Algunos síntomas de una sociedad que acelera su loca carrera hacia el despeñadero.

Dos casos policiales han remecido la opinión pública chilena en el último tiempo: el descubrimiento de una poderosa red de pederastia en la que habría involucrados tres legisladores, y el suicidio de dos niños de 13 y 9 años, al parecer por influencia de una serie de dibujos animados transmitidos por una estación de televisión privada. En esa serie, algunos de los personajes se ahorcan y luego reviven con superpoderes.

Pero esto no es una novedad. En el último tiempo nos hemos visto más y más bombardeados por noticias cuyos protagonistas son infantes. Echemos una mirada al panorama mundial.

El mundo laboral infantil

Cada día aumenta la cantidad de niños arrojados tempranamente a un mundo laboral de adultos. En 2002, la OIT (Organización Internacional del Trabajo) denunció que en Moscú había entre 30.000 y 50.000 niños que dormían en cualquier parte, y sobreviviendo a duras penas lavando coches, transportando cajas en el mercado y recogiendo basura. Entre un 20 y un 30% de ellos eran víctimas de la explotación sexual.1

Pero esto no ocurre sólo en Moscú. El trabajo infantil es un fenómeno que afecta a unos 120 millones de niños y niñas de todos los continentes. Podemos hallar ejemplos de esto en un terreno extraordinariamente atractivo como el del deporte. Poco antes del Mundial de Fútbol de Korea-Japón, la organización Mani-Tese (manos abiertas) denunció que los balones de fútbol para la FIFA eran cosidos en buena parte por niños en condiciones laborales injustas. Por cada balón cosido a mano un obrero cobraba unos 17 centavos de dólar, mientras que después el balón era vendido en el sitio Internet de la FIFA a 91 dólares.

En efecto, la mano de obra infantil es tan barata en algunos países de Oriente, y la legislación tan draconiana, que se les obliga a trabajar hasta 16 horas al día. Antes de los 30 años ya son considerados inútiles.

En mayo de 2003, en una conferencia internacional celebrada en Roma, titulada «La esclavitud del siglo XXI – La dimensión de los derechos humanos en el tráfico de seres humanos», se denunció que unas 700.000 personas caen cada año en las redes de los traficantes de seres humanos. Esta «nueva esclavitud» del siglo XXI que incluye el tráfico de menores destinados al trabajo infantil en condiciones inhumanas o de muchachas de países pobres engañadas con falsas promesas de trabajo y forzadas a la prostitución, mueve en todo el mundo entre 5.000 y 7.000 millones de dólares anuales.

Según estimaciones definidas como «prudentes» hay más de un millón de niños en el mundo que son víctimas de explotación sexual: muchos de ellos para alimentar el mercado de la pornografía infantil, que ha experimentado una difusión sin precedentes en parte debido a Internet.

Muchos organismos, tanto gubernamentales como no gubernamentales, han hecho ingentes esfuerzos por atacar este mal, pero no siempre encuentran eco en las altas esferas políticas. Una organización italiana denominada “Teléfono Arco Iris”, que recogía denuncias sobre abusos cometidos contra la infancia, se vio obligada a cerrar debido a graves amenazas. En sus cuatro años de vida entregó información a la justicia sobre veintinueve mil sitios de Internet de todo el mundo, dedicados a la pederastia y la pornografía infantil. Al anunciar la desaparición del “Teléfono Arco Iris”, sus directores denunciaron la falta de apoyo de la “alta política de Roma debido al peso del «lobby» pederasta en los partidos y el Parlamento”.2

Pobreza: Hambre y enfermedades

Un reciente informe de la UNICEF, de octubre de 2003, tomado de la muestra más amplia y precisa de niños y de niñas jamás reunida, reveló que más de 1.000 millones de menores de edad sufren las consecuencias de la pobreza en el mundo.

En África el panorama es desastroso. Cada año en muchas de las naciones africanas del Sub Sahara –especialmente Lesotho, Malawi, Mozambique, Swazilandia, Zambia y Zimbabwe– crecen la pobreza, el hambre y las enfermedades. Alrededor de 14 millones de personas, la mitad de ellas niños y niñas, se encuentran en peligro de morir de hambre. Todos los años 800.000 niños y niñas contraen el SIDA. Hoy hay 3 millones de niños que viven con SIDA, y casi 4 millones de niños han quedado huérfanos debido al SIDA. Se calcula que la cifra aumentará a 5 millones hacia 2005, y a 25 millones en el 2010, según datos entregados por la UNICEF.

También el paludismo sigue siendo una amenaza que cuesta la vida de 3000 niñas y niños africanos todos los días.3

Niños soldados

Cálculos de la ONU estiman que, en la última década, dos millones de niños han muerto en conflictos armados, un millón han quedado huérfanos, y más de seis millones han sufrido minusvalías permanentes. Unos 300.000 niños son usados todavía en conflictos armados al menos en 35 países.

En la República Democrática del Congo, por ejemplo, los niños constituyen hasta un 35% de las tropas que se destinan a la primera línea de fuego. Colombia es el otro país con altas tasas de niños soldados. La cifra total de niños combatientes probablemente supera los 11 mil, siendo éste un cálculo muy conservador. La edad normal de reclutamiento oscila entre los 11 y los 13 años, contraviniendo todas las normas internacionales que prohíben la participación de menores de 18 años en conflictos armados.

Otros ribetes

Pero no es sólo en los países deprivados que los niños son tan vulnerables. Una encuesta realizada en los países llamados “ricos” también ha arrojado resultados sorprendentes. Alrededor de 3.500 niños menores de 15 años de edad mueren cada año a causa de malos tratos, abandono o negligencia, según indica un informe de la UNICEF. En muchos de esos mismos países existen las más altas tasas de drogadicción, que se extienden en forma alarmante a los niños cada vez de menor edad.

La industria de la entretención no mide gastos a la hora de diseñar nuevos juegos electrónicos, que pondrán al alcance de millones de niños la violencia más sofisticada, junto con una ideología infernal que les catapultará hacia la muerte. ¿Qué decir de alguna literatura muy en boga, y que despierta la inclinación por el ocultismo y la hechicería en niños que son inconscientes del daño que se están provocando? No hay legislación que pueda defender el alma de los niños de estas estocadas del infierno.

Hace unos años, en Brasil, la secta Lineamento Universal Superior (LUS) consideraba a los niños nacidos después de 1981 como portadores de una «energía nefasta», por lo cual los asesinaba después de cercenar sus genitales. En los rituales celebrados algunas de las víctimas eran sometidas a actos de sodomía y todos recibían cuchilladas en su cuerpo.

¿Dónde están los padres?

Al ver la diversidad de escenarios en que los niños aparecen como trágicas marionetas de un drama esperpéntico, uno se pregunta: ¿Dónde están los padres? Una encuesta realizada en Estados Unidos arrojó la creencia de que la democracia, el matrimonio y la familia siguen siendo los pilares de la sociedad. Pero pareciera que ni el matrimonio ni la familia han podido cumplir su importante rol, así que los niños están pagando las consecuencias.

Paradojalmente, los mismos niños están muy conscientes de la importancia de la familia. En una encuesta promovida por la UNICEF en las comunidades autónomas de España en noviembre de 2002, la mayoría de los 18.000 niños participantes respondieron que de todos los derechos del niño el más apreciado es el derecho de tener una familia y que ésta “les quiera y que no sean separados de la misma».4

Sin embargo, algunos altos digna-tarios parecen burlarse de ella. En septiembre de 2003, el pleno del Parlamento Europeo reclamó a todos los países de la Unión que trabajen para «poner fin a toda forma de discriminación legislativa o de facto que aún sufren las personas homosexuales, en particular en el derecho de contraer matrimonio y adoptar niños».5 En vez de ofrecer familias normales, se está ofreciendo una caricatura de familia que aumentará más el daño a las nuevas generaciones.

Las altas tasas de divorcio o las separaciones matrimoniales con millones de niños que quedan a la deriva; la falta de compromiso de las parejas jóvenes que ofrecen a sus hijos la incerteza de su propia inestabilidad, todo ello va conformando un panorama desalentador para la familia como pilar fundamental de la sociedad.

Son algunos de los síntomas de una sociedad que ha dado las espaldas a Dios, y que acelera su loca carrera hacia el despeñadero.

1 Zenit, 6/02/2002  2 Zenit, 3/11/2000  3 Unicef.org  4 Zenit, 3/12/2001  5 ACPress.net, 7/09/2003.