Con una sola ofrenda tú lograste, oh Cristo,
el nuevo pacto hecho en tu Sangre;
nos diste la limpieza que no pudo,
la antigua Ley, con sangre de animales.

¿Y cómo hacer, entonces, más perfecto
a quien la perfección de Cristo tiene?
¿Requiere Dios de un nuevo sacrificio?
¿Habrá mejor ofrenda que su Hijo?

Vayamos a la perfección de Cristo:
Al único Varón a quien el Padre
propuso en la carrera del creyente,
en quien perfecta altura es alcanzable.

Que nada cuanto Tú, Señor, demandas,
se aparta del estilo de tu gracia;
que toda perfección lograda en Cristo
será recompensada a su regreso.

En Cristo está propuesto ir adelante:
Su muerte resolvió nuestro pecado.
En pos de ti corremos a la meta:
Tras el Pastor, el Rey y Sacerdote.

¡Y cuanto más se acerca lo perfecto,
más ancho y despejado el cielo extiende
la plenitud  de Cristo; y más completa,
su perfección que vamos encarnando!