Que la Casa de Dios es columna
y baluarte de gracia y verdad,
levantada con piedras vivientes
reunidas a Cristo el Señor,
donde encuentra el gorrión un alero
y también golondrinas nidal;
que la Casa de Dios es remanso,
fortaleza y refugio de paz.

¡Qué ejemplar ha de ser esta Casa,
la que Dios en su amor proyectó,
la que estuvo guardada por siglos
en el paño de su corazón.
Cada piedra que Cristo coloca
edifica su cuerpo en amor:
albañiles, obreros, canteros
han seguido el modelo de Dios.

Piedra y piedra ha juntado paciente,
y labradas a firme cincel,
hasta ver terminada su Casa
y acabado su plan hasta el fin.
¡Cuando él vea que está restaurada
gozaremos de plena unidad;
testimonio ha de ser para el mundo
su gloriosa hermosura real!