Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga».

– Mateo 11:29-30.

Los discípulos de Cristo son llamados a enyugarse con su Señor. Estar enyugados con Cristo significa, al menos, lo siguiente:

1. Que compartimos con él el caminar, con todas sus vicisitudes, es decir, que no estaremos nunca solos. Con enyugarnos a Cristo no perdemos nada, pero lo ganamos todo. Si alguien pierde es Jesús, pues tendría muchas cosas más importantes que hacer que ir atado a nosotros. Pero, para nosotros, es una honra inconmensurable. Él está muy cerca de nosotros, pues va en el otro extremo del yugo. Siempre está ahí, al alcance de nuestra voz, de nuestros ruegos. Él ha querido «atarse» a nosotros, para nunca desampararnos.

2. Que él llevará el mayor peso, porque el buey más grande siempre hace la mayor fuerza. La debilidad del buey pequeño se fortalece con la presencia del buey mayor. Así es también nuestra relación con Cristo. Él nos sostiene, él nos tira, sobre todo cuando el camino se torna empinado, cuando arrecia el vendaval, cuando las fuerzas escasean. El yugo, por la parte nuestra, a veces casi toca el suelo, pero por el lado de él, siempre está arriba, levantándonos.

3. Que nunca perderemos el camino. El yugo nos une a Aquel que conoce el camino, y que nos asegura arribar a destino. El buey nuevo es inquieto, y rebelde. Él procurará apartarse a derecha o izquierda, llevado por su curiosidad o por su porfía, pero el buey mayor no seguirá su juego. Es manso, y sabe que el camino del Padre es el mejor. A veces nos sentimos extraviados. ¿Por qué? Simplemente porque no nos dejamos guiar por él.

4. Hallar descanso. El descanso depende de la mansedumbre y humildad del corazón, no del peso que se lleva. El yugo que los cristianos llevan es siempre pesado y agobiante, porque no es el yugo de Cristo. El yugo de Cristo es fácil y su carga ligera. ¿Por qué? ¿Acaso no lleva él todas las cargas del mundo? Sin duda, pero es fácil porque su corazón es humilde. Solo un corazón así puede hallar livianas todas las cargas. El descanso no depende de la carga sino del corazón.

Hay muchos cristianos que han roto el yugo, y van solitarios por el mundo. El Señor se quedó en el mismo punto, esperando por ellos, pero no han regresado aún. Han vivido incontables fracasos, y extravíos, sin embargo, todavía no han regresado al punto en que dejaron el Señor. El Señor espera por ellos. ¿Cuándo volverán? El camino se torna más y más escabroso, pero aún tienen esperanzas de hacer su propio camino. Permita el Señor que desesperen para que no quieran ir más solos, para que vuelvan pronto al único lugar seguro.

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