En quien también tenemos herencia, predestinados según el designio de aquel que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”.

Efesios 1:11).

Necesitamos recobrar la seguridad, la confianza y la convicción de que, a pesar de lo que pueda parecer, a través de todas las cosas, sobre todas las cosas, detrás de todas las cosas, Dios está siguiendo Sus designios. Incesante en su acción, sin desviarse de su curso, con tremenda energía, Él está obrando todas las cosas según el consejo de su propia voluntad.

A veces, cuando miramos hacia afuera, nos preguntamos si Dios está haciendo algo, y en nuestros tiempos de oración tratamos de que Dios haga algo. Lo que necesitamos es darnos cuenta de que Dios está haciendo, y necesitamos alinearnos con Sus obras.

Tal vez Él no está haciendo lo que queremos que haga, o lo que pensamos que debería hacer, y de la manera en que pensamos que debería hacerlo; Él no está empleando los medios que pensamos que debería emplear – nuestra parte de medios, nuestra parte o trabajo. Puede que él no sólo esté viniendo de esa manera, sino que está persiguiendo Su propósito, implacablemente, persistentemente, sin desviarse; y la necesidad del pueblo de Dios es ser llevado directamente al curso recto de Sus caminos desde la eternidad.

Porque Él va, y Él va en nuestros días; se puede ver – más o menos – en el mundo. Pero, visto o no visto, el hecho permanece – ¡o nuestra Biblia no está bien, y Pablo estaba equivocado! Y me alegra reconocer siempre esto: que cuando Pablo dejó de viajar por el mundo y vio restringidas todas sus tremendas actividades entre las naciones, fue entonces cuando vio los pasos de Dios desde la eternidad, fue entonces cuando escribió esta carta a los Efesios, que contiene los consejos eternos de Dios.

Es algo maravilloso, ¿verdad? Cuando se nos aparta de nuestro trabajo, cuando no podemos correr y hacer todo tipo de cosas, cuando tal vez somos físicamente incapaces de hacer nada, Dios sigue adelante.

A veces pensamos que, cuando nosotros nos detenemos, Dios tiene que detenerse, y si nosotros no vamos, ¡pues Dios no podrá ir! Oh, no, Él sigue, Él sigue. Que seamos ayudados a entender Su andar, y a entrar en Su andar.

692