Los artistas de cine con frecuencia dan gracias a Dios cuando reciben un premio de la Academia, como si el reconocimiento público de su fe fuera un acto de valor. Pero imagínese a un actor que esté dispuesto a morir por esa declaración.

Resulta imposible separar el hecho de la leyenda en la historia del actor romano Genesio. Se cuenta que era el actor principal en una compañía teatral que estaba actuando para el emperador Diocleciano.

La pieza era una parodia profana de la entonces ilegal “secta” cristiana. Pero cuando Genesio protagonizó en su actuación una burla de un bautismo, sintió en ese momento una inexplicable presencia que lo dominó, y se convirtió.

Cuando le anunció al emperador y al auditorio que ahora era cristiano, se pensó al principio que era una broma. Pero su insistencia provocó la ira del emperador, que ordenó que lo torturasen y lo degollasen. Se cree que Genesio murió alrededor del año 286, o quizá algo más tarde.

Una narración del siglo VII le atribuye la siguiente oración a este actor cuyo papel se hizo realidad: “Sólo a un Rey conozco: este es a quien yo amo y adoro. Si me fueran a matar mil veces por mi lealtad a él, aún seguiría siendo su esclavo. Cristo está en mis labios, Cristo está en mi corazón; no hay suma de sufrimientos que me aparte de él”.

Adaptado de Más allá de la fe.
Lo que los mártires decían de Dios, por Duane Arnold y Robert Hudson.