Si el contentamiento y la acción de gracias se pierden, no estamos amando a Dios como debiéramos, y el deseo correcto se ha convertido en codicia contra Dios. Nuestra vida interna es el lugar principal para perder la verdadera espiritualidad. Lo externo es siempre el resultado de lo interior. La manera de comprobar cuándo un deseo correcto se vuelve codicia está en que debemos amar a los hombres lo suficiente como para no envidiarlos, y esto se refiere no sólo a su dinero, sino a cualquier cosa. Pudiera ser, por ejemplo, estar envidiosos de sus dones espirituales.
Francis Schaeffer, en La verdadera espiritualidad.

Mientras que los cristianos en general imaginan que todo lo que no está positivamente prohibido y es pecaminoso, les es lícito, y procuran retener tanto como les es posible de este mundo, con su propiedad, su literatura, sus goces, el alma verdaderamente consagrada es como el soldado que lleva consigo solamente aquello que necesita para la pelea.
Andrew Murray, en Con Cristo en la Escuela de la Oración.

Una de las mayores desgracias de este siglo es la existencia de gente que quiere tener dos altares los domingos, uno para Jehová por la mañana y otro para Baal, por la tarde.
D.L. Moody.

La mitad de la batalla en la vida cristiana se gana cuando encontramos pecado en nosotros y lo enfrentamos nosotros mismos. La otra mitad la ganamos con la ayuda de otros cristianos que nos amen lo suficiente como para reprocharnos con el hecho de nuestro pecado; mas están dispuestos a orar por nosotros y aceptar ayudarnos a encarar ese pecado y a conquistarlo.
Frank Barker, en Filipenses.

Nosotros nos amonestamos unos a otros a tomar el camino que Cristo nos señala; nos advertimos unos a otros contra la desobediencia que es nuestra destrucción común; unos a otros somos amables y severos porque conocemos tanto la bondad de Dios como su severidad. Reprobar es inevitable. La Palabra de Dios lo demanda. Cuando un hermano cae en pecado, nada puede ser más compasivo que la severa reprensión que llama al hermano a volverse de la senda del pecado.
Dietrich Bonhoeffer (mártir alemán).

Nada hay más mortífero para la vida del creyente que querer aparentar. No hay mayor bendición que cuando cesan nuestros esfuerzos por aparentar y nuestras actitudes se manifiestan con libre naturalidad: cuando nuestras palabras y oraciones, nuestra vida misma, son la expresión, no forzada, sino espontánea, de nuestra vida interior.
Watchman Nee, en Sentaos, andad, estad firmes.

Si lo que gastamos en comodidades, lujos y diversiones es lo mismo que gastan los que tienen ingresos semejantes a los nuestros, eso significa que probablemente estamos dando muy poco. Si lo que damos no limita en absoluto nuestros gastos ni nos impide hacer ciertas cosas, yo diría que es muy poco. Debe haber cosas que nos gustaría hacer, pero no podemos hacerlas porque lo que damos no nos lo permite.
C.S. Lewis, en Cristianismo y nada más.

Es imposible que un cristiano que pase la mayor parte de la noche, mes tras mes, semana tras semana, y día tras día, mirando los programas de televisión de las principales redes del país, o viendo los programas de video de la actualidad, tenga una mente cristiana.
R. Kent Hughes, en Disciplinas de un Hombre Piadoso.