Una panorámica de la convulsionada Europa actual.

El uso de términos relacionados con el clima es muy común entre quienes intentan describir las crisis económicas. Y es precisamente lo que está ocurriendo hoy en Europa y, de alguna forma, en el mundo entero. Expertos opinan que serán necesarios grandes esfuerzos para capear la tormenta y así poder llegar seguros a buen puerto.

La crisis económica de la zona Euro ha mantenido la atención de los medios en los últimos meses. Especialistas de todo el mundo miran con atención el desarrollo de los acontecimientos en esta vital área del mundo.

Se ha dicho, por ejemplo, que hoy solo los países nórdicos (Noruega, Suecia, Finlandia) gozan de la tranquilidad de contar con amplios beneficios estatales, ya que sus economías no han caído bajo el contagio de la severa crisis por la que atraviesan la Europa continental y el Reino Unido. El golpe ha sido duro para los habitantes de esa zona del mundo, acostumbrados a un entramado de apoyos sociales que les proporcionaba el estado.

Alarma social

Miles de manifestantes han salido a las calles de París, Londres, Madrid, Berlín, Roma y especialmente en Atenas, la hoy sufrida capital de Grecia. El país que legó a Occidente la receta para gobernarse –la democracia–, por estos días no tiene quien la gobierne, pues sus principales fuerzas políticas no han logrado ponerse de acuerdo para lograr un necesario gobierno de unidad nacional que pueda conducirles en medio de la actual tormenta económica. La población griega ha mostrado reticencia a las medidas de austeridad propuestas por los líderes de la Comunidad Europea, y hoy el país corre el riesgo de salir de la zona euro, asunto que resulta muy temido tanto para la población griega como para el resto de Europa, pues todos temen que esta situación pueda «contagiar» al resto de los países vulnerables, y más aún, poner en riesgo, por extensión, la supervivencia misma de la unión.

Hay quienes sugieren que la única salida es «más Europa», o sea, que la crisis sea enfrentada en bloque, que la UE asuma las deudas en conjunto, y así se avanzaría hacia una Europa más integrada, donde la unión no sea meramente monetaria, sino también más política, con visión de futuro.

El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, pidió a los líderes de los Veintisiete un debate «sin tabúes» sobre cambios a largo plazo en la eurozona, de cara a la cumbre extraordinaria que se celebró este 23 de mayo en Bruselas. En la carta de invitación remitida a los jefes de estado y de gobierno, Van Rompuy subrayó que «no es demasiado pronto para anticiparse y reflexionar sobre cambios más fundamentales en la Unión Monetaria» y señaló que «la simple perspectiva de avanzar hacia un sistema más integrado» aumentará la confianza en el euro.

Sin duda, lo que acontece en Europa –lo demuestra la historia–, termina afectando, para bien o para mal, al mundo entero, sea en lo económico, como en lo político y aun social.

La realidad actual

Los índices de desempleo resultan alarmantes en países considerados del «primer mundo»: España 24%, Grecia 19,4 %, Portugal 14%, Francia e Italia con cifras cercanas al 10%, Reino Unido 8,3 %. Solo Alemania exhibe una cifra menor, de 5,6 %, por tratarse de la economía más fuerte y con una disciplina fiscal ejemplar para el resto de Europa; pero aun así, ellos no están acostumbrados a estos niveles de desempleo. El 24 % de cesantía en España le significa al país una cifra aproximada de 5 millones de desempleados.

Todos estos países han debido reducir miles de puestos de trabajo en el sector público, eliminar días festivos religiosos, subir la edad de jubilación, reducir los subsidios a los padres; reducción de salarios a funcionarios públicos, recortes a gastos militares; se ha elevado el costo de las consultas médicas; la sustitución de medicamentos originales por genéricos, reducción de gastos en medicinas para pensionados, rebaja de las pensiones, y hasta reducción del salario mínimo de los trabajadores. En España, los alumnos deberán pagar más por las matrículas en las universidades públicas; se ha recortado el número de maestros en todos los niveles de enseñanza y sube la cantidad de estudiantes por sala de clases. En Portugal, se comenzó a pagar por las diálisis, y en Francia se subieron los impuestos a las transacciones financieras y a las rentas más altas, y el IVA ya subió casi 2 puntos porcentuales.

Miles de manifestantes se han volcado a las calles a protestar por estas medidas de austeridad que, para la mayoría de ellos, especialmente para los desempleados, se transforman en una tragedia.

Cambios políticos

Luego de las recientes elecciones en Francia, BBC Mundo en su portal de Internet ironizó: «Nicolás Sakozy… se une a un club cada vez más nutrido: el de los líderes europeos caídos por la tormenta económica». Líderes emblemáticos, como Zapatero, Berlusconi y Gordon Brown, son reemplazados por Rajoy, Monti y Cameron, en sus respectivos países. José Sócrates perdió las elecciones en Portugal, Brian Cowen ni siquiera se presentó a la reelección en Irlanda, y nada que decir de la dimisión del socialista griego Yorgos Papandreu, quien fue elegido en 2009 y salió del gobierno en noviembre de 2011 tras haber lidiado con la peor crisis financiera de su país desde la II Guerra Mundial. Tras él asumió Lukas Papademos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), quien, ante la imposibilidad de formar un gobierno de unidad nacional para enfrentar la crisis, también acabó dimitiendo. El presidente de la Corte Suprema Administrativa de Grecia, Panagiotis Pikrammenos, juró como primer ministro interino el 16 de mayo de 2012. El veterano juez asume un gobierno de emergencia hasta las elecciones del 17 de junio, que tienen en vilo no solo a Europa sino al mundo entero.

Francoise Hollande venció a Sarkozy en Francia, lo que parece ser el cambio más emblemático, pues precisamente fue el diferente enfoque acerca de cómo enfrentar la actual crisis el motivo de su triunfo en las recientes elecciones. Ahora Hollande, recién asumido, intenta cambiar el foco con nuevas propuestas que apuntan a reactivar el crecimiento económico y no solo esperar austeridad de los países, especialmente porque ello supone un sacrificio mayor de parte de la población. Alemania, por su parte, se opone a esas medidas e insiste en la disciplina fiscal como eje para enfrentar la actual crisis.

Hablan los expertos

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, compuesta por 34 de los países más ricos del mundo), instó a los líderes europeos a evaluar todas las alternativas para frenar la crisis, entre ellas los eurobonos, para poder mantener la moneda comunitaria, ya que un escenario de mal resultado en la zona euro con implicaciones para el resto del mundo, no puede ser descartado.

El economista jefe de la OCDE, Pier Carlo Padoan, dijo en una entrevista reciente que ya era tiempo de empezar a pensar en lanzar «bonos conjuntos» de la eurozona para financiar proyectos y, eventualmente, recapitalizaciones bancarias, en medio de las preocupaciones cada vez mayores.

El nuevo presidente de Francia, François Hollande, está impaciente porque la zona euro comience a discutir seriamente estas emisiones de bonos con el fin de reactivar el crecimiento en Europa. Pero Alemania se sigue oponiendo a la idea, ya que considera que sería el equivalente a que los países más ricos paguen la cuenta de las naciones derrochadoras por la ausencia de supervisión de la política fiscal a nivel de la Unión Europea. «La razón por la cual los eurobonos son vistos como un problema más que una solución es debido a que este es el viejo problema de Europa, la confianza mutua no es suficientemente fuerte», dijo Padoan.

Vorágine de tecnicismos

Crisis de liquidez, efectos recesivos, ajuste estructural, mercado de bonos, bonos soberanos, burbuja inmobiliaria, solvencia fiscal, baja agresiva de tasas, políticas expansivas, carteras de cajas y bancos, etc., etc. Se necesita más que un diccionario para entender las noticias hoy. En realidad, es un lenguaje de expertos que el ciudadano común y corriente no logra asimilar. A la mayoría de las personas, lo único que les interesa es si van a conservar su puesto de trabajo, si quienes estudian con sacrificio hoy tendrán trabajo mañana; en fin, el mundo más bien se pregunta si el presupuesto mensual familiar alcanzará para alimentar la familia, para pagar deudas menores y, por favor, que no vaya a sorprenderles una enfermedad costosa.

Muchos reaccionan indignados, palabra muy de moda en estos tiempos, ya que piensan que los modelos económicos han sido diseñados por expertos teóricos, que cada país o gobierno escoge sus mejores profesionales para ocuparse de las principales decisiones en estas complicadas materias, y resulta que son precisamente estos expertos quienes muchas veces no solo equivocan el rumbo, sino que además son incapaces de anticipar estas crisis, y las consecuencias termina pagándolas el mundo entero.

Rol de Alemania

Alemania ya no ve su participación europea como en el pasado. Desde la caída del Muro y la unificación, los alemanes han buscado su reubicación en la sociedad internacional. Este proceso se ha reflejado también en el ámbito europeo. Especialmente durante esta crisis ha quedado patente que se han acabado los tiempos en los que Alemania acababa pagando de forma incondicional y a cualquier precio por los compromisos a los que se llegaba en la Unión Europea.

Su actuación durante esta crisis ha despertado malestar y recelos entre sus socios. Le han echado en cara una insuficiente solidaridad. Se le reprochó que no dirigiese la Unión Europea, que actuase demasiado tarde con respecto a la crisis griega y del euro. Incluso se ha hablado de la emergencia de una Alemania nacionalista. No es así. El país mantiene su compromiso con Europa, aunque es cierto que la crisis lo sorprendió con el pie cambiado, cuando no tenía ningún interés en ejercer el liderazgo. Su pasado provoca a los alemanes una cierta alergia al poder. Hubo tardanza en tomar la iniciativa, lo que perjudicó, sin duda, a la Unión Europea. Pero sus socios tampoco fueron capaces de reaccionar, lo único que hicieron fue esperar a que «la locomotora de Europa» cogiese la batuta y dirigiese la orquesta.

Pero ahora Berlín pone precio a su solidaridad, ha pegado un golpe en la mesa de Bruselas para dejar claro que está dispuesta a pagar, a contribuir con generosidad, pero los demás han de hacer sus deberes y cumplir las reglas.

Alemania ha ganado mucho con el euro, y su principal mercado sigue siendo la UE y por tanto necesita que sus socios crezcan. Europa es el eje en el que Alemania está anclada; para los demás no es la víctima sino económicamente la fuerte y la ganadora del mercado interior y del euro y que deberá seguir solidaria, no por altruismo, sino por su propio interés.

Angela Merkel, la actual canciller alemana, se plantea siempre con mucha firmeza y seguridad: «La Europa unida es la garante de nuestra seguridad y libertad, el euro es la base de nuestra prosperidad. Alemania necesita a Europa y a nuestra moneda común para nuestro bienestar y para gestionar grandes tareas en todo el mundo. Nosotros los alemanes asumimos nuestra responsabilidad, aunque a veces sea muy difícil».

La tensión continúa

La tensión en la zona euro se acentuó el jueves 24 de mayo de 2012, ante la negativa de Alemania de crear eurobonos para reactivar el crecimiento, una medida impulsada por Francia, en momentos en que Europa vive «un momento crucial» de su historia, según advirtió el BCE.

«No tiene sentido basarlo todo en los eurobonos o en instrumentos en apariencia solidarios que sólo agravarían la crisis», consideró la jefa del gobierno alemán, un día después de una cumbre de la Unión Europea en la que el presidente francés, Francois Hollande, presentó ese instrumento como una baza esencial para salir de la crisis. «La crisis no se resolverá con un remedio milagroso sino como resultado de un trabajo duro» a base de rigor presupuestario y reformas estructurales, subrayó Merkel en Berlín. Los eurobonos «recompensarían a los países que no llevan a cabo ninguna política presupuestaria y castigarían a quienes intentan tener una política presupuestaria sana», dijo en París el ministro alemán de Economía, Philipp Rosler.

La medida «ganó muchos adeptos» en la Unión Europea, según una fuente que no quiso identificarse. Aunque Merkel, apoyada por Holanda, Finlandia, Austria y Suecia, contó que también «muchos socios de la Unión Europea» expresaron sus reservas.

El hastío es cada vez mayor entre los europeos ante la convocatoria de cumbres que culminan con pocos avances y muchas divisiones, en un contexto cada vez más sombrío ante una posible salida de un miembro de la zona euro y las dudas sobre la banca española.

¿Salto valiente?

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), el italiano Mario Draghi, reconoció que la UE vive «un momento crucial» de su historia y que es «necesario» un pacto para el crecimiento que respete también la disciplina presupuestaria. «Para que el proceso de integración de Europa sobreviva se necesita dar un salto valiente», dijo Draghi el jueves 24 de mayo de 2012, en una conferencia en la Universidad de Roma, La Sapienza.

Los países de la zona euro reafirmaron que «quieren» que Grecia siga siendo miembro del bloque, pero estudian al mismo tiempo «un plan de contingencia» ante una posible salida de este país de la unión monetaria.

Muchas cosas están aconteciendo aceleradamente, no solo en Europa sino en el mundo entero. Esperamos que la tormenta pueda amainar, por el bien de todos.