Por medio de los tipos encontrados en el libro de Josué, sabemos lo que es la vida en abundancia, o la vida después de la coma.

En Éxodo 3:8, el Señor dice que Canaán es “una tierra buena y ancha, tierra que fluye leche y miel”. Alguien dijo que “la leche es la esencia de los animales y la miel la esencia de los vegetales”. Cuando ponemos los dos juntos, tenemos la esencia de la vida. Así podemos decir que Canaán es un tipo de esa vida en abundancia que podemos disfrutar en Cristo. Cristo mismo es la tierra de Canaán, y nosotros ya estamos en Cristo.

Sin embargo, no podemos olvidar que las Escrituras nos muestran el lado objetivo y el lado subjetivo de la experiencia cristiana. El aspecto objetivo incluye todo cuanto el Señor conquistó para nosotros por medio de Su sacrificio en el Calvario, pero que nosotros todavía no experimentamos en la práctica. El aspecto subjetivo se refiere solamente a aquellas cosas que tenemos en Cristo por experiencia propia.

De ahí que el mayor Ian Thomas dice que el cristiano carnal es aquel que posee “toda bendición espiritual en Cristo”, pero no disfruta de ella. Él no tiene ni las “ollas de carne” de Egipto, ni las “espigas nuevas” de Canaán. Habitar en Canaán es disfrutar de toda la herencia que poseemos en Cristo.

El problema de la mayor parte de los hijos de Dios hoy está en que ellos viven una vida antes de la coma, y no “después de la coma”. El Señor Jesús dice en Juan 10:10b que él vino para que tengamos vida, y vida en abundancia. Todo aquel que cree que Jesús es su Salvador personal, puede afirmar con toda seguridad que posee esta vida. Pero ¿cuántos creyentes pueden hoy afirmar que disfrutan de vida después de la coma? ¿Cuántos manifiestan en su vivir diario tal vida en abundancia? ¿Puede el mundo ver a Cristo en nosotros? ¿Está formado en nosotros? ¿Es notorio en nosotros?

Delcio O. Meireles