El lugar de la mujer en el matrimonio es una perfecta combinación de honra y subordinación.

El lugar de la mujer en el matrimonio es una mezcla perfecta de honra y subordinación. Honra, porque ella es la plenitud y la gloria, del varón, y subordinación, porque ella fue creada por causa de él y encuentra su razón de ser en el varón.

Gloria

La posición de honra se entiende claramente cuando observamos el antitipo de la cual la mujer es un tipo, es decir, la iglesia. En Efesios 1:23 dice: «La iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo». La iglesia es la plenitud de Cristo, por lo cual la mujer es la plenitud del varón. La realidad de Cristo y la iglesia es anterior a la del varón y la mujer, por lo tanto, el modelo de la relación es Cristo y la iglesia.

Decir que Cristo está incompleto sin la iglesia suena casi a herejía; sin embargo, las palabras inspiradas dan a entender exactamente eso. Calvino dijo: «Es el más alto honor para la iglesia, que el Hijo de Dios se considere a sí mismo en cierto grado imperfecto en tanto no esté unido a nosotros».

No, por supuesto, imperfecto en su divinidad, en lo cual él es pleno –en él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad– sino en cuanto Hombre, por causa de que el hombre fue creado con una compañera. Como esposo él está incompleto sin la esposa.

Esta es la mayor honra de la mujer: saber que sin ella el varón estaría incompleto. Por eso, bien dice la Escritura: «La mujer es la gloria del varón» (1ª Cor. 11:7). Sin embargo, esta no es la verdad completa.

Varona

Cuando Adán vio a Eva por primera vez dijo: «Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada» (Gn. 2:23). La palabra «Varona» que utiliza la versión Reina-Valera no es de uso común en español –y a muchos puede parecer arcaica–; sin embargo, el uso de ella en este versículo está plenamente justificado, pues en hebreo la palabra que corresponde a mujer (Ishshah) es la forma femenina de la palabra que corresponde a hombre (Ish).

Decir, como una Biblia traduce, «será llamada mujer, porque del varón fue tomada» no indica la profunda ligazón que en el hebreo tienen ambas palabras. Traducir: «será llamada Hembra, porque del hombre fue tomada», muestra una relación fonética entre las palabras, pero no etimológica.
Lo cierto es que la palabra usada para ‘mujer’ deriva de la palabra usada para ‘hombre’. Y este hecho no es simplemente un asunto lingüístico, porque indica que la mujer deriva su existencia del hombre. Este es un hecho que tiene alcances espirituales.

Eva fue tomada de Adán; por tanto, su vida, su razón de ser, era Adán. Pero no sólo para Eva. En el Nuevo Testamento, Pablo toma como base el relato de Génesis para extraer de allí un principio general, aplicable a toda mujer: «La mujer (procede) del varón»; «la mujer (fue creada) por causa del varón» (1ª Cor. 11:8-9). De manera que no sólo Eva podía encontrar explicación a su existencia al mirar a Adán, sino que toda mujer encuentra esa misma razón de ser al mirar al varón, su marido. Ella existe por causa de él.

Así que, en este sentido toda mujer es una «varona», no importa el nombre que tenga. Puede llamarse del modo que se llame, pero esencialmente, ella es una varona, ella es una extensión y complemento del varón.

¿Significa esto un desmedro para la mujer? Respondemos con otra pregunta: ¿Por qué habría de serlo si Dios lo diseñó así? Dios es sabio, y él sabe lo que hace.

Ahora bien, si esto suena a desmedro, la explicación hemos de buscarla, no en Dios, sino en la «sabiduría de este mundo (que) es insensatez para con Dios» (1ª Cor. 11:19). El humanismo ha pretendido mejorar el modelo de Dios para el matrimonio, y ha insuflado en el corazón de la mujer una idea diferente.

La mujer como ‘varona’ fue tomada del varón, por tanto, ha de parecerse a él, ha de pensar como él, ha de sentir como él. Cuanto más se parezca la mujer al varón de la cual ella es esposa, hará veraz a Dios que ha hablado claramente al respecto, y, de paso, honrará a su marido.

La idea de ‘complemento’ no es, por supuesto, invención nuestra, sino que está en la Biblia. La Versión Moderna traduce así Efesios 1:23 dice: «su iglesia, la cual es su cuerpo, el complemento de aquel que lo llena todo en todo». La palabra que Reina-Valera traduce como ‘plenitud’, H.B. Pratt, traduce como ‘complemento’. ¿Hay error en alguna de estas versiones? No; hay complementa-ción y enriquecimiento.

El equilibro perfecto

Ahora bien, si unimos estas dos ideas, la de complemento y la de plenitud, tenemos la significación completa, plena, de lo que la mujer es para el varón. ¡Que el Señor muestre su gracia a las hermanas para verlo!