El error de Balaam se convierte en camino, y termina en doctrina que corrompe.

Nadie os engañe en ninguna manera porque no vendrá sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”.

– 2a Tes. 2:3.

El Señor Jesucristo no retornará sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición. Esta profecía del apóstol Pablo no deja de ser asombrosa, ¿no les parece? Él profetizó que, antes de la venida del Señor, iba a manifestarse la apostasía. Este será nuestro tema hoy.

Quiero presentarles, a modo de introducción, algo que leí del hermano Austin-Sparks, donde él, hablando del anticristo distingue tres aspectos del personaje. Lo primero que dice, basado en 1a Juan 4:2-3, es que el anticristo es, primeramente, un espíritu. Entonces podemos hablar del espíritu del anticristo.

1a Juan 4:2-3 dice: «En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo».

El «espíritu» del anticristo

Es necesario distinguir al anticristo del espíritu del anticristo, porque este último ya está en el mundo, antes de la manifestación del anticristo. Pablo dice: «Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad» (2a Tes. 2:7), ¡y él lo estaba diciendo en sus días! Juan dice: «…y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene y que ahora ya está en el mundo». El anticristo aún no ha venido, pero el espíritu del anticristo ya está operando.

En segundo lugar, dice Sparks que el anticristo es una pluralidad. En 1a Juan 2:18 el anticristo es muchos anticristos. «Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo». En sus días, Juan estaba diciendo que estamos en el último tiempo. ¿Y por qué dice eso? Porque «según vosotros oísteis que el anticristo viene –dice ahora en profecía– así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo».

Así, tenemos el espíritu del anticristo y muchos anticristos, que ya habían surgido en el tiempo de Juan. Por lo tanto, aun cuando el anticristo no aparece, ya está operando el espíritu del anticristo y, por operación de ese espíritu, sí han surgido muchos anticristos.

Y en último término, basado en Apocalipsis 13:1-10, bajo el nombre de la bestia, Sparks se refiere a la aparición del anticristo como una persona –el anticristo–, que será el clímax de la operación del misterio de la iniquidad. Este personaje será la obra maestra de Satanás, su mejor producto presentado al mundo; el triunfo del humanismo, la aparición de un súper hombre al cual el mismo Satanás delegará su trono, su poder y su autoridad.

Obra paralela

Así que tenemos el espíritu del anticristo, muchos anticristos y finalmente, en un evento futuro aún para nosotros, la aparición del anticristo propiamente tal en un solo personaje, coronando esta obra diabólica que, claramente, es una obra paralela a la obra de Dios.

Dios actúa por un lado, y Satanás va imitando la obra divina, tratando de anular, obstaculizar y aun destruir la obra de Dios. Notemos que la obra de Dios también es primeramente un espíritu –el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo–, el cual hace surgir también una pluralidad: muchos cristos que forman una corporatividad – el cuerpo de Cristo. Finalmente, la obra del Espíritu Santo dará como resultado glorioso el regreso de nuestro Señor Jesucristo, el cual destruirá al inicuo con el Espíritu de su boca y con el resplandor de su venida.

Tenemos estos tres aspectos a modo de introducción. ¿Y qué tiene que ver esto con la apostasía? Si volvemos a 1a Juan, nos centraremos en los muchos anticristos. 1a Juan 2:18: «Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo». Miren la frase que sigue, en el versículo 19: «Salieron de nosotros». ¡Salieron de entre nosotros!

Si Pablo profetizó la apostasía, como leímos, es porque el diablo no está tan interesado en los fundamentos de la sociedad como en destruir los fundamentos de la iglesia. Su objetivo no es destruir solo la sociedad, sino, por medio de ella, arrasar los fundamentos de la iglesia. Y el hecho de que Pablo haya advertido que se va a manifestar la apostasía antes de que el Señor regrese, indica que el diablo tendrá algún grado de éxito en destruir los fundamentos, no de toda la iglesia, pero sí de muchos creyentes.

Actitud vigilante

La carta a la iglesia en Éfeso, en Apocalipsis capítulo 2, nos muestra cómo una iglesia local ha abandonado su fundamento. Cristo, como nuestro primer amor, es el fundamento del servicio y de la vida de la iglesia. Si la iglesia pierde a Cristo como su primer amor, habrá perdido su fundamento. Esta es la desgracia de la iglesia en Éfeso, y ahí está el Espíritu de Dios tratando de contrarrestar esa obra del maligno.

Así que, si fueren destruidos los fundamentos, eso hay que interpretarlo principalmente dentro de la iglesia. ¿Qué pasará si fueren destruidos los fundamentos de la iglesia de Jesucristo? Estos muchos anticristos, bajo la operación del espíritu del anticristo, dice Juan, asombrosamente, «salieron de nosotros», estuvieron entre nosotros, fueron parte del pueblo de Dios. Esto nos pone en alerta, en una actitud vigilante.

Tenemos que permitir que la palabra de Dios nos examine, porque el anuncio de la apostasía significa que Satanás tendrá algún grado de éxito en su acción destructora, si bien no sobre toda la iglesia, porque «las puertas del Hades no prevalecerán contra ella»; pero sí, tal vez, en apartar, separar y destruir el fundamento en muchos creyentes.

No deja de ser sorprendente que Juan hable de «muchos anticristos». ¿Cuál es su relación con la apostasía? Que estos muchos anticristos, si salieron de entre nosotros, no son otra cosa que gente que cayó víctima de la apostasía; que, siendo del pueblo de Dios, terminó renegando de su fe en el Señor que los rescató, dejaron el camino recto, se extraviaron y fueron por un camino de perdición.

Ejemplo concreto

Quiero invitarles ahora a un ejemplo concreto de un apóstata. El Espíritu Santo señaló varias figuras del Antiguo Testamento como ejemplos, en este caso, como malos ejemplos. Permita el Señor que ninguno de nosotros imite su conducta; pero la Escritura dice que muchos siguen a estos que se constituyeron en após-tatas. Por ejemplo, la Escritura menciona a Caín, a Coré, el de la rebelión, y al profeta Balaam.

La figura de Balaam es la mejor desarrollada en los textos, para que veamos el perfil de estos muchos anticristos que no son otra cosa que los mismos apóstatas que salen de entre nosotros y que reniegan del Señor. Quiero mencionar tres aspectos respecto a Balaam, mencionados en Judas 1:11. Se habla de los após-tatas que serían sinónimo de «muchos anticristos», diciendo: «¡Ay de ellos!, porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré».

Nos interesa la segunda frase: «Se lanzaron por lucro en el error de Balaam». Hay quienes imitan a Ba-laam, porque los malos ejemplos también tienen seguidores, y también son muchos. Éstos, motivados por el lucro, por el deseo de ganar dinero, se lanzan en el error de Balaam.

2a Pedro 2:15 dice una segunda cosa de Balaam, otra vez hablando de los apóstatas: «Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad». No habla aquí sobre el error de Balaam sino del camino de Balaam. Se dice que Balaam «amó el premio de la maldad». Noten que esta palabra en el griego es ágape. Balaam no solo le tuvo cariño al dinero, sino que amó el salario de la maldad.

Y tercero, en el mensaje a Pérgamo, en Apocalipsis 2:14, el Señor dice a esta iglesia que él tiene unas pocas cosas contra ella. La primera, «que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, y a comer de cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer fornicación». Allí, algunos hermanos (no toda la iglesia) retenían la doctrina de Balaam.

Ya hemos mencionado el error de Balaam, el camino de Balaam y la doctrina de Balaam; pero no se dice en qué consiste cada uno de ellos. ¿Dónde podemos examinarlos, en la Escritura?

La historia completa se registra en el libro de Números, desde el capítulo 22 en adelante, donde ellos están perfectamente delineados: el error de Balaam (Núm. 22:1-20); el camino de Balaam (Núm. 22:21-40), y la doctrina de Balaam, todo el capítulo 25.

El error de Balaam

Los israelitas acampan a los pies de los campos de Moab, y el rey Balac está aterrorizado, porque sabe que por donde ellos han pasado, el Señor les ha dado victoria. Y entonces, Balac junto con los ancianos de Madián acuerdan contratar los servicios de Balaam, que no es profeta hebreo, sino madianita, pero que tiene comunicación con Dios.

Balaam desconoce lo que significa el pueblo de Israel para Dios. Entonces Balac le ofrece pagarle muy bien para que maldiga al pueblo que está amenazando a Moab. «Ven pues, ahora, te ruego, maldíceme este pueblo, porque es más fuerte que yo; quizá yo pueda herirlo y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas será maldito» (Núm. 22:6).

«Fueron los ancianos de Moab y los ancianos de Madián con las dádivas de adivinación en su mano, y llegaron a Balaam y le dijeron las palabras de Balac. El les dijo: Reposad aquí esta noche, y yo os daré respuesta según Jehová me hablare. Así los príncipes de Moab se quedaron con Balaam. Y vino Dios a Balaam, y le dijo: ¿Qué varones son estos que están contigo?  Y Balaam respondió a Dios: Balac hijo de Zipor, rey de Moab, ha enviado a decirme: He aquí, este pueblo que ha salido de Egipto cubre la faz de la tierra; ven pues, ahora, y maldícemelo; quizá podré pelear contra él y echarlo. Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es. Así Balaam se levantó por la mañana y dijo a los príncipes de Balac: Volveos a vuestra tierra, porque Jehová no me quiere dejar ir con vosotros» (v. 7-13).

«Volveos a vuestra tierra, porque Jehová no me quiere dejar ir con vosotros». Es como si el profeta dijese: «Jehová no me quiere dejar ir con ustedes, aunque yo quisiera ir». Ellos llevaron el mensaje a Balac. Este rey necesitaba que Balaam maldijera a Israel; de lo contrario, la sobrevivencia de Moab estaba en peligro. Entonces mandó gente más importante, y dijo: «Sin duda te honraré mucho; ven, pues, ahora, maldíceme este pueblo» (v. 17).

¿Y qué hizo Balaam? Los recibió en su casa y les dio alojamiento, diciéndoles: «Os ruego, por tanto, ahora, que reposéis aquí esta noche, para que yo sepa qué me vuelve a decir Jehová» (v. 19). ¿Era necesario que consultase de nuevo? Si Dios dice No un día, ¿al otro día podría decir Sí? Entonces el profeta durmió de nuevo, y Dios le habló.

«Y vino Dios a Balaam de noche, y le dijo: Si vinieron para llamarte estos hombres, levántate y vete con ellos; pero harás lo que yo te diga» (v. 20). Nosotros diríamos que, cuando Dios dice que no, al otro día no dice que sí. Pero aquí se registra que un día dijo No y al otro día dijo Sí.

Voluntad «permisiva»

«Así Balaam se levantó por la mañana, y enalbardó su asna y fue con los príncipes de Moab. Y la ira de Dios se encendió porque él iba; y el ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo» (v. 21-22). ¿En qué quedamos? Si Dios le dijo sí, ¿por qué luego se encendió su ira? En verdad, no es que esta segunda vez que consultó, Dios le dijo «Sí», sino que Balaam le sacó a Dios un «¡Bueno, ya!».

A aquellos de ustedes que son padres, ¿alguno de sus hijos les sacó en alguna ocasión un «¡Bueno, ya!»? Su hijo le pidió algo, y usted le dijo: «No, por ningún motivo». «¡Pero, papá!, ¿por qué no? Tú siempre dices que no!». Y el hijo insiste, hasta que el padre termina diciendo: «¡Bueno, ya!». Pero esa expresión no es un Sí. Y el hijo cree que va con el agrado del papá y la mamá. ¿Y cómo quedan ellos? Igual que el Señor, decepcionados.

Hermanos, esto nos debería hacer temblar, si somos obstinados. Nosotros creemos que a Dios no le podemos doblar la mano, pero aquí hay un ejemplo donde Dios, al ver la tozudez de Balaam, que no está vibrando con los intereses divinos, le dice: «Bueno, si insistes en hacer tu propia voluntad, ¡ya, anda!». ¿No les parece terrible?

El amor al dinero

Me pregunto: Cuando Dios me ha dicho que sí, ¿era realmente un Sí, o era un «¡Bueno, ya!»? ¡Qué tremendo! Entonces, el error de Balaam es la terquedad, la tozudez. Si Dios dijo que no, es No, y punto; y no debió haber insistido. Pero, ¿qué había en él que lo motivó a insistir? El amor al dinero. Tal es el error de Balaam.

Por eso, la frase de Pedro es interesante: «Amó el precio de la maldad», la recompensa, el sueldo, de la maldad. ¿Amas el dinero, hermano? Respuesta: «No hermano, por ningún motivo». Pero, ¿cuántas de nuestras deudas pueden deberse a que amamos el dinero? ¿Cuántos de los que son prosperados acaparan más de lo necesario, debido al amor al dinero? ¿Cuántos son «trabajó-licos», porque lo que se esconde de fondo es amor al dinero?

Este tema es una cosa seria. Éste era un profeta de Dios, alguien que estaba en el camino recto, pero cayó en este error. ¿Qué es lo que tiene que movernos a nosotros? El amor a Cristo, y no el amor al dinero. Pero, cuando los fundamentos son destruidos y no es el amor a Cristo que nos gobierna, un ídolo tomará el lugar de Cristo.

El amor al dinero está mencionado en la primera epístola a Timoteo, en un pasaje que se aplica a todos, no solo a los apóstatas, sino a todos nosotros, y que confirma de manera clara lo que estamos diciendo. Y si es para los creyentes, para los que están en el camino recto y no se han extraviado, entonces tenemos que atenderla.

«Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento…» (1a Tim. 6:6-10). A los que le gustan los negocios, aquí está la gran ganancia, el gran negocio: vivir piadosamente y con gozo, contentos. «…porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición».

Esta es palabra de Dios, «porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores».

O sea, no solo Balaam cayó en este error sino que algunos más, siguiendo este ejemplo. Los apóstatas se lanzan por lucro, por amor al dinero, en el error de Balaam, haciendo del dinero la motivación de sus vidas.

Y puesto que estamos hablando de los fundamentos, lo que estamos diciendo es que nosotros los hijos de Dios tenemos que vivir motivados por el amor a Cristo. Vivimos para Cristo, vivimos por Cristo y vivimos en Cristo. Que el Señor examine nuestros corazones por medio de su palabra y saque a luz si hay alguna tiniebla en estas cosas, porque no queremos caer en el error de Balaam.

Volviendo a Números 22, un error puede ser algo puntual. Usted comete un error y lo reconoce, arrepintiéndose de ello. Pero, si persiste en aquel error y empieza a reiterarlo, entonces el error se puede volver su estilo de vida.

Entonces el error se transforma en camino, porque no es que usted simplemente haya errado, sino que ahora empieza a caminar en el error.

El camino de Balaam

Balaam sale, creyendo que Dios le ha dicho Sí, aunque no fue así. Él sale, creyendo que Dios le aprueba, y va haciendo su propia voluntad, cumpliendo sus deseos, siguiendo lo que él ama –el dinero–. Y Dios tiene que salir a estorbarlo. Pedro dice que Dios tuvo que usar una bestia de carga para refrenar la locura del profeta. ¡Qué tremendo!

Este es el camino de Balaam – creer que uno va haciendo la voluntad de Dios, que va agradando al Señor, y la verdad es que Dios está airado, y él se pone como adversario. No adversario en el sentido de que no te ama, sino que tiene que frenar tu extravío, y está dispuesto a todo con tal de detenerte.

Balaam iba feliz, creyendo que Dios le había dado su aprobación. En el trayecto, se aparece el ángel de Jehová con una espada. Dios tiene que parar la locura del profeta, estrechándole el camino. El profeta se enfurece y castiga al animal, pero no ve al ángel con la espada, aunque sí lo ve la burra.

¿Cuál es la ironía aquí? Si alguien es profeta, su característica primordial es que tiene visión del Señor y de las cosas del Señor. Sin embargo aquí, la burra ve, pero el profeta está ciego. El que tiene que ver, no ve, y el que no tiene por qué ver está viendo. Finalmente, el Señor le dio visión, y Balaam vio al ángel de Jehová con la espada.

En este relato de Números 22 se menciona ocho veces la palabra camino. El camino de Balaam es seguir creyendo que vamos en la voluntad de Dios, pero teniéndole más bien a él por adversario; creyendo que Dios ha dicho Sí, cuando en verdad él está permitiéndonos llevar a cabo nuestros deseos; pero pronto saldrá para resistirnos.

«Y el ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí. El asna me ha visto, y se ha apartado luego de delante de mí estas tres veces; y si de mí no se hubiera apartado, yo también ahora te mataría a ti, y a ella dejaría viva» (v. 32-33).

Balaam recapacitó inmediatamente y dijo: «He pecado, porque no sabía que tú te ponías delante de mí en el camino; mas ahora, si te parece mal, yo me volveré. Y el ángel de Jehová dijo a Balaam: Ve con esos hombres; pero la palabra que yo te diga, esa hablarás» (v. 34-35).

Dios le permitió seguir su camino, porque sabía que, a pesar de la gran lección, en el corazón de Balaam gobernaba el amor al dinero. Luego, el profeta llegó donde Balac y éste lo llevó tres veces a un monte para que maldijera a Israel, pero Balaam, sujeto a las palabras de Dios, en lugar de maldecir, hizo unas profecías preciosas para Israel.

Balac entendió que Dios estaba decidido a bendecir a Israel. «Entonces se encendió la ira de Balac contra Balaam, y batiendo sus manos le dijo: Para maldecir a mis enemigos te he llamado, y he aquí los has bendecido ya tres veces. Ahora huye a tu lugar; yo dije que te honraría, mas he aquí que Jehová te ha privado de honra» (Núm. 24:10-11).

La doctrina de Balaam

¿Volvería Balaam a su tierra lleno de gozo, o con dolor de haber perdido la ofrenda? Aquí tenemos el último punto, la doctrina de Balaam. La escena no está en la Biblia, pero es probable que Balac le dijese: «Bueno, si no pudiste maldecir a Israel, porque Dios te lo impidió, al menos dime cómo podrían ser destruidos los israelitas».

Aquí aparece la doctrina de Balaam. Este desalmado profeta, después de aquella lección, movido por la codicia, le dio consejo de cómo destruir a Israel. Cuando los enemigos del pueblo de Dios no pueden matar al pueblo físicamente, tratarán de corromperlo espiritualmente, para que así el juicio de Dios lo destruya.

«Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses. Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel» (Núm. 25:1-3).

La mortandad, producto del juicio de Dios, fue de 24.000 israelitas. ¿Qué tiene que ver esto con la doctrina de Balaam aquí en el capítulo 25? La respuesta está en Números 31:16, sin este versículo no se podría entender que la doctrina de Balaam está en Números 25, porque acá no aparece Balaam. Sin embargo, Números 31:16 dice: «He aquí, por consejo de Balaam ellas fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen contra Jehová en lo tocante a Baal-peor, por lo que hubo mortandad en la congregación de Jehová».

Cuando Dios toma venganza de Madián por haber corrompido a Israel, los israelitas mataron a los madianitas y entre ellos a Balaam. Este texto muestra que fue el mismo Balaam quien le dio el consejo a Balac de cómo destruir el pueblo de Dios corrompiéndolo espiritualmente. Sin duda, aunque no lo dice el texto, ahora sí recibió el dinero. Y si la vez pasada se libró de que el ángel de Jehová lo matara, ahora el juicio de Dios cayó sobre él, y fue muerto.

Doctrina que confunde

En una palabra, la doctrina de Balaam consiste en confundir. Apocalipsis 2, hablando de Jezabel, cuya conducta es similar a la de Balaam dice: «…toleras que esa mujer Jezabel […] seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos» (Apoc. 2:20). Estaba prohibido a los hijos de Dios unirse en yugo desigual con extranjeras. Dios sabía que ellas iban a inclinar el corazón de los israelitas, quienes se unieron a las moabitas y terminaron adorando ídolos.

La doctrina de Balaam puede seducirnos a amar al mundo; con el engaño de que nada nos pasará si lo hacemos. Por eso, la primera carta de Juan es tan fuerte: «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1a Juan 2:15-17).

«Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él». Este es un asunto de fundamento. El amor del Padre es nuestro fundamento, pero a ese amor lo amenaza el amor al mundo. El que quiere hacerse amigo del mundo se constituirá en enemigo de Dios. La doctrina de Balaam es el amor al mundo como si fuese algo inofensivo. Pero esto nos llevará a abandonar a Cristo como el primer amor, para que otra cosa, un ídolo, tome su lugar.

La apostasía de Salomón

Otro ejemplo de esa doctrina es la apostasía de Salomón. «Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón» (1 R. 11:1-3).

Estas mujeres desviaron su corazón, porque no eran del pueblo de Dios. «Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David. Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas» (v. 4-5). ¿Qué hace el sabio rey Salomón, adorando ídolos? «E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre. […] Así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses» (v. 6, 8).

«Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, y le había mandado acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; mas él no guardó lo que le mandó Jehová. Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo» (vv. 9-11). Esta conducta es ejemplo perfecto de alguien que siguió la doctrina de Balaam.

Necesitamos que el Señor examine nuestros corazones. El corazón es engañoso y perverso más que todas las cosas. Solo la luz de la palabra de Dios nos puede hacer ver nuestra verdadera realidad.

Síntesis de un mensaje oral impartido en El Trébol (Chile) en enero de 2017.