El mundo parece un niño que se olvida rápidamente de sus dolores y se deja encantar fácilmente.

Desde la caída de las Torres Gemelas en Nueva York el mundo ha dado algunas extrañas vueltas.

No bien repuestos aún del terror del 11, y cuando se había emprendido la operación “Libertad duradera” tras la caza de Bin Laden, se desató la locura del ántrax. El sobre recibido por el senador demócrata Tom Daschle fue el detonante.

Se clausuran oficinas. Cunde el desconcierto, el estupor. Surge ahora un nuevo frente de preocupación. Ambos dan lugar a suculentas recompensas. ¿Tiene el ántrax el mismo origen que los atentados del 11? Pareciera; pero hay quienes piensan que tiene otra procedencia. 1   El terror llega también a Afganistán en alas de los modernos aviones norteamericanos de guerra. Ciudades enteras son arrasadas. Los “bombardeos quirúrgicos” no resultan ser tan precisos, así que caen hospitales, dependencias de la Cruz Roja y zonas residenciales. Por la televisión llegan imágenes de niños mutilados y heridos.

Se estima que hay más de 1500 víctimas civiles, y que unos 6 millones de afganos están en situación muy precaria. Podrían morir unos cien mil niños de no enviarse ayuda humanitaria.

Llega el 12 de noviembre y otra jornada de estupor para Estados Unidos. Mientras los titulares de los diarios anunciaban la caída de Kabul, cae un avión de la American Airlines sobre el barrio de Queens a pocos minutos de despegar del aeropuerto John F. Kennedy. Mueren 260 personas de a bordo, más otras cinco de tierra. Surge una segunda “zona cero”. Se decreta la alerta máxima, el “estado omega”. La Guardia Nacional sale a la calle.

¿La causa? ¿Ataque terrorista? ¿Falla técnica? La aerolínea se inclina por lo primero; el gobierno por lo segundo. Las razones son obvias. George Black, alto funcionario de la Administración de Aviación Federal calificó el caso como “un rompecabezas, desconcertante y extraño.”

Bin Laden no aparece; la causa del ántrax, tampoco. Y como si fuera poco, la causa del desastre es un misterio.

La guerra continúa. Hay acuerdos y desacuerdos. Terrores varios, alternados con breves períodos de alivio. El mundo está convulsionado. En cualquier momento, puede pasar cualquier cosa, en cualquier lugar.

Una nación espiritualizada

Con el 11 de septiembre, la sensibilidad norteamericana, golpeada por el terror y la angustia, renació y se orientó hacia lo religioso. Los reportes dicen que los templos se llenan, que los predicadores callejeros han proliferado, que la Biblia ha vuelto a ser leída, que las Web cristianas han visto aumentadas sus visitas, que los ‘gospel’ han experimentado un “boom”, que se ha vuelto a la oración incluso en las oficinas públicas. Todos hablan de un “reavivamiento” de la fe.

Esto que parece tan bueno, tiene, no obstante, algunos claroscuros. Junto con renacer una genuina espiritualidad, ha surgido también el interés por la magia, el ocultismo y la astrología. El miedo y la ansiedad han llevado a muchos tras la búsqueda de respuestas en las cartas y las bolas de cristal.

Los magos, clarividentes y “mediums” se están haciendo su agosto. Y en especial, la creadora del nuevo héroe de ficción, y los realizadores de su primera película, de sus juguetes, agendas, naipes, y de toda la parafernalia que ha acompañado la irrupción en gloria y majestad de Harry Potter.

Un mundo hechizado

En efecto, la piedad de los que retornan a Dios se ha visto tristemente empañada por las largas filas frente a las librerías y los cines. Las lágrimas de contrición de muchos se han secado rápidamente frente a la gran pantalla luminosa.

Mientras todavía se oye el clamor de los que lloran a sus muertos en Nueva York, y de los que lamentan sus muertos en Afganistán; mientras se dilapidan millones de dólares en la búsqueda de un hombre, todo el mundo occidental parece estar de fiesta con Harry Potter.

Joanne K. Rowling, la autora del libro, lo está porque su creación se ha ubicado en la cima de la gloria del mundo y ella misma es hoy por hoy una celebridad; las editoriales que tienen los derechos de publicación, lo están porque se han vendido más de 110 millones de copias del libro en 46 idiomas, y porque la primera edición del tomo Nº 4 de la saga constó de cinco millones de ejemplares sólo en Estados Unidos e Inglaterra (la más grande de todos los libros publicados hasta la fecha); los padres, porque sus hijos están destinando más tiempo a leer y menos a la televisión (las mamás están dispuestas a exponerse, como en Alemania, a tumultos, pisotones y peleas para comprar el último libro).

Los jugueteros también están de fiesta, porque los juguetes de Harry Potter fueron los más vendidos en vísperas de Navidad; los realizadores de la película, porque cuentan sus ganancias por millones; los principales sitios de brujería en Internet, porque muchos niños están visitándolos, para enrolarse en los cursos de magia que ellos ofrecen (la “United Kingdom Pagan Federation” –Federación de Paganos del Reino Unido– asignó personal especial para atender el gran número de solicitudes de parte de los niños y jóvenes en su página Web); las brujas lo están porque el libro está haciendo cambiar la forma cómo la gente las evalúa; los creativos de las barajas de Harry Potter (los mismos que crearon las de Pokemón), porque ellas pronto estarán disponibles en siete idiomas y en 42 países; los profesores de Lenguaje están felices también, porque por fin los niños no encuentran aburridos los libros que les asignan en los colegios.

Los medios tampoco se han quedado atrás. La prestigiosa revista “Newsweek” ha dicho: “El espectacular éxito de los libros de Harry Potter quizá ayude a crear una nueva generación de lectores empedernidos. Por lo menos nos recuerdan que las historias bien escritas con interesantes personajes logran encontrar una audiencia.” (17/7/2000). Los canales de televisión realizan programas especiales para comentarlo; los sicólogos, orientadores, y hasta las dueñas de casa lo recomiendan. Incluso algunos escritores cristianos se han sumado. Uno de ellos, Charles Colson, ha escrito: “Harry y sus amigos hacen hechizos, leen bolas de cristal y se convierten ellos mismos en animales, pero no hacen contacto con el mundo sobrenatural”. 2 Otros dicen, en las listas cristianas de Internet, cosas como éstas: “He leído mails de las ‘brujerías’ de Harry Potter. Por Dios!!!, discúlpenme, pero no las comparto en absoluto”. No faltan los que celebran la magia que promueve “Harry Potter”, diciendo que es magia blanca, usada con fines nobles.

Los niños, entre tanto, ingenuamente, se tragan el anzuelo. Ellos se disfrazan como su héroe, compran, u obligan a sus padres a comprar todo el complemento disponible en el comercio. Ellos se están iniciando ya en conjuros, pócimas y demás. Todos quieren ser poderosos. Un niño de diez años ha dicho que le gusta “Harry Potter”, porque le enseña todo lo que se relaciona con la magia, y cómo la puede usar para controlar a la gente y vengarse de sus enemigos. J.K. Rowling dice que no cree en la magia que aparece en sus libros, pero los niños sí están creyendo en ella y tal vez la comiencen a usar para fines no buenos.

Un sacerdote inglés dijo que los niños sabían discriminar entre ficción y realidad. Eso está quedando demostrado fehacientemente…

Hay una enfermedad

Lo que sucede es que el mundo (y algunos cristianos también) padece de una enfermedad crónica, que parece no tener remedio. Es una miopía espiritual que le impide ver más allá de sus narices, de lo aparente y superficial. El mundo parece ser también un niño que se olvida rápidamente de sus dolores y se deja hechizar por el primer fuego fatuo que surge ante sus ojos. No bien se consuela en Dios y corre de nuevo tras lo que no aprovecha.

La locura parece hacer presa de él. Se oye una gran carcajada en el infierno que él no está en condiciones de oír; hay demonios que están entrando en cuerpos de muchos jovencitos que no está en condiciones de discernir. Se está realizando un verdadero lavado de cerebro en los niños del mundo, se los está programando a voluntad, y los padres del mundo no están impidiéndolo. Los límites entre el bien y el mal se están perdiendo para ellos; el rechazo hacia lo oculto y vergonzoso está desapareciendo, y los adultos estamos aplaudiendo cómo eso ocurre. Hay un Viejo Libro que nos advierte claramente acerca de ello, pero el Viejo Libro parece haber perdido vigencia.

Hay una ceguera espiritual que impide ver el peligro antes que hiera. Sólo se lamentan sus consecuencias después. El disfraz que usa el diablo es tan atractivo; sus seducciones son tan eficaces, que es difícil decirle que no.

La magia parece ser la solución a los problemas del mundo, a la insipidez de la vida, y a la pesada rutina en los colegios. Dios está siendo olvidado de nuevo. Harry Potter está logrando que el mundo del ocultismo, de la magia y la hechicería aparezca como bueno, atractivo, inocuo y entretenido. Y más encima acusamos de fanatismo a quienes nos advierten acerca de ello.

Algunas precisiones

Sin embargo, a riesgo de parecer extemporáneos y fanáticos, haremos algunas precisiones. Ignorar o insensibilizarse ante la existencia de los espíritus y demonios es el peor daño que podemos hacernos a nosotros mismos, porque no tendremos defensa contra su accionar.

En los libros de Harry Potter Dios es ignorado como autoridad moral que gobierna el mundo, y es reemplazado por el relativismo humanista. No hay allí valores absolutos. “Harry Potter” se inscribe en la gran corriente de la “Nueva Era”, traspasada de gnosticismo y esoterismo, y enemiga de la fe cristiana.

La Biblia no hace distinción entre magia negra y blanca. Es magia, y punto. Y toda magia y hechicería es una abominación al Señor. 3

En la práctica de los apóstoles y de las primeras iglesias, la magia y la hechicería fueron drásticamente juzgadas. 4  Las Escrituras advierten que en los últimos días se dará cabida a espíritus engañadores y doctrinas de demonios (1ª Tim. 4:1; Apoc. 9:20-21).

Con todo, aunque la corriente del mundo tiene mucha fuerza, y es poderoso el que la impulsa, los cristianos tenemos dentro de nosotros Uno que es mayor que el que está en el mundo, y que nos ha sacado de aquella corriente. Los cristianos (y sus hijos) no deben temer por ello las burlas, más bien deben gloriarse en la fe que poseen, porque es su señal de distinción.

Que el Señor guarde a los que temen su Nombre y esperan su Venida.

1 Elementos de extrema derecha de Estados Unidos. Así lo cree el analista internacional chileno Raúl Sohr. (El Mercurio, Santiago de Chile, 28/10/01, p. D-25).
2 Citado por Brenda M;. López de Teixeira, en la revista “Vida cristiana”.
3 Véase Levítico 19:31; 20:6,27; Deuteronomio 18:10-12; Isaías 8:19.20.
4 Vea la suerte de magos como Simón (Hechos 8:9-24) y Barjesús (Hechos 13:6-12).  Vea también lo que sucedió en los inicios de la iglesia en Efeso (Hechos 19:18-19).