El año 2012 quedará marcado por una serie de eventos suscitados por un creciente afán de desarrollo, tanto a nivel económico como científico.

En el ámbito económico, el año que recién pasó, se caracterizó por una serie de acontecimientos que dejaron una huella indeleble en la economía mundial y que será, sin duda, algo que también tendrá consecuencias durante el presente año, a saber:

Crisis del euro

En enero de 2012, el diario británico Financial Times le preguntó a 83 economistas si creían que la eurozona sobreviviría los 12 meses con todos sus miembros. Solo el 43% dijo que sí. Hoy es fácil decir que ese porcentaje se equivocó, pero lo cierto es que no fue por mucho.

Para mantener a la eurozona intacta se necesitó una intervención de alrededor de un billón de euros del Banco Central Europeo (BCE), un rescate de los bancos de España y varios acuerdos que evitaron a último momento la cesación de pagos de Grecia (el último fue de 44.000 millones de euros –56.000 millones de dólares– desembolsados en diciembre).

El punto de inflexión de la crisis se produjo en julio, cuando el presidente del BCE, Mario Draghi, aseguró que haría «todo lo necesario» para salvar al euro. España e Italia estaban preparándose para un verano de ataques especulativos: el fantasma de una desintegración violenta estaba en el aire.

«La intervención de Draghi y de los gobiernos europeos fue decisiva para los inversores y las empresas al dejar en claro que había la voluntad política necesaria para evitar la desintegración de la eurozona», le comentó a BBC Mundo Marie Dirone, economista senior de la consultora internacional Ernest & Young.

El fantasma de una desintegración no solo afectaba a las 17 naciones que tienen al euro como moneda única. Según los expertos, la estabilidad financiera del mundo entero estaba en peligro.

Los bancos

El sistema financiero internacional se ha convertido en un paciente con pronóstico reservado. El cáncer descubierto en 2007-2008 fue neutralizado, pero el peligro de metástasis sigue latente. En 2012 el paciente experimentó varias recaídas. En junio, el ministro de Economía de España, Luis de Guindos, obtuvo de la Unión Europea un rescate de hasta US$ 131.000 millones para sanear su sistema financiero.

Uno de los riesgos más graves de una debacle española era el efecto contagio por el impacto que una bancarrota tendría en sus acreedores (bancos alemanes, franceses y, en menor medida, de Estados Unidos).

España fue el rescate más sonado, pero no el único. En junio, Francia, Bélgica y Luxemburgo, dueños del Banco Dexia, tuvieron que aumentar su garantía de la entidad en US$ 13.000 millones: hoy, la suma total del respaldo es de US$ 72.000 millones.

«Estas intervenciones disminuyeron el riesgo de crisis sistémica. Pero todavía hay muchos problemas por resolver en términos de deudas incobrables, reestructuraciones bancarias y achicamiento del sector», dijo Marie Dirone a BBC Mundo. A estas fragilidades se añadió una catarata de escándalos que minó aún más la alicaída reputación del sistema financiero.

La desaceleración china

La crisis de la eurozona tuvo un impacto global que alcanzó a la nueva estrella del firmamento internacional, China. El tropiezo se debió en gran medida al impacto que la crisis de la Unión Europea –principal socio comercial de China– tuvo sobre sus exportaciones.

La desaceleración china tuvo un efecto dominó. En septiembre, el Banco Mundial afirmó que Asia crecería un 7,2% y no un 7,6%. La diferencia puede parecer minúscula en un marco de alto crecimiento, pero son décimas que tienen un fuerte impacto económico y social.

América Latina acusó el golpe. En la primera mitad de 2012, las exportaciones de Brasil a China se redujeron a la mitad, y el precio del cobre, principal producto de Chile y tercero de Perú, cayó a su nivel más bajo, debido al enfriamiento económico del gigante oriental.

Pero el año 2012 termina con mejores perspectivas. La producción fabril china comienza a repuntar, y el mismo Banco Mundial ha modificado al alza sus predicciones para China en 2013.

Control de Internet

Otra noticia que sin duda tendrá repercusiones globales es el tema de la reciente Conferencia Internacional de Telecomunicaciones (WCIT) convocada por la ONU en Dubai. La controversia estaba en el aire incluso antes de iniciarse tal encuentro, que muchos sabían se aprovecharía para tratar el peliagudo tema del control de Internet.

China y Rusia, entre otros, estaban muy preocupados porque el alma y motor de algo tan importante como la red global siga en manos de compañías y organismos estadounidenses. Mientras que otro bloque de países, como Canadá, la Unión Europea y Costa Rica, a pesar de compartir las mismas preocupaciones, prefieren secundar a Estados Unidos y mantener intacta una red que consideran funciona bien tal y como está. Pero en definitiva, el fin último de aquella reunión fue actualizar unas regulaciones internacionales en telecomunicaciones que ya se encontraban escandalosamente obsoletas.

Tratado firmado

Finalmente, un total de 89 países firmaron el tratado propuesto, una minoría, considerando que los países miembros de la WCIT suman unos 193. Varios países latinoamericanos, incluso Chile, postergaron la decisión de firmar, aduciendo que necesitaban más tiempo para analizar el tema.

La firma del tratado supone que el reglamento internacional entra en vigor en el país firmante, pero según aclaró la UIT éste no afecta el actual sistema de administración de Internet y, en todo caso, las decisiones últimas sobre las políticas aplicadas a la red de cada país la tienen sus respectivos gobiernos.

Para los más puristas defensores del statu quo de Internet, cualquier insinuación que fomente la censura, supone el principio del fin de la red tal y como la conocemos. Muchos temen que un tratado, cuyo texto pocos conocen, termine dando carta blanca para que los gobiernos puedan interceptar comunicaciones privadas, bloquear contenidos y supervisar cualquier actividad de cualquier persona.

En realidad, independiente de que este tratado termine siendo o no aprobado, los gobiernos de algunos países ya cuentan (y usan) herramientas que les permiten controlar de algún modo la Internet.

¿Será que alguien está pensando que, si alguna persona o grupo de personas logra controlar la información, terminará controlando el mundo entero?

La ciencia celebra

El descubrimiento del Bosón de Higgs fue, sin duda, el evento que concentró la mayor atención de la comunidad científica internacional.

El periódico español El País destacó: «El 4 de julio de 2012 bien puede pasar a la historia de la ciencia. Ese día, los científicos del laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), anunciaron que habían descubierto una nueva partícula que seguramente sería el tan buscado bosón de Higgs, partícula elemental predicha teóricamente hace casi medio siglo y que ha exigido el esfuerzo de miles de científicos e ingenieros para dejarse ver. El bosón en cuestión es la clave para explicar cómo otras partículas adquieren la masa que tienen. Varios físicos teóricos, entre ellos el británico Peter Higgs, habían conjeturado que el espacio está lleno de algo denominado campo de Higgs (similar al campo eléctrico), con el que las partículas masivas interactuarían adquiriendo su masa. Y si el campo eléctrico se manifiesta en una partícula, el fotón, el campo de Higgs lo haría en correspondiente bosón. Pero, para producirlo y observarlo, los físicos han necesitado el más potente acelerador de partículas jamás construido, el LHC, instalado en el CERN, y los gigantescos detectores Atlas y CMS que registran las colisiones de alta energía de los protones acelerados. Con su obligada exactitud, los científicos del CERN recalcaron en julio que el bosón descubierto podría ser el Higgs, pero que aún tenían que tomar más datos para confirmarlo. Los últimos resultados apuntan en ese sentido».

Los alcances de este hallazgo en el ámbito científico son todavía insospechados.

¿A dónde mirar?

Como podemos observar el año que dejamos atrás fue altamente noticioso, no solo en estos ámbitos mencionados sino también en el espectro político mundial.

Vivimos en un mundo convulsionado por la inestabilidad de los mercados y sus sistemas políticos, con descubrimientos a nivel científico de gran envergadura, y con un creciente nivel de escepticismo que se expande entre los hombres. Esto último no solo relacionado a la fe cristiana, sino que a las instituciones en general. La gran mayoría de las instituciones, sean estas políticas, judiciales, sociales o religiosas han caído en un descrédito social. Todo esto puede provocar (como es el caso de algunos países) una ola de descontento social que demande remediales urgentes, incluyendo una renovación del paradigma contemporáneo. Los ciudadanos del mundo están exigiendo una pronta solución a sus demandas por la vía de las manifestaciones, acrecentando los niveles de inseguridad e inestabilidad político-social en todo el orbe.

Ante tal panorama nos hará bien considerar las advertencias que el apóstol Pablo escribe a Timoteo: «También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos traidores, impetuosos, amadores de los deleites más que de Dios…». Todo lo que hoy vivimos como sociedad es, sin duda, el resultado de este carácter del hombre. Esto es una radiografía de nuestro sistema político, económico y religioso, pues los sistemas lo componen los hombres.

¿Cuál debe ser la actitud cristiana para los tiempos que corren? ¿Cómo debemos andar? «Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz» (2ª Ped. 3:13-14).