El pasillo de la tribulación nos lleva de la habitación de la gracia a la habitación de la gloria.

Lecturas: Juan 1:14-18, Romanos 5:1-5.

Una visión profética de los últimos años

Aquellos que tienen un sentido profético de la historia notan que hace cuarenta años atrás, en mitad de los años 60, fue como si el enemigo se levantase del abismo para atacar a la iglesia. Cuando eso sucedió, empezaron a ocurrir tremendas cosas muy malignas. Israel fue atacado y hubo un intento de destruirlo, y también la iglesia fue asediada en muchos lugares.

Sabemos también que en esa época empezó la Revolución Cultural en China. Millones de cristianos fueron perseguidos y asesinados. Hubo una erosión en naciones que hasta entonces había sido piadosas. Los valores y la vida familiar tuvieron un quiebre y empezaron a producirse muchos divorcios. En los Estados Unidos, los ‘hippies’ introdujeron el ‘amor libre’ y una nueva concepción de la sexualidad. Asimismo, se empezó a manifestar una gran rebeldía contra las autoridades establecidas, y también en esa época surgieron imperios malignos.

Pero Dios reaccionó contra ese ataque maligno. La Biblia nos dice que cuando el enemigo viene como un río, el Espíritu del Señor levanta bandera contra él. Hubo una reacción de parte de Dios, y empezamos a oír acerca de algo nuevo: el movimiento carismático. En los Estados Unidos, se inició el llamado ‘Movimiento de Jesús’, y miles de jóvenes fueron salvos. Y en China, como en Chile y en los Estados Unidos, Dios derramó su gracia, como una reacción al mal que se estaba levantando.

La Biblia nos dice que cuando abundó el pecado sobreabundó la gracia. Algunos cristianos estudiosos del movimiento misionero revisaron algunas estadísticas, y quedaron sorprendidos con lo que allí descubrieron. Ellos reunieron datos de todas las misiones alrededor del mundo, y comprobaron que hubo un momento específico en el tiempo en que los números diferían totalmente de la historia de las misiones cristianas.

Particularmente en las tres décadas desde 1970 a 2000, descubrieron estadísticas asombrosas. Las denominaciones tradicionales continuaron con su tasa habitual de crecimiento de los años 40 ó 50. Pero cuando los misioneros vinculados a una denominación volvían a sus sedes y daban el reporte de lo que sucedía en los lugares de donde venían, contaban algo extraordinario. ‘Parece que en estos últimos treinta años, hay más de quinientos millones de personas nacidas de nuevo’. ¿Qué estaba sucediendo?

Ellos miraban las estadísticas de sus propias denominaciones, y no veían ningún crecimiento superior a lo normal. Pero entonces empezaron a conocer informes de algunos movimientos ‘no oficiales’: iglesias que se reunían en casas, iglesias que no tenían pastores con un entrenamiento formal, iglesias que no tenían edificios.

En China, en las iglesias por las casas, hay registrados 71 millones de cristianos en los últimos treinta años. La sangre de los mártires cristianos que padecieron en la época de la Revolución Cultural ha sido la semilla de muchos otros que vinieron al Reino.

Entonces los estudiosos de las misiones tuvieron que inventar una nueva categoría, y llamaron a esta gente ‘los cristianos de la Gran Comisión’. No saben cómo catalogarlos. ‘Son evangélicos, sí, pero no exactamente evangélicos; son carismáticos, pero no exactamente carismáticos, porque no ponen el énfasis sólo en los dones. Son como pentecostales, pero no exactamente eso. Entonces, ¿quiénes son? No podemos decir exactamente quiénes son ellos’. Es una nueva categoría, pero es ahí donde está creciendo el reino de Dios. ¡Alabado sea Dios!

Hay una obra oculta levantándose en todo el mundo. Por la gracia de Dios, muchos están viniendo a su Reino. Él dice: «Id a las encrucijadas de los caminos, y que se llene mi casa». Y él está haciendo esto en los últimos días. Hay una cosecha que está ocurriendo ahora.

Dios se está moviendo en Rusia

Quiero contarles un ejemplo muy breve. En los últimos años, tuve el privilegio de viajar a Rusia. Como saben, la Cortina de Hierro fue levantada en 1991. En los últimos años pude ir a visitar dos iglesias en Siberia. En 1991, dos hermanos fueron a Ucrania, uno de 23 años y otro de 21. Y cuando visité esa área en 2001, las iglesias en esas dos ciudades tenían 6.000 miembros. Dios abrió la puerta del Reino, y esos hermanos son siervos allí.

Dios se mueve tan rápidamente que ellos no tienen tiempo de construir edificios. Y esto es lo que sucede: Una hermana viene a la reunión y es salva, pero ella vive en una aldea a quince kilómetros de allí. Ella dice a los hermanos: ‘Bueno, yo fui salva, pero estoy sola en esa aldea’. Y ellos le dicen: ‘Bueno, enviaremos una hermana que va a hacer un estudio bíblico contigo’. Y va allí una hermana de 24 años de edad que ha sido salva hace sólo seis meses, y simplemente leen la Biblia. Las personas de la aldea oyen que va a venir alguien a leer la Biblia, y van a casa de ella. Ellos viven en cabañas con un solo cuarto, y allí se juntan cincuenta personas.

Ella abre su Biblia y empieza a leer: «Pablo, apóstol de Jesucristo…». Y alguien pregunta: ‘Hey, ¿qué es un apóstol?’. ‘A ver, ¿quién es ese Jesucristo?’. ‘¿Qué quiere decir justificación?’. Ella explica, o dice: ‘No sé, yo soy salva hace seis meses’. Entonces, lee un capítulo, hay consultas, y luego les pregunta: ‘¿Quién quiere ser salvo?’. Cinco personas son salvas.

En dos meses hay allí una iglesia de cincuenta personas, y les envían un anciano – un hermano que ya es cristiano por más de un año. ¡Es un anciano! Y ese hermano va y los bautiza. Pero ya hay un problema: una hermana que fue salva es de otra aldea. Y entonces envían a esa hermana que acaba de ser salva y ella va a esa otra aldea y empieza a leer Romanos, y en seis meses hay una nueva iglesia en esa otra aldea. Entonces, en esos dos lugares, ellos tienen como una iglesia central que es como decir Temuco. Los días domingos tienen una reunión evangelística, y acuden tres mil personas. Pero además de eso tienen trescientas iglesias en las casas. Eso fue la última vez que yo pude verlo. Ciertamente, hay más hoy.

Dios está reuniendo a las personas por su gracia. Su Reino está siendo edificado por su gracia. En Rusia la gente tiene hambre por el evangelio. Mi esposa y yo fuimos allá en la última Navidad. En la noche de Navidad hicieron una reunión evangelística en una cancha de hockey sobre hielo. Pusieron una especie de carpeta sobre el hielo. Nos sentamos allí. Estaba helado. Los hermanos y hermanas empezaron a cantar y a adorar a Dios.

Yo me levanté y prediqué el evangelio en Lucas capítulo 2, sobre el nacimiento de Jesús. Les dije a las personas que Dios nos ha dado muchas cosas: vida, inteligencia, un lugar para vivir; pero el don de su gracia fue su Hijo, y él lo envió a este mundo para morir en la cruz por nuestros pecados. Los rusos no resistieron esas buenas nuevas y más de cuatrocientas cincuenta personas fueron salvas esa noche. En todo lugar donde íbamos, las personas eran salvas. El evangelio ahora está llegando a áreas más lejanas, donde hay actividad demoníaca muy fuerte. Dios los está libertando de su cautiverio. Las personas están siendo salvas. Esta es la gracia maravillosa de Dios.

La habitación de la gracia

Miren lo que dice la Escritura en Romanos 5:1-2. «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes…». ¡Cuán maravilloso es estar firmes en Su gracia!

¿Dónde estás tú? ¿Cuál es tu lugar? ¿Dónde vives? Cuando los jóvenes en Estados Unidos van a estudiar a la universidad, deben llenar unos formularios donde les preguntan dónde viven. Yo les digo: Escribe: ‘En Cristo’, porque esa es tu habitación. ¿Tú vives en Cristo? ¿Sí? Entonces, estás en la habitación de la gracia.

Por la fe entramos a la habitación de la gracia, donde estamos firmes. ¡Cuán maravillosa es la habitación de la gracia! Ah, es como la ‘churrascaría’ en Brasil. ¡Ah, esas mesas llenas de carnes! Y tenemos paz con Dios. Entonces puedes probar un poco de esa paz. Fuimos justificados por la fe. ¡Ah, exquisito! Oramos, y él nos responde. ¡Ah, qué delicioso!

A mí me encanta ir a Rusia y visitar a los hermanos, porque para ellos todo es nuevo. Tú les dices: ‘Dios es amor’, y ellos dicen: ‘¡Ah, nunca escuchamos eso, delicioso!’. Los rusos están añadiendo nuevas palabras a su vocabulario: ‘Redimidos… La sangre de Jesús… Reconciliados…’. Todas esas maravillosas palabras de la gracia. Ellos están ‘gordos’ por la gracia de Dios.

¡Cuán maravilloso es estar en esa habitación de la gracia! En los últimos treinta años, millones de personas han sido conducidas a la habitación de la gracia. ¿Y qué hacemos cuando estamos allí? Gustamos y vemos que el Señor es bueno. Cuando nos reunimos delante de la mesa del Señor lo mínimo que podemos hacer es gustar y ver cuán bueno es el Señor. A veces, la semana transcurre y cometemos errores, nos airamos con nuestras esposas, pero venimos a la mesa del Señor, tomamos el pan y empezamos todo de nuevo. Somos salvos por su gracia, y porque Jesús nos amó primero, podemos amarnos el uno al otro.

¡Cuán maravillosa es la gracia de Dios! No he contado todas las delicias que hay sobre esa mesa. ¿Alguna vez fuiste a una ‘churrascaría’ en Brasil? Allí te traen carne continuamente. Hay carne y más carne. A mi esposa le encanta. Pero también hay una enorme mesa de ensaladas, con todo tipo de frutas muy raras. Mi esposa lo prueba todo, y yo le digo: ‘No hagas eso, porque cuando llegue la carne, vas a estar satisfecha. Es por eso que te dan tanta ensalada’. (Como ustedes podrán imaginarse, yo espero la carne).

Todos estamos juntos en la habitación de la gracia, felices de permanecer aquí. Pero, ¿quién es digno de estar en la habitación de la gracia? Ah, todos nosotros tenemos una necesidad espiritual. Y a pesar de que somos pobres, hoy nos alimentamos de la mesa del Rey, y nos parece que podemos comer, comer y comer en esa habitación de la gracia. Pero nunca debemos olvidarnos de predicar el evangelio de la gracia a los que están perdidos. En estos últimos días, las personas están muy hambrientas. Entonces, no hay necesidad de discutir con ellas sobre la salvación. Tú simplemente vas a alguien que está quebrantado, y puedes decirle: ‘Ven y prueba que el Señor es bueno’. Mucha gente está siendo salva por la gracia.

A la gloria a través de la tribulación

Pero esta Escritura que leímos en Romanos 5 nos dice que algo sucede. Un día, mientras estamos comiendo en la habitación de la gracia, regocijándonos en la gracia de Dios, yo miro por la ventana de la esperanza, y a través de ella veo otra habitación. Es la habitación de la gloria.

Nosotros vivimos en la habitación de la gracia, pero vamos en dirección a la gloria. Hoy disfrutamos todos los beneficios de la gracia de Dios, pero un día tú miras por la ventana, y ves a Jesús en gloria, ves al amado de tu alma, lo ves en toda su hermosura, y empiezas a desear ir a él. La esperanza de gloria se fortalece en nosotros. El versículo 2 dice que no sólo estamos firmes en la gracia, sino que también nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
¿Cuánto alimento de su gracia nos da el Señor antes que miremos a su Hijo? Todas estas bendiciones, tan maravillosas como son, no son comparables con conocerlo a él. ¿Ya miraste por esa ventana?

Para muchas personas, ser cristiano es simplemente recibir bendiciones. Y en verdad, como cristianos, tenemos muchas bendiciones. Pero así como cuando Jesús caminó sobre la tierra y alimentó a las multitudes, muchos comieron el pan, pero pocos miraron por la ventanilla y vieron a Jesús, el pan vivo que descendió del cielo.

Por detrás de toda esta gracia, tenemos que ver al Yo Soy. Vemos a Jesús y lo anhelamos. Y empezamos entonces a vivir la vida cristiana, no por lo que él hace, sino por lo que él es. Entonces Jesús nos dice: «Venid a mí», porque él quiere transportarnos de la gracia a la gloria. Y Juan nos dice que cuando miramos a Jesús, todos tomamos de su plenitud, y gracia sobre gracia. Ese es el mirar de la gracia. Pero cuando le miramos por segunda vez, y vemos su gloria, él empieza a transformarnos de la gracia a la gloria.

¿Cómo hace él esto? ¿Cómo nos conduce de la habitación de la gracia a la gloria? En este pasaje, Pablo nos lo revela. Hay un camino desde la habitación de la gracia hasta la habitación de la gloria, y es a través del pasillo de la tribulación. Nosotros recibimos su gracia, y ésta nos hace agradecidos y dichosos. Pero la gracia no nos cambia. Si vamos a ser transformados a su gloria, entonces la cruz tiene que empezar su obra en nuestras vidas, y empezamos a ir a Jesús a través del pasillo de la tribulación. ¿Ya has experimentado eso?

Hay millones de personas que han sido traídas al Reino, pero tú y yo sabemos que este es sólo el principio de la obra de Dios en el mundo. Él tiene que traerlos a su Reino, y de allí a su ciudad. ¿Qué significa eso? Que no sólo tienen que ser traídos a su Reino, sino también llevados ante su trono, donde él gobierna. Entonces, Jesús les dice a esos nuevos cristianos en su Reino: «Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame».

Y empezamos a experimentar la obra de la cruz, que nos lleva a los pies del trono de Jesús como nuestro Señor y Amo. Cuando eso empieza a ocurrir, el trabajo aún no está terminado. Él no sólo quiere llevarnos a la ciudad, sino también a la casa. Y para eso, la cruz tiene que hacer su obra completa en nosotros. El Señor tiene que eliminar de nosotros aquellas cosas de nuestra carne, de nuestra vida natural, que son un obstáculo para que estemos en su casa.

Su casa es preciosa. Él no puede permitir que en ella haya ladrones, no puede permitir que allí haya ambición, no puede permitir que allí haya enojo. La obra final en la casa de Dios es traernos a un lugar de amor. Este es el inicio, por la gracia, pero hay una habitación final. Dios desea una casa donde haya ese primer amor, y cuando él tenga esa casa, entonces el Señor descenderá y nos tomará a sí mismo. Él está aguardando a que la novia se prepare, a que la casa sea edificada. Por eso no debe sorprendernos si nos encontramos en el pasillo de la tribulación. El Señor ha empezado a trabajar en tu vida.

En mi propia experiencia, yo estuve en la habitación de la gracia por más de diez años. Servíamos en la iglesia, predicábamos el evangelio, intentábamos ayudar a nuestros hermanos y hermanas, pero entonces, un día, yo vi al Señor. Lo vi a él como la Iglesia. Y descubrí que yo tendría que pasar por el camino de la cruz para llegar a ser parte de esa iglesia. De esa forma, el Señor tiene que tratar con cada uno de nosotros.

Muchos de nosotros vivimos por nuestra propia fuerza, por la fuerza de nuestra mente o de nuestra personalidad. Pero el Señor nos lleva por el pasillo tortuoso de la tribulación, para quebrantar nuestra fuerza natural, y muchas de las cosas en que poníamos nuestra confianza son removidas, porque él quiere que aprendamos a confiar en él.

Ese pasillo de la tribulación puede ser un tiempo muy difícil. Pero, ¿qué sucede cuando pasamos por él? A veces el pasillo es difícil, pero al pasar por él nos encontramos con el Señor Jesús, y empezamos a aprender de él en la comunión de sus sufrimientos.

¿Qué dice Pablo que ocurre a medida que pasamos por ese pasillo? Cuando vivimos esos momentos difíciles, Dios está realizando su obra. El versículo 3 dice: «Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia».

En el momento de ser salvo, nadie tiene mucha paciencia. Amamos al Señor, pero somos muy impacientes. Oramos por algo y lo queremos ahora. Entonces el Señor empieza a enseñarnos paciencia. Y después de aprender paciencia, aprendemos carácter.2 Y aunque el pasillo es difícil, allí se forma el carácter de Cristo en nosotros. Por eso la obra de la cruz es tan importante.

Y a medida que pasamos por el pasillo, él nos da esperanza. ¿Y por qué esa esperanza no avergüenza? Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Nosotros conocimos el amor de Dios cuando fuimos salvos. Pero al transitar por ese pasillo, somos cautivados por su amor, porque cuando llegas al fin de ti mismo, ahí él te abraza y te sostiene. Cuando nosotros somos infieles, él permanece fiel, y cuando confesamos nuestros fracasos, él nos trata como a sus propios hijos.

Pablo sabía lo que significaba pasar por el pasillo de la tribulación, pero también él encontró allí al Señor Jesús, y fue cautivado por él. Pablo sabía que había cometido muchos errores. Pero él dice: «Por su misericordia no nos desanimamos».

El Señor te está llevando por un pasillo, porque él quiere producir algo precioso en ti. Si vamos a pasar de la habitación de la gracia a la habitación de la gloria, tenemos que pasar por ese pasillo. No hay alternativa. Es en ese pasillo que Dios realiza una sustracción espiritual.

Muchos saben que el hermano Christian Chen es un matemático, pero Juan el Bautista fue el primer matemático, nuestro profesor de matemática espiritual. Juan dijo: «Es necesario que él crezca y que nosotros mengüemos». Eso quiere decir que hay una sustracción para ti y para mí. Y cualquier cosa que es sustraída de nuestra vida, es reemplazada por Cristo. Entonces somos llenos de la vida de Cristo, aun en el pasillo de la tribulación.

Tribulaciones en las asambleas

Ese pasillo no siempre se refiere a una experiencia individual. Nuestras asambleas pasan también por tiempos de tribulación.

Hay muchas formas en las cuales la tribulación viene a la asamblea. El enemigo emplea muchas tácticas para arruinar el testimonio. Yo conocí asambleas en la costa oeste de los Estados Unidos, y había una de ellas que se reunía con un testimonio muy precioso. Pero vino una obra del enemigo que produjo división entre los hermanos, causando gran sufrimiento. Los hermanos, que se amaban unos a otros, repentinamente se separaron. Algunos de ellos fueron acusados injustamente, y permanecieron en silencio soportando la vergüenza y la crítica, mientras veían cómo la asamblea era reducida a la mitad de su tamaño original.

Fue un tiempo de gran tribulación. Todo lo que podían hacer era permanecer en el pasillo de la tribulación. El Señor oyó su clamor; de pronto la puerta se abrió y vino un nuevo grupo de personas. Y algunos hermanos sencillos asumieron responsabilidades espirituales en la asamblea.

A través de esos tiempos de tribulación, aprendemos la humildad. El enemigo tiene pies muy fuertes, y él puede pisotearnos y destruirnos en un momento, a no ser que Dios nos cubra, nos guarde y nos mantenga juntos. Pero siempre que se manifiesta el orgullo, o cuando el hombre se hace muy fuerte, o los hombres entran en disputa unos contra otros, siempre que el primer amor se va, el Señor permite que el enemigo entre y nos lleve a la tribulación.

Nosotros estamos juntos por la misericordia de Dios. Hay una obra preciosa que el Señor está realizando en todo el mundo, pero tenemos que permanecer juntos, asidos del Señor. Y aun cuando el tiempo avanza y todo es bendición sobre nosotros, no sabemos si tal vez estamos muy próximos a la tribulación. Tenemos que prestar oído seriamente a la palabra de nuestro Señor a las iglesias en Apocalipsis, porque hay muchas formas en las cuales podemos ser distraídos.

¿Cuál es nuestro primer amor? El primer amor no es un tipo de amor; el primer amor es una Persona. ¿Amamos a Jesús por sobre todas las cosas? Y aunque estés pasando por problemas, ¿es él suficiente para ti? El Señor da y el Señor quita. ¿Es Jesús suficiente? Si lo adoramos en tiempos de prosperidad, ¿no lo debemos adorar en tiempos de dificultad?

Muchas veces, el Señor nos bendice, nos bendice y nos bendice. Y cuando nos vemos en tribulaciones empezamos a murmurar contra él. No debemos hacer eso. Porque aun en la tribulación encontramos al Señor.

¿Cuál es la gran lección que aprendemos en el pasillo de la tribulación? Aún cuando ese camino es tan lleno de curvas, o cuando estamos en un lugar sin salida, o en las tragedias que experimentamos, ¿qué aprendemos de ello? Si tú estás allí, tú lo sabes. Aprendemos su gloria, cómo él nos está llevando de gloria en gloria. ¿Estás siendo llevado de gloria en gloria? ¿Ya has sido promovido de la gracia a la gloria? ¿Ya has tenido la visión de la hermosura del Señor que te llevó a decir: ‘Sí, Señor, iré a dondequiera que vayas’? Entonces, no te sorprendas si descubres que estás pasando por tribulaciones.

A veces miramos a nuestro alrededor y vemos a algunos cristianos a los cuales parece que todo les sale bien. Casi todo el mundo conoce a alguien de quien podría decir: ‘Me gustaría ser como éste, que tiene mucho dinero, una familia feliz, una buena casa, una esposa muy simpática’. Pero el Señor nos dice: ‘No te preocupes por tu amigo. Yo trataré con cada uno de la manera como yo quiero. Pero tú, sígueme a mí’.

Dos consejos prácticos

Hay dos cosas que necesitamos en este pasillo. Primero, tenemos que respetar a cada hermano o hermana que está pasando por él. Dios está tratando con ellos, porque Dios los ama. No es el tiempo para que tú los critiques. Sé misericordioso. Si conoces a alguien que está pasando por momentos difíciles, sé misericordioso, ora, ayúdalo, guárdalo del enemigo. Tenemos que ser misericordiosos, tenemos que respetar a los hermanos y hermanas.

Hay una segunda cosa. Tú tienes que ser severo contigo mismo. Si tú estás pasando por el pasillo, si estás pasando por tribulación, no hay ninguna excusa – la gracia de Dios es suficiente. Jesús dijo: «Yo he vencido». Entonces, tú puedes vencer. Nosotros nos apegamos a su vida, permanecemos fieles a él. No nos sentamos a lamentarnos: ‘¡Oh, pobrecito de mí! Vengan todos, por favor, y compadézcanme’. No, no.

¿Qué dice Pablo? «Esta leve tribulación no puede compararse a la gloria». Entonces, no miramos las cosas a nuestro alrededor, miramos a las cosas invisibles.

Espero que tú seas severo contigo mismo. Sé misericordioso con los otros, porque tú no sabes lo que les está sucediendo a ellos; pero sé inflexible contigo mismo, porque sabes que tú mereces lo que estás pasando. Entonces, si te afirmas en la gracia de Dios, muy pronto nos encontraremos en la habitación de la gloria, con nuestro Señor. No más pecados, no hay imperfecciones, no más lágrimas, no más tristezas, no más muerte, sino vida, en nuestro Señor.

¡Oh, qué habitación tan gloriosa! Y de la misma manera como él te dio esas cosas deliciosas en la habitación de la gracia, a veces nos da a probar el sabor de la gloria. ¿Has gustado el sabor de la gloria? ¡Es mejor que el salmón de Chile! Cuando tú pruebas un poquito de esa gloria, tú dices: ‘¡Ah, yo quiero más de esa gloria!’. Entonces Dios te da gracia adicional para que continúes avanzando por el pasillo de la tribulación.

Nunca olvides esto: No importa cuán tortuoso sea el camino de la tribulación, cuando des la próxima vuelta, el Señor te estará esperando ahí. Sé fiel, disfruta de la habitación de la gracia. Hoy la hemos estado disfrutando.

Amamos la palabra de Dios y la comemos juntos. Y por su gracia él nos habla. Pero el Espíritu de Dios nos conduce de la gracia a la gloria, a través del pasillo de la tribulación. Entonces, regocíjate en su gracia, regocíjate en las tribulaciones, y un día nos regocijaremos en su gloria. Amén, que el Señor nos lleve allá en breve.

¡Alabado sea su nombre!

Síntesis de un mensaje impartido en Temuco, en octubre de 2006.