Lecciones básicas sobre la vida cristiana práctica.

Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él».

– Sal. 118:24.

La creación y el reposo de Dios

Dios midió cada día desde la tarde a la mañana; restauró la tierra en seis días, y en el día séptimo descansó. Alrededor de 2500 años más tarde, él dio los Diez Mandamientos, ordenando a los hombres guardar el día de reposo. Todos los otros mandamientos son «harás» y «no harás»; solo el cuarto nos llama a recordar la obra de Dios.

En otras palabras, este recuerdo apunta a la creación del mundo. Es recordar cómo Dios restauró el mundo en seis días y cómo luego descansó en el séptimo día. Por lo tanto, el séptimo día es día de reposo de Dios. Después de más de dos mil años desde la creación, Dios dio su sábado a los hombres con el encargo de que ellos deberían descansar en ese día.

Cuando Dios dio por primera vez el séptimo día, el sábado, a los hombres, él deseaba que ellos descansaran físicamente. Dado que Dios mismo reposó en el séptimo día y cesó toda su labor, él también quiso que los hombres trabajaran durante seis días y descansaran en el día séptimo. El sábado fue originalmente el día de reposo de Dios, pero él lo dio a los hombres, especialmente al pueblo de Israel, a fin de que ellos también pudiesen dejar todas sus obras y así pudiesen descansar. El pensamiento de descanso el sábado es muy claro en el Antiguo Testamento.

El día de reposo en el Nuevo Testamento

Cuando vinieron los días del Nuevo Testamento, las condiciones cambiaron un poco. Pareciera como si el día sábado se volvió ahora más positivo. Mientras que en el Antiguo Testamento el énfasis era no hacer ningún trabajo, en el Nuevo, en el día de reposo, el Señor Jesús leyó la ley y los profetas en la sinagoga.

Aquel día que originalmente estaba destinado al descanso físico, llegó a ser un tiempo para la búsqueda espiritual. Este elemento no se encuentra en el Antiguo Testamento. Así que hay progresión en el Nuevo Testamento: al descanso físico se añadió el oír la ley y los profetas. Está implícito el principio de apartar un día de siete para Dios.

Es realmente maravilloso ver que el sábado en el Nuevo Testamento se convirtió en algo más positivo. El sábado, el pueblo iba a la sinagoga para escuchar la ley y los profetas. El Señor Jesús predicó en la sinagoga en el día de reposo; los apóstoles, incluyendo a Pablo mismo, también predicaron y razonaron en la sinagoga en este día. El sábado llegó a ser no solo un día de descanso, sino también un día de uso positivo. Ahora, el énfasis especial fue puesto en el lado espiritual.

El día del Señor en el Nuevo Testamento

El Nuevo Pacto, sin embargo, tiene su propio día, basado no en el día de reposo, sino en un día de cada siete días. El sábado no ha sido cambiado para convertirse en el día del Señor; ha sido elegido otro día totalmente distinto. Bajo el Antiguo Pacto, Dios escogió el séptimo día, pero en el Nuevo Pacto, él eligió el primer día de la semana.

Base escritural para el día del Señor

Creemos que los siguientes pasajes son de gran importancia:

«La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. De parte de Jehová es esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos. Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él» (Sal. 118:22-24).

«Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificado-res, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo» (Hech. 4:10-11).

Aquí se encuentra la frase: «la piedra reprobada por los edificadores». ¿Quién decide si una piedra es utilizable o no? Son los constructores. Si el albañil dice que una cierta piedra no es apta para construir la casa, no es necesario preguntarle a alguien más. Cualquiera sea el constructor, su decisión es definitiva. Pero sucedió algo extraño. La piedra que desecharon los constructores llegó a ser la piedra angular. Dios puso sobre ella la responsabilidad más importante.

Aquella que los constructores consideraron inútil, Dios la hizo la principal piedra del ángulo. Esto es lo que el Señor hizo, maravilloso ante nuestros ojos. Realmente asombroso.

Sin embargo, el versículo 24 da una maravilla adicional relacionada con el día del Señor: «Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él». El día que Dios ha designado es el día cuando la piedra rechazada por los constructores se convirtió en la piedra angular. Es un día en el cual nosotros nos gozamos y nos alegramos. Todos deben temer a Dios y regocijarse en su presencia.

Tratemos, entonces, de averiguar cuál fue aquel día en que la piedra reprobada se convirtió en la piedra del ángulo. Esto descubrimos en Hechos 4:10-11. El versículo 10 dice: «a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos», y el versículo 11 continúa: «Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo».

En otras palabras, este es el día de la resurrección del Señor Jesús. Dios, no el hombre, determinó el día en el cual Aquel que fue rechazado por los hombres sería levantado de entre los muertos. Que no haya ninguna confusión. La Biblia establece muy claramente que este es el día que el Señor ha hecho. ¿Qué día es éste? El día de la resurrección. Así que todos los hijos de Dios se reúnen en nombre del Hijo de Dios y se alegran en este día.

¿Ves la diferencia entre el día del Señor en el Nuevo Testamento y el día de reposo en el Antiguo Testamento? Este último es negativo, lleno de «no harás» y la amenaza de la pena de muerte; el primero, sin embargo, es un día de gran gozo.

Cosas que hacer en el día del Señor

En relación con el primer día de la semana, tres cosas reciben una especial atención en la Biblia:

  1. La actitud adecuada: regocijarnos

Lo primero concierne a nuestra actitud. Como ya hemos leído, todos los hijos de Dios deben regocijarse y alegrarse en el primer día de la semana, pues este es el día en que nuestro Señor fue levantado de entre los muertos. No había ninguna necesidad de decirle a Pedro y a los otros apóstoles que se regocijaran. En los días en que su Señor fue puesto en el sepulcro, ellos experimentaron tristeza y desilusión. ¡Y luego ellos comprobaron que la tumba estaba vacía! Sin duda, no podían sino gozarse y alegrarse.

  1. Reunidos para partir el pan

«El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan…» (Hechos 20:7). Notemos la estructura gramatical aquí. La segunda cláusula está en aposición a la frase anterior, lo que significa que el primer día de la semana es el tiempo cuando ellos se reunían para partir el pan. Aunque no señala ningún primer día específico de la semana, se refiere simplemente a cada primer día de la semana. Naturalmente, éste se ha convertido en el día durante el cual todas las iglesias se reúnen para partir el pan en memoria del Señor. ¿Qué día es más excelente que éste, el primer día de la semana?

  1. Dar

«En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas» (1ª Cor. 16:1-2).

Aquí encontramos la segunda cosa que debería hacerse en el primer día de la semana. A las iglesias en Acaya, Pablo repitió un mandato que anteriormente había dado a las iglesias en Galacia. En cada día del Señor había algo que hacer. Es evidente que, durante la época apostólica, el primer día de la semana era un día especial.

Si Pablo quería encontrar a los judíos, los buscaba en el día de reposo; pero, si él quería encontrar a los cristianos, tenía que hacerlo el primer día de la semana. Esto no solo ocurría con las iglesias en Acaya y Galacia sino también en todas las iglesias de la época, porque el primer día de la semana es un día relevante para los cristianos.

En ese día, partimos el pan para recordar al Señor. En ese día damos según el Señor nos haya prosperado. ¿No es sorprendente que el dar se cumpla una vez por semana, no una vez al mes? Muchos esperan hasta fin de mes y algunos incluso esperan hasta el término del año; pero Pablo nos dice que debemos ajustar nuestras cuentas delante de Dios en el primer día de cada semana. Deberíamos apartar nuestra contribución al Señor según cómo él nos ha prosperado, cada semana.

Traducido de Spiritual Exercise, Chapter 18.
Christian Fellowship Publishers