Muchas preocupaciones tiene el mundo de hoy, pero algunas de ellas marcan el rumbo de la humanidad como conjunto.

Nos encontramos en pleno año 2013. Sin  duda, una característica sobresaliente de nuestros días es la información.  Diariamente, y sin mayor esfuerzo, tomamos conocimiento de las cosas más insólitas  que ocurren en cualquier lugar del mundo, y todo esto con un sentido de  inmediatez espantosa y muchas veces agobiante. También es una realidad que, en  medio de tanta información, suelen ocurrir cosas que pasan casi inadvertidas.  En esta oportunidad comentaremos brevemente tres hechos recientes, registrados  en distintos medios y con aparente inconexión entre ellos.

1. Alemania vende sus  iglesias al mejor postor

El título no deja de ser sorprendente.  Cualquier otra cosa puesta en venta no llamaría la atención, pero, ¿vender  iglesias? Bueno, se refiere a terrenos o edificaciones dedicadas al culto  cristiano, y precisamente en un país que, en el pasado, fue escenario de  reformas que influyeron en el mundo entero. El anuncio se puede leer en la  página web del Arzobispado de Berlín.  Bajo el rubro Inmobilien, el  arzobispado intenta desde hace varias semanas vender una capilla y una iglesia  construidas en el siglo pasado.

La Iglesia Protestante, que sufre el mismo  mal que la Católica, decidió utilizar Internet para vender los templos que  ya no puede financiar por falta de dinero y también a causa de la huida masiva  de creyentes. Para facilitar esto, la Iglesia creó la página web  www.kirchengrundstuecke.de, donde anuncia la venta de unos 170 templos y  casas parroquiales.

Entre 1990 y 2010, la Iglesia Protestante  clausuró 340 templos, de los cuales 46 fueron demolidos y es muy posible  que otros 1.000 edificios tengan que ser cerrados en las próximas dos décadas a  causa de un problema que el pastor Reinhardt Maiwack, portavoz de la  institución, conoce de memoria. «Entre 120.000 y 150.000 personas  abandonan la Iglesia cada año», dijo el pastor al diario El País.

Las estadísticas de la Iglesia Católica son  similares. Según el informe anual 2011-2012 de la Conferencia Episcopal,  126.488 personas abandonaron en 2011 la Iglesia Católica alemana, una sangría  que obligó a los obispos a cerrar más de 400 templos. «En los próximos 10 años  se calcula que unas 700 iglesias dejarán de ser utilizadas para celebrar la liturgia»,  dijo el portavoz de la Conferencia Episcopal, Mathias Kopp. Sin dinero y sin  fieles, las naves religiosas pierden su razón de ser y las autoridades deben  vender los edificios donde antes se predicaba la palabra divina. Según  estadísticas oficiales, actualmente hay en Alemania un 10% menos de católicos y  un 17% menos de evangélicos de los que había a comienzos de los años 90.

La venta también dejó al desnudo un  fenómeno que nunca ha terminado de ser aceptado por los fieles y que provoca  inquietud. La mayoría de las construcciones que se venden son convertidas  en atractivos restaurantes, pistas de baile, gimnasios y oficinas de lujo, como  ocurrió con la iglesia protestante Stephanuskirche, en el elegante barrio  Eimsbüttel de Hamburgo, o con el monasterio de Geistingen, cerca de Colonia,  que fue transformado en un lujoso complejo de viviendas.

Para quienes vivimos en Sudamérica, este  fenómeno resulta lejano a nuestra realidad; más aún, cuando todavía podemos ver  en muchos lugares un aumento y no una disminución de los fieles. Sin embargo,  tampoco podemos desconocer que algunas «iglesias históricas» sí han visto  disminuir su feligresía. Esto no deja de ser una señal, pues, cuanto ocurre en  Europa, especialmente en las diversas áreas del comportamiento humano, tarde o  temprano termina aconteciendo en el mundo entero.

Este es un fenómeno objetivo. Las  estadísticas y los informes son fácilmente comprobables. Ahora bien, esto puede  tener al menos dos  interpretaciones. Por  un lado, la gente se aleja de las iglesias porque éstas no satisfacen sus  necesidades, digamos espirituales, pues si así fuese, nunca las abandonarían.  Entre quienes se van, un grupo prosigue en la búsqueda de saciar esa sed; pero,  por otro lado, la mayoría de las personas simplemente le han vuelto las  espaldas a todo lo que sea espiritual o divino y procuran encontrar todas sus  respuestas en la ciencia secular o simplemente buscan satisfacer su sed en el  materialismo consumista propio de nuestro tiempo.

2. Buscando  inmortalidad

Un reciente reportaje publicado por la  prestigiosa cadena CNN da cuenta de un grupo de empresarios estadounidenses que  estaría utilizando gran parte de sus recursos para encontrar formas que los  ayuden a alcanzar la longevidad, ya sea por medio de congelar su cuerpo hasta  encontrar una cura, o enviar sus pensamientos a una máquina independiente,  entre otros.

Lo hemos visto en el cine o en la  literatura fantástica. Temas como la eterna juventud, o cómo vivir más allá de  los límites para un humano común y corriente han sido aspectos más que  recurrentes no solo en la ciencia ficción, sino en la medicina. Hasta ahora,  los investigadores han encontrado varias técnicas para preservar los cuerpos  después de morir, como la «criogenización», o la búsqueda de formas de  transmitir los pensamientos y la conciencia a un robot o un sistema artificial.  ¿Y quién financia estos estudios? Son varios los multimillonarios que se  interesan en esta área.

Con 81 años, Don Laughlin, no  solo es poseedor de Riverside Resort and Casino, un conocido centro de entretenimiento  en Las Vegas, USA, sino que también es uno de los magnates más destacados en la  búsqueda de la vida eterna, a través del método de la criogenización. Es  uno de tantos futuros clientes de Alcor, una compañía especializada en  utilizar una técnica que, al morir, conserva el cuerpo en 182° bajo cero,  esperando que los avances en ciencia puedan revivirlo en el futuro. Sin embargo  eso no es todo, ya que sus activos también serán «congelados», por lo cual, si  llega a tener éxito, continuaría siendo multimillonario.

Por su parte, David Murdock, fundador del  Instituto de Salud y Longevidad, de California, si bien no tiene la intención  de vivir para siempre, su meta es más modesta: solo llegar a los 125 años. Con  sus 79 años ya logró pasar la mitad del tiempo, siguiendo una estricta dieta de  verduras, pescado y mucho ejercicio, además de utilizar su fortuna apoyando la  investigación del desarrollo de la longevidad en base a la nutrición y la  búsqueda de vegetales que ayuden a ese propósito.

John Sperling es un multimillonario  que a diferencia de los demás, financia búsquedas científicas relacionadas con  la medicina celular y la ingeniería médica que alivien el sufrimiento humano y  el temor a la muerte a través de la técnica de la clonación terapéutica,  como el uso de las células madre. Para ello, fundó el Kronos Longevity Research  Institute, un instituto que centra sus actividades en las enfermedades  generadas por el paso de la edad.

Con apenas 31 años, el magnate ruso Dmitry  Itskov, causó gran revuelo al crear la Iniciativa 2045, una idea que  reunió a 30 científicos para crear un centro de investigación que averiguara  sobre formas de encontrar la inmortalidad. Dueño de New Media Stars, una  compañía especializada en noticias online, se ha hecho conocido en el círculo  de los multimillonarios por su continua petición de apoyo para el  financiamiento del siguiente paso en la evolución humana, «la inmortalidad  cibernética y el cuerpo artificial», con lo que espera transferir el  pensamiento y  la conciencia humana a un cyborg, un cerebro  sintético.

Extremadamente celoso de su  privacidad, Robert Miller evita ser fotografiado o entrevistado. De  hecho, en Internet no existen registros suyos aunque sí de su fortuna y sus  donaciones a la caridad. De 67 años, Miller es poseedor de Future Electronics,  uno de los distribuidores de componentes electrónicos más importantes del  mundo, conocido además por sus generosos aportes a la fundación Alcor, de la  que ya hablamos anteriormente. Sin embargo él no busca preservar su cuerpo  entero, sino solo su cerebro.

3. ¿Colonizar Marte?

El proyecto Mars One, liderado por el  ingeniero neerlandés Bas Lansdorp, quiere instalar una colonia permanente en Marte  y pretende llevar astronautas en 2023, es decir dentro de diez años, con la  condición de que no vuelvan a la Tierra. En efecto, la corporación ha sacado  las cuentas y ha estimado que el costo de volver haría inviable el proyecto de  colonizar Marte.

Ya se han lanzado a promocionar esta idea,  que será manejada como un reality show, pues, de esta manera y según sus  cálculos, se obtendría el financiamiento necesario para concretar el proyecto.  Tal reality abarcaría desde la propia selección y preparación de los  astronautas hasta su vida diaria en Marte. La noticia ha causado una gran  conmoción en los medios, y abundan, desde todas las naciones, los voluntarios  postulantes.

Mars One se ha puesto ya en contacto con  empresas aeroespaciales y les ha explicado el proyecto. Muchas de ellas han  dado su visto bueno y están dispuestas a suministrar los elementos necesarios  para poner en marcha la aventura.

Esta idea recuerda a los muchos proyectos  de exploración que hemos presenciado en la historia de la humanidad. Los pasos  que dio Colón para conseguir socios que le financiaran el viaje a América  fueron similares y consiguió lo que se proponía.

Mars One pretende realizar la llegada a  Marte en varias fases:

El primer lanzamiento hacia Marte, pensado  para 2014, será el de un satélite de comunicaciones, que orbitará el planeta  rojo y servirá de enlace con los restantes vuelos programados para años  posteriores.

En Enero de 2016 se pretende lanzar una  nave Dragón de la compañía Space X, que llevaría 2.500 kilogramos de  suministros (comida y agua) para depositarlos en el planeta Marte. Se espera  que este transporte llegue a Marte en Octubre de 2016. Las primeras pruebas de  lanzamiento exitosas fueron realizadas en Diciembre de 2010 y, en Mayo de 2011,  se protagonizó el primer encuentro y ensamblaje con la ISS (Estación Espacial  Internacional, actualmente en órbita en nuestro planeta). Estas naves han sido  contratadas por la NASA como sistema de aprovisionamiento en vuelo para la  Estación Espacial Internacional.

Para el año 2022 se propone lanzar un  cohete con los cuatro primeros colonos, llamado «Equipo Uno», que debería  llegar a Marte en 2023. En 2025 llegaría el segundo grupo de colonos,  denominado «Equipo Dos». Para el año 2033, la colonia debería tener unos 20  residentes.

Seguramente usted ya habrá leído o  escuchado algo respecto a este ambicioso proyecto. No sabemos si realmente  llegará a concretarse, pero el asunto está muy presente en estos días en la  prensa mundial.

Claramente, desde tiempos muy antiguos, el  hombre siente una irresistible fascinación por las estrellas, los planetas y  todo el misterio que tenemos sobre, debajo y alrededor de nosotros. Cada día  los astrónomos y científicos de todo el mundo examinan el universo con medios  cada vez más modernos y sofisticados.

Pero el hombre no se conformará nunca con solo  observarlo. Hay que conquistar el espacio, buscar nuevos mundos habitables. La  tierra no parece darle seguridad. Recientemente, el reconocido físico ateo  Stephen Hawking, afirmó: «No sobreviviremos  otros mil años sin escapar de nuestro frágil planeta».

Sencilla conclusión

Para concluir, una sencilla reflexión que  une los tres temas expuestos: el hombre de hoy, sediento de placer instantáneo  y, cegado por su soberbia natural, se aleja de lo divino. Sin embargo, no  acepta morir, y procura invertir toda su riqueza con el fin de trascender.  Finalmente intenta huir del planeta, colonizar el cosmos. Es como si,  instintivamente, mirase hacia «el cielo», esperando una salida, una solución, o  simplemente, busca y busca sin saber lo que realmente espera.

Es lo que hoy está pasando, todo  comprobable en los medios. Solo nos falta referirnos al Libro despreciado por  los sabios de este mundo, la Biblia: «Dios ha puesto eternidad en el corazón  de ellos» dice el sabio escritor de Eclesiastés (3:11); «Yo he venido para  que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10: 10), ha  dicho Jesucristo, el desechado Salvador del mundo; y uno de sus apóstoles nos  recuerda: «Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y  tierra nueva, en los cuales mora la justicia» (2ª Ped. 3: 13).

Fuentes:  CNN; elpais.com; Reuters; Google.com