Se sigue afirmando que la ciencia y la fe no son compatibles. Más aún, se dice que no es posible ser científico y creyente. Este artículo nos demuestra lo contrario.

La ciencia es por naturaleza una actividad tentativa

El personaje de un conocido cómic dice: «Lo más deprimente es la realidad de que todo lo que creemos ahora será refutado en pocos años». Espero que no sea cierto en cuanto a mi trabajo en la química cuántica. No creo que sea así, pero sí que hay algo de verdad en esto porque la ciencia en sí es una actividad tentativa. Siempre llegamos a conclusiones que necesitan por lo menos, algo de perfeccionamiento.

Alguien que desde luego no es admirador del cristianismo que confesaban Faraday y Maxwell ha dicho: «Las decisiones religiosas de Faraday y de Maxwell eran evasiones efectivas, aunque no elegantes, de los problemas sociales que distrajeron y destruyeron la calidad del trabajo de muchos de sus contemporáneos más capaces».

Lo que está diciendo es que por ser cristianos Maxwell y Faraday no se convirtieron ni en alcohólicos ni en mujeriegos como aparentemente hicieron sus capaces colegas.

Los químicos orgánicos

William Henry Perkin

Necesito meter aquí un poco de química orgánica para que mis colegas del lado orgánico sepan que también a ellos les he hecho algo de caso. William Henry Perkin fue quizás el primer gran científico de la química orgánica sintética. Descubrió el primer colorante sintético y se ha puesto su nombre a las transacciones Perkins de la Sociedad Real de Londres. Vendió una empresa próspera y se jubiló para realizar investigaciones privadas y para desarrollar iniciativas misioneras a la edad de 35 años en el año 1873.

George Stokes

Podemos leer de George Stokes en cualquier número de la revista Journal of Chemical Physics (Boletín de la química física), la mejor revista en mi campo. En números recientes, la «Coherent Anti-Stokes Romin Spectroscopy» (CARS) [Espectroscopia Romin Anti-Stokes Coherente] ha sido el tema de mucha polémica. Stokes es uno de los grandes pioneros de la espectroscopia, el estudio de fluidos y de la florescencia. Ocupó una de las posiciones más distinguidas en el mundo académico durante más de cincuenta años, la Cátedra Lucasiana de la Matemática en Cambridge – la misma posición ocupada por Sir Isaac Newton y ahora por Stephen Hawking. También era presidente de la Sociedad Real de Londres.

Stokes no solo escribió de la química orgánica; sino también escribió sobre la teología natural. Sobre los milagros, Stokes dijo: «Si admites la existencia de un Dios personal, en seguida entra la posibilidad de los milagros. Si las leyes de la naturaleza funcionan según su voluntad, él que las hizo existir, puede suspenderlas».

William Thomson

William Thomson fue conocido más tarde como Lord Kelvin. Thomson fue un científico fantástico. Ha sido reconocido como el mejor científico físico y el mejor profesor de ciencias de su época. Sus primeros trabajos sobre el electromagnetismo y el calor son una prueba duradera de su genio científico. Era un cristiano de una fe muy fuerte en Dios y en la Biblia. Dijo: «No tengáis miedo de ser libres pensadores. Si piensas con suficiente fuerza, la ciencia te obligará a creer en Dios».

J.J. Thomson

En 1897, J.J. Thomson descubrió el electrón. Fue el catedrático Caven-dish de física en la Universidad de Cambridge.

El antiguo laboratorio Cavendish está ubicado en medio del campus universitario de Cambridge. Tantas cosas se descubrieron allí que lo convirtieron en museo. Quince premios Nobel fueron el resultado de los trabajos que se realizaron allí. Sobre la puerta se encuentra esta frase en latín: «El temor de Jehová es el principio de la sabiduría». Un nuevo laboratorio Cavendish fue construido en el campo. Sin embargo, también lleva sobre su puerta esta misma frase de Proverbios, pero en inglés en vez de en latín.

J.J. Thomson dijo lo siguiente en Nature: «A lo lejos se distinguen cimas [científicas] aún más altas que concederán a los que las conquistan todavía más posibilidades, y que profundizará en ellos la sensación cuya verdad es enfatizada por cada avance de la ciencia, que las obras del Señor son grandes».

Los químicos teóricos

Charles Coulson

Charles Coulson es uno de los tres arquitectos principales de la teoría de la órbita molecular. Habría recibido el Premio Nobel, pero no aprobó la primera prueba. La primera prueba para recibir el Premio Nobel es llegar a los 65 años. La segunda es la de haber hecho algo importante a eso de los treinta y pico. Coulson realizó trabajos muy significativos a los treinta y algo, pero como murió a los 64, se descalificó de recibir el Premio Nobel. Coulson, que fue catedrático de matemáticas en la Universidad de Oxford, durante muchos años fue también pastor laico de la iglesia metodista. Fue un vocero para los cristianos que trabajaban en las ciencias académicas y fue quien acuñó el término de la teología del «Dios de las brechas».

En las memorias biográficas de la Sociedad Real posteriores a la muerte de Charles Coulson, leemos una descripción de su conversión a la fe en Jesucristo en 1930 como estudiante con 20 años de edad en la Universidad de Cambridge. Coulson dio el siguiente testimonio: «Éramos unos diez estudiantes que juntos buscábamos a Dios, y juntos lo encontramos. Aprendí por primera vez en mi vida que Dios era mi amigo. Dios se hizo para mí absolutamente real. Lo conocía, y podía hablar con Él como nunca me lo había imaginado antes, y mis tiempos de oración fueron el momento más glorioso del día. La vida tenía un propósito, y ese propósito afectaba todo».

La experiencia de Coulson fue muy semejante a la que yo tuve en Berkeley. Me gustaría poder decir que oí truenos desde los cielos y que Dios me habló en una voz audible, y por eso me convertí al cristianismo. Pero no fue así, pero sí tuve esta misma percepción de la que habla Coulson: «Un sentido de propósito y una percepción más aguda de los colores de la vida».

El sucesor de Coulson como químico teorético de Oxford, fue Norman March, un buen amigo mío. También es pastor laico metodista.

Robert Griffiths 

Robert Griffiths, miembro de la Academia Estadounidense de las Ciencias, y catedrático de física Otto Stern en la Universidad Carnegie Mellon, recibió uno de los premios más buscados de la Sociedad Americana de Física en 1984 por su trabajo en la física mecánica y en la termodinámica. La revista Physics Today (La física hoy) reveló que es cristiano evangélico y teólogo de afición y que ayuda a enseñar una clase sobre el cristianismo y la ciencia. Él dijo hace poco: «Si nos hiciera falta un ateo para celebrar un debate, yo acudiría a la facultad de filosofía; la de física no nos podría ayudar en eso».

En la Universidad de Berkeley, entre 55 profesores de química, solo uno se quería identificar como ateo, mi buen amigo Bob, con quien sigo teniendo muchas conversaciones sobre las cosas espirituales.

Richard Bube

Durante muchos años, Bube fue director del departamento de la ciencia material en la Universidad de Stanford y realizó trabajos fundamentales sobre la física de los estados sólidos referente a los semiconductores. Dijo lo siguiente: «Proporcionalmente hay tantos camioneros ateos como científicos ateos».

John Suppe

Fue miembro de la Academia Estadounidense de las Ciencias y profesor notable de geología en Princeton; fue experto en el campo de la tectónica, y como catedrático emprendió una larga búsqueda de Dios. Empezó a asistir a los servicios religiosos en la capilla de Princeton, y a leer la Biblia y otros libros sobre el cristianismo. Se entregó a Cristo y experimentó por primera vez el compañerismo cristiano en Taiwán, donde sirve de catedrático visitante. Dice: «Algunos cristianos no científicos, cuando conocen a un científico, quieren en seguida iniciar un debate sobre la evolución. Esto es una equivocación muy grave. Si Ud. se diera cuenta de los problemas que los científicos experimentan en sus vidas: el orgullo, la ambición egoísta, los celos, diría que son exactamente las cosas que Jesús quería solucionar por medio de su muerte en la cruz. El campo de la ciencia está lleno de personas con personalidades muy fuertes que a menudo se meten en conflicto las unas con las otras. El evangelio es lo mismo para los científicos que para los demás. El tema de la evolución es simplemente una distracción. Si un científico está buscando el significado de la vida, no lo va a encontrar en la teoría de la evolución. Nunca he conocido a una persona no cristiana que quisiera entrar en debate conmigo sobre la evolución».

Charles H. Townes

Para mí, el científico del siglo es Charlie Townes. (Por supuesto es amigo mío y a lo mejor tengo prejuicios.) Pero hizo algo bastante importante cuando descubrió el láser. Casi ganó su segundo Premio Nobel por la primera observación de una molécula interestelar. Ha escrito su autobiografía, que se titula Making Waves [Levantando olas] (un juego de palabras que se refiere al fenómeno de la forma ondulada de los láseres, y que en inglés también quiere decir «causando problemas»).

Aquí incluyo un extracto de la historia de su vida: «Usted preguntará: ¿Y qué tiene que ver Dios con esto?, y para mí es casi una pregunta sin sentido. Si usted cree en Dios, no hay un «dónde» – siempre está allí, en todos los sitios… Para mí, Dios es personal y a la vez omnipresente. Es una gran fuente de fuerza, y ha hecho una gran diferencia en mi vida».

A los ochenta años, Charlie Townes sigue con un programa muy activo de investigaciones en Berkeley.

Arthur Schawlow

Schawlow ganó el Premio Nobel de Física en 1981, es catedrático de física en la Universidad de Stanford, y admite abiertamente su cristianismo.

Él formula esta declaración, que para mí solo la puede decir un científico: «Somos muy afortunados porque tenemos la Biblia, y sobre todo el Nuevo Testamento, que nos dice tanto sobre Dios en términos asequibles y humanos».

Allan Sandage

El cosmólogo observacional más grande del mundo, es astrónomo en el Instituto Carnegie. El New York Times le llamaba El Gran Viejo de la cosmología cuando ganó un premio de un millón de dólares de la Academia Real Sueca de las Ciencias. Dijo: «La naturaleza de Dios no se puede encontrar en ninguno de los descubrimientos de la ciencia. Para eso, hay que acudir a las Escrituras».

En un libro, le hicieron a Sandage la clásica pregunta, ¿es posible ser científico y cristiano? y él respondió, sí, yo lo soy. Sandage era de etnia judía, y se convirtió al cristianismo a los cincuenta años, y si esto nos confirma que nunca es tarde, ¡entonces no sé cuándo podría hacerlo!

Este hombre es el responsable de las mejores estimaciones sobre la edad del universo: unos 14 mil millones de años. Pero cuando le piden a este cosmólogo brillante que explique cómo es posible ser científico y cristiano a la vez, en vez de acudir a la astronomía, acude a la biología: «El mundo es demasiado complejo en todas sus partes e interconexiones como para ser el resultado de un accidente fortuito… Estoy convencido de que la existencia de la vida con todo su orden y con cada uno de sus organismos está simplemente demasiado bien armada».

William Phillips

Ahora en el campo de la física, es posible ser mucho más joven y recibir el Premio Nobel. Phillips no tiene ni 50 años, y ya lo tiene. Fue reconocido su desarrollo de métodos para enfriar y atrapar átomos con luz de láser. En una rueda de prensa después del anuncio de que había ganado el Premio Nobel, Phillips dijo: «Dios nos ha dado un mundo increíblemente fascinante en que vivir y para explorar».

Según The New York Times, Phillips «canta en un coro gospel que él mismo formó en la iglesia Fairhaven United Methodist Church, una congregación multirracial de unos 300 miembros en Gaithersburg, Maryland (EE.UU.). También enseña una clase de la escuela dominical y lleva estudios bíblicos». Si usted sigue leyendo el artículo, verá que cada sábado por la tarde, va en coche con su mujer al centro de Washington, D.C. para recoger a una anciana ciega afro americana, de 87 años, para ayudarla a hacer las compras y luego llevarla a comer.

David Cole & Francis Collins

Ya que mi área de conocimientos queda justo entre la química y la física, no puedo hablar con tanta seguridad del campo de las ciencias biológicas. Sin embargo, mi compañero de muchos años, David Cole, bioquímico de Berkeley, y Francis Collins, pionero de la fibrosis cística, y Director del Proyecto del Genoma Humano, el proyecto científico más grande de la historia, son cristianos activos y bien conocidos.

¿Por qué hay tan pocos ateos entre los físicos?

Muchos científicos están considerando seriamente los hechos que ven a su alrededor. Dicen lo siguiente:

«El arreglo actual de la materia indica una selección muy especial de condiciones iniciales». —Paul Davies.

«En realidad, si consideramos todas las posibles constantes y leyes que podrían haber emergido, las probabilidades en contra de un universo que produjera la vida como el nuestro son inmensas». —Stephen Hawking.

«Una interpretación de los hechos, usando solo el sentido común, sugiere que un «súper-intelecto» ha jugado con la física, al igual que con la química y la biología, y que en la naturaleza no hay ninguna fuerza ciega que cuente para algo». —Fred Hoyle.

Como escribió el apóstol Pablo en su Epístola a los Romanos: «Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas».

¿Por qué hay la percepción de una batalla continua?

La última pregunta que quiero hacer es ésta: ¿Por qué hay tanta gente que sigue creyendo que hay una batalla entre la ciencia y el cristianismo? No niego que haya un debate. Pero creo que, según los hechos, lo que Ud. piensa de Dios no depende de si tiene un doctorado en las ciencias.

Y ¿por qué a algunos les gusta pensar que esta supuesta batalla sigue con tanta furia? Yo creo que, en parte, es una falsa representación de la realidad. Permítanme darles un ejemplo. Andrew Dickson White fue el primer presidente de la Universidad de Cornell (estado de Nueva York, EE.UU.), la primera universidad estadounidense fundada sobre principios estrictamente seculares. (Todas las demás habían sido fundadas en el cristianismo.) En 1896 él escribió un libro famoso, The History of the Warfare of Science With Theology, (Historia de la guerra entre la ciencia y el cristianismo). Aquí les ofrezco un extracto: «Juan Calvino lo empezó en su comentario sobre Génesis al condenar a todos los que no aceptaban a la Tierra como el centro del universo. Remató el asunto al referirse, como de costumbre, al primer versículo del Salmo 93 preguntando: ¿Quién se atreverá a poner la autoridad de Copérnico por encima de la del Espíritu Santo?».

¡Esto no le favorece mucho a Juan Calvino! Pero, ¿cuál es la verdadera historia detrás de todo esto? Alistair McGrath, el Conferenciante Bramp-ton de la Universidad de Oxford, y quizás el más grande experto académico sobre Calvino, ha escrito hace poco una biografía erudita de Calvino, e investiga lo anterior con mucho detalle. Dice: «Esta declaración de Calvino la repite hasta la saciedad cada escritor que alude al tema de la ciencia y la religión, como por ejemplo Bertrand Russell en su History of Western Philosophy (Historia de la filosofía occidental). Pero se puede decir con autoridad que Calvino nunca escribió esas palabras en su comentario sobre Génesis, y tampoco expresó ningún sentimiento semejante en ninguna de sus obras conocidas. La declaración de que sí lo escribió se encuentra sin evidencia en las obras de otros autores del siglo XIX».

Sería justo preguntar qué es lo que creyó Calvino sobre la teoría copernicana heliocéntrica del sistema solar. Pues, la respuesta es que no lo sabemos. Lo más seguro es que Calvino ni sabía de Copérnico. Su nombre no fue exactamente el tema de las conversaciones domésticas en Francia o en Suiza en el año 1520. Pero en el prefacio de su traducción del Nuevo Testamento al francés, Calvino escribió: «El propósito principal de las Escrituras es el de llevarnos al conocimiento de Jesucristo, y después de conocerlo con todo lo que ello implica, deberíamos parar y no aspirar a aprender más».

Conclusión

Espero que les haya dado una idea de la historia de la ciencia. Los que han tomado clases de química y de física en el primer año de la universidad reconocerán a muchas de las personas que he mencionado. En realidad, la razón por la que he preparado esta conferencia, es que estas personas representan perfectamente a los que he enseñado en tales clases.

Hay una tradición riquísima de científicos distinguidos que fueron y que son cristianos. Espero que mis investigaciones sean lo suficiente importantes como para incluirme a mí entre ellos. También espero que les haya dado la suficiente evidencia para que nunca más crean que es imposible ser científico y cristiano a la vez.

Dr. Henry F. Schaefer III
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