…porque ellas dan testimonio de mí».

La Biblia es verdad en todas sus partes, y provee, si se la toma en conjunto, la verdad de la salvación y una base sobre la cual obrar en nuestra vida diaria; una base sobre la cual pararse firme moralmente.
C. Everett Koop y Francis Schaeffer, en ¿Qué le pasó a la raza humana?

¿Es conveniente el uso de escritos humanos que nos ayuden a estudiar las Escrituras? Se requiere de mucha cautela. El Señor, sin duda, puede hacer uso –y, de hecho, lo hace– de los escritos de sus siervos, de la misma forma en que se vale de un ministerio oral para nuestra instrucción y edificación. Sin embargo, se requiere de gran cautela y diligente dependencia del Señor, a fin de que no abusemos de este don tan precioso; a fin de que no seamos llevados a “vivir de lo prestado”. Si verdaderamente dependemos de Dios, Él nos dará lo conveniente; pondrá en nuestras manos el libro adecuado; nos alimentará con los medios apropiados. Es, pues, de Él que lo recibimos; en comunión con Él. De esta manera, lo que Dios nos dé será refrescante, vivo, poderoso y formativo; hablará al corazón y brillará en la vida; y creceremos en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
C.H. Makintosh.

Apuntes a la lectura del Nuevo Testamento

Edificando una segunda mujer
El Señor Jesús dijo: “Edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18) y la iglesia es una mujer (2ª Corintios 11:2). La idea de Dios edificando una mujer no es nueva en la Escritura. Es tan antigua como el Edén antes de la caída. Génesis 2:22 dice: “Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo (edificó, en hebreo) una mujer, y la trajo al hombre.” Dios edificó a Eva para Adán, y hoy está edificando una segunda mujer, la iglesia, para su amado Hijo Jesucristo. Cuando haya concluido esta obra, se la presentará a su Hijo, como se la presentó a Adán. Entonces, el Señor reconocerá en ella a la que es “hueso de sus huesos y carne de su carne”.

La persistencia de Dios
Hechos 7:4 dice que Abraham “salió de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra” (a Canaán). Abraham fue llamado para salir a la tierra prometida, pero se afincó en Harán. Allí se sentía como en casa, porque todavía estaba allí la civilización caldea. Sin embargo, Dios no estuvo conforme con eso. Así que, apenas murió su padre, “Dios le trasladó” a Canaán. Nótese el verbo, y quién es el que realiza la acción. Abraham era un hombre de fe, pero todavía era remiso a la voluntad perfecta de Dios. No llenaba la medida que Dios requería. Él todavía se sentía bien en Harán. Fue la persistencia de Dios, no la idoneidad de Abraham la que obtuvo el éxito en la carrera de este varón de Dios, y la que le llevó a la Tierra Prometida.

Dos caminos
Ante todo siervo de Dios se abren dos caminos, dos opciones, las mismas que tuvo Pablo ante sí en sus días. Ambas están reseñadas en Filipenses capítulo 3. Uno es el camino de las obras de la carne y el otro es el de la fe y del espíritu. Pablo tuvo que desechar uno (versículos 4-8), para hallar el otro (versículos 3, 9-10). Ambos caminos son excluyentes, no conciliables. Quienes sirven a Dios confiando en la carne y tratando de hacerlo también en el espíritu tendrán una agonía que no los dejará nunca.

Tareas en la edificación (1ª Corintios 3:10)
El edificio de Dios, que es la iglesia, es edificado por Dios. (Mateo 16:18; 1ª Corintios 3:9). Sin embargo, Dios no trabaja directamente en él, sino a través de sus siervos. (1ª Corintios 3:10). Para esto Dios reparte tareas. Unos (los peritos arquitectos, es decir, los apóstoles “fundacionales”) ponen el fundamento. Otros (los apóstoles “de edificación” y los profetas) edifican encima. Finalmente, cada creyente (“cada uno”) sobreedifica. Tres tareas, pero un solo propósito.

Dios ruega; sus embajadores también (2ª Corintios 5:19-20)
Hay una tendencia a creer que Dios sólo demanda a los hombres que se arrepientan y acepten el señorío de Cristo. Es verdad que a veces lo demanda (Hechos 17:30), pero también a veces (muchas veces) Él ruega a los hombres. ¿Qué haremos nosotros, los embajadores de Dios, en esta generación? A veces demandaremos; pero muchas veces también rogaremos, con ruegos entrañables, cuando el Espíritu así nos lo indique, para que los hombres se reconcilien con Dios.

Preguntas sobre la vida de Sansón

1. ¿De quién era hijo? ¿De qué tribu?
2. ¿Qué significa “Sansón”?
3. ¿En qué tiempo de la historia de Israel le tocó vivir a Sansón?
4. ¿Quiénes hostilizaban a Israel en tiempos de Sansón?
5. ¿Qué instrucciones dio el ángel a sus padres respecto de la crianza de Sansón?
6. La madre de Sansón era una mujer sabia. Demuéstrelo.
7. ¿Por cuántos años Sansón fue Juez de Israel?
8. Sansón fue un nazareo. ¿En qué consistía el nazareato? (Vea Números cap. 6).
9. ¿Cuál fue la suerte del frustrado matrimonio de Sansón con la mujer de Timnat?
10. ¿Qué le ocurrió en el episodio de la ramera de Gaza?
11. ¿Cuál fue la estrategia de Dalila para hacer caer a Sansón?
12. A la luz de Proverbios cap.7, ¿qué le diría Ud. a los que, como Sansón, son seducidos por una mujer astuta?
13. ¿Cuál fue la consecuencia de descubrir Sansón su secreto a Dalila?
14. ¿Cómo se podrían caracterizar los “amores” de Sansón? ¿Tienen algún parecido con los que se dan en el mundo en nuestra época?
15. Un maestro de las Escrituras ha dicho: “Sansón perdió su nazareato allí donde Salomón perdió su reino.” Explique esta afirmación.
16. En las Escrituras se registran dos oraciones de Sansón, ambas son carnales y egoístas. ¿Cuáles son?
17. Señale cómo Sansón violó los votos del nazareato.
18. Sansón era fuerte, pero, a la vez, era muy débil. Explique por qué.
19. ¿Qué importantes enseñanzas nos deja Sansón en cuanto al uso de los dones de Dios?
20. ¿Qué advertencia nos hace la Palabra a través de la vida de Sansón respecto de nuestras debilidades? ¿Podemos desestimarlas, como si no tuvieran importancia?