y María Cecilia (España).

Toda bendición procede de Dios; por tanto, toda la gloria es para Dios.