Los cuarenta mártires de Sebaste

El año 320 el emperador Licinio publicó un decreto ordenando que los cristianos que no renegaran de su fe serían condenados a muerte. Cuando el gobernador de Sebaste, en Turquía, leyó en público el decreto, cuarenta soldados declararon valientemente que todos los tormentos del mundo no conseguirían apartarles de Cristo.

El gobernador mandó apresarlos y torturarlos. Ellos sufrieron gustosos el tormento, entonando cánticos de fe. La cárcel se iluminó y oyeron que el Señor los animaba a sufrir con valentía. Lleno de ira, el gobernador ordenó echarlos a un lago helado, y poner cerca un estanque con agua tibia para el que quisiera renunciar a Cristo.

Los mártires se animaban unos a otros, proclamando su fe. Sin embargo, uno de ellos flaqueó y se pasó al estanque de agua tibia; pero el cambio le produjo la muerte. Entonces uno de los guardianes gritó: «¡Yo también creo en Cristo!», y fue arrojado al lago. Y allí murieron todos, en tres días y tres noches de agonía.

Los soldados invitaban al más joven de ellos a que renunciara, pero la madre del mártir le gritaba: «Hijo mío, recuerda que si te declaras amigo de Cristo en esta tierra, él se declarará amigo tuyo en el cielo». El joven sufrió valientemente el martirio, alabando a Dios.

Fuente: EWTN, Internet.

William Tyndale

William Tyndale (1490-1536), fiel ministro de Cristo, fue ordenado sacerdote en 1521 y pronto comenzó a hablar de lo que sería la obsesión de su vida: la traducción de la Biblia al inglés. Se cuenta que en el curso de una disputa con un prominente clérigo, le dijo: «Si Dios me da vida haré que el campesino que guía el arado conozca las Escrituras mejor que tú». El resto de sus días los dedicó a hacer realidad su sueño.

Como el rey de Inglaterra rechazaba cualquier versión de la Biblia en inglés, Tyndale huyó a Alemania, donde conoció a Lutero, y allí viajó de ciudad en ciudad, exiliado, pobre, perseguido y en constante peligro. La doctrina popular de su tiempo implicaba que el ser humano puede ganarse la salvación por su conducta y por hacer penitencia y frente a ello escribió sobre la salvación como un don gratuito de Dios.

La traducción del Nuevo Testamento desde el griego la terminó en 1525 siendo impreso en Worms y llevado de contrabando a Inglaterra. Las autoridades religiosas de Londres trataron de destruir esta obra. De las 18.000 copias que se hicieron, hoy sólo tenemos dos.

En 1534 publicó una edición revisada y empezó a trabajar en el Antiguo Testamento. Dos años más tarde terminó y publicó el Pentateuco y Jonás, teniendo también traducidos los libros desde Josué hasta Crónicas. En 1537 se decretó que su traducción quedaba prohibida. Traicionado por un hombre de confianza, Tyndale fue apresado y enviado al castillo de Vilvorde.

Fue juzgado por herejía, condenado a muerte y quemado en la pira, siendo sus últimas palabras: «¡Señor, abre los ojos del rey de Inglaterra!».

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