En nuestras últimas ediciones hemos estado atentos al devenir de la crisis económica mundial y sus consecuentes repercusiones en todo el orbe. Ya nos vamos adentrando en el año 2009 y, sin duda, ante nuestros ojos, se está escribiendo una página negra en la historia mundial.

Para quienes vivimos en países en vías de desarrollo, que conocemos la pobreza histórica de la región latinoamericana, nosotros estábamos acostumbrados al hecho de que los países «ricos», desarrollados o del así llamado «primer mundo», siempre estaban bien, sus monedas y sus economías, en general, se les veía siempre tan sólidas y en constante crecimiento.

Ahora bien, en las últimas décadas hemos sido testigos en Chile de un crecimiento sostenido, en educación, infraestructura, comercio, comunicaciones, en fin, en casi todos los ámbitos de la vida nacional. Los países del primer mundo son nuestros principales clientes, ellos compran nuestras materias primas y son los grandes consumidores de todo cuanto producen nuestros países. Por tanto, si ellos están viviendo una recesión, bajará el consumo, y entonces, ¿quién comprará nuestros productos?

Economías tan fuertes y pujantes como la norteamericana, japonesa y europea, hoy aparecen sumidas en una crisis de la cual, todo indica que no será fácil emerger.

Esto, visto desde la perspectiva de Chile, que bien puede ser la de muchos otros países del área.

Japón

Japón sufrió el cuarto trimestre de 2008 su peor contracción económica en 35 años, debido al desplome de exportaciones e inversiones, y el Gobierno afirmó que el país está viviendo su recesión más grave desde la guerra.

Según estadísticas oficiales recientemente publicadas, el producto interno bruto (PIB) de la segunda economía mundial ha caído un 12,7% a ritmo anual de octubre a diciembre de 2008.

«Esta es la peor crisis desde el final de la guerra. No cabe duda», declaró el ministro de Política Económica y Presupuestaria, Kaoru Yosano, y estimó que la economía nipona «fue arrasada literalmente» por la tormenta mundial.

Alimentada mucho tiempo por la demanda de automóviles, aparatos electrónicos y otros bienes de consumo japoneses de alto valor añadido en Estados Unidos, la economía japonesa vivió un periodo de expansión más largo desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Pero el crecimiento nipón sufrió un frenazo brutal con la caída del consumo en Estados Unidos y luego en el resto del mundo. Al ver que sus reservas aumentaban y sus beneficios se reducían a una velocidad alarmante, las empresas redujeron de forma drástica sus inversiones. Víctimas de supresiones de puestos de trabajo o de recortes salariales, inquietos ante un futuro incierto, los japoneses se lo piensan más antes de echar mano a la cartera, y el marasmo económico se sigue agravando.

Japón se encuentra oficialmente en recesión desde el tercer trimestre de 2008, y seguirá estándolo al menos todo el año 2009, estiman la mayoría de los economistas y el banco central del país.

«Japón será incapaz de superarla en solitario. Las fronteras no existen en economía. La nuestra arrancará de nuevo al mismo tiempo que en los otros países», agregó el ministro Kaoru Yosano, para quien «reconstruir nuestra economía es una cuestión de responsabilidad frente a los otros países».

Europa se hunde en la recesión

Por su parte, las economías de Alemania, Francia e Italia sufren desplomes sin precedentes en los últimos años. La Comisión Europea insta a los estados a acelerar la aplicación de los planes de estímulo.

La economía del conjunto de la Unión Europea se contrajo 1,5%, lo que demuestra que la recesión se agrava en el Viejo Continente y supera a la de Estados Unidos, cuya contracción fue del 1% en los tres últimos meses de 2008 tras dos trimestres en negativo, entró en recesión técnica. «Las cifras no son desgraciadamente una sorpresa y no son buenas. Tenemos una crisis económica y financiera mundial que hay que combatir», explicó la portavoz del comisario de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia, sobre las nuevas cifras difundidas a mediados de febrero por Eurostat.

¿Un «nuevo orden económico mundial»?

La cumbre de los ministros de Economía del G7 (los siete países más industrializados del mundo) concluyó el 14 de febrero con un llamamiento de la Presidencia italiana a la creación de unas «nuevas reglas» que den lugar a «un nuevo orden económico mundial» respetuoso con el sistema capitalista.

La reunión, que hizo mucho hincapié en la necesidad de sanear el sistema bancario internacional, terminó con un llamamiento a un nuevo sistema legal compartido por todos los países que impida una crisis económica como la actual.

El comunicado final de la reunión también cita como una de sus prioridades impedir las «medidas proteccionistas» para que no surjan nuevas barreras al comercio internacional.

El proteccionismo había estado en boca de todos a causa de la cláusula «buy american» (comprar productos americanos), incluida en el plan de estímulo estadounidense, que finalmente quedó diluida en la versión aprobada  por el Congreso de EEUU.

El nuevo secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, que acudió a su primera reunión del G7, no dio nuevos detalles sobre el plan de estímulo financiero, pero subrayó la «velocidad» con la que la Administración del nuevo presidente de EEUU, Barack Obama, ha tomado decisiones para sortear la crisis.

Esto, sin duda, sigue la línea de las expectativas de los norteamericanos, y del resto del mundo, con respecto al nuevo presidente norteamericano. Un sondeo de opinión realizado por el Servicio Mundial de la BBC en 17 países arrojó como resultado que, según la opinión de los encuestados, la presidencia de Barack Obama tendrá un impacto positivo en las relaciones de Estados Unidos con el resto del mundo. La mayoría de los encuestados (72%) subrayó que la crisis financiera global debería ser la prioridad fundamental de la agenda de Obama, y se incluyen entre éstos los propios norteamericanos.

Los países del G-7 definieron  la estabilización de la economía global y de los mercados financieros como su «prioridad absoluta» para salir de la «severa» crisis mundial. Para ello se comprometieron a emprender «todas las iniciativas que sean necesarias» para restituir la «plena confianza» en el sistema financiero. Entre ellas, la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI), de acuerdo con reglas más severas y mayores controles sobre las autoridades financieras nacionales.

El G7, un grupo que incluye a EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá, se refirió repetidamente a la necesidad de coordinar sus políticas (proyecto de reforma del FMI), con otros foros como el G20, que incluye a grandes economías en desarrollo como China y la India.

Reglas más amplias

«Estamos de acuerdo en que un FMI reformado, reforzado con recursos adicionales, es crucial para responder con eficacia y flexibilidad a la crisis actual», señaló el comunicado final. «Las autoridades de vigilancia bancaria tendrán a disposición unas reglas estándar que serán más amplias que en el pasado y abarcarán desde el gobierno corporativo de los bancos y la remuneración de los directivos hasta las acciones a tomar frente a los riesgos posibles», explicó Draghi. Asimismo, el FMI intensificará las «visitas» que ya realiza regularmente en todos los países miembros «para asegurar que la estructura de los controles financieros sea más intensa». Según Draghi, dichos controles podrían convertirse en obligatorios.

Ilustrando lo acordado en Roma, Giulio Tremonti, ministro de Economía del Gobierno italiano y presidente de turno, dijo que «ha empezado una actividad de construcción y ensamblaje de materiales que son políticos y económicos a la vez». Añadió que «se trata de un experimento extraordinario que apunta a la formación de un cuerpo de reglas jurídicas y económicas que deben crear confianza e impedir que, una vez terminada la crisis, el desarrollo futuro lleve a otra».

A estas alturas, resulta imprevisible el desenlace o las consecuencias en la economía y en la política mundial de la presente crisis. Pero al menos algo está muy claro, la economía ya no reconoce fronteras, todos los países y bloques de países, especialmente los más ricos (los más pobres sólo pueden observar los acontecimientos), se necesitan unos a otros.

Que en Japón se diga: «no podemos salir solos…» y que en USA se rechace el proteccionismo, son señales inequívocas de que estamos ante la inminencia de un gobierno mundial, la economía (por no decir «el dinero») manda, y si los principales organismos mundiales (FMI, etc.) ya están hablando de «controlar» o de «obligar a los estados» a comportarse de una u otra manera, sólo falta que las naciones se pongan de acuerdo para aceptar un gobierno o un «control» central para el mundo entero. Y esto podría ser la antesala del anticristo. Sin embargo, todo esto no es más que el cumplimiento de la palabra bíblica.

No obstante, y para consuelo de los creyentes, la historia se cerrará con «un Justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra» (2 Samuel 23:3-4).