Reflexionando sobre el clima de temor que envuelve al mundo a causa de hechos que están por venir.

Desde tiempos remotos, el hombre ha buscado sin cesar dar respuesta a las inquietudes existenciales que lo han cercado y lo han llevado a un mar de intranquilidad y confusión. Así ocurrió en las primeras civilizaciones, que crearon mitos sobre la creación del mundo, los fenómenos naturales y su propia existencia en el planeta.

Conforme ha pasado el tiempo, la ciencia ha ido en aumento, desmitificando creencias o mitos antiguamente considerados como verdades aceptables. Sin embargo, resulta curioso que este avance, pese a todos los beneficios que ha conllevado en áreas como la salud, la tecnología, la comunicación y la educación, entre otras, no sea aún capaz de liberar al hombre de su principal temor: el fin de los tiempos.

Fin por agua y fuego

Los griegos, al enfrentarse con este asunto, llegaron a la conclusión de que el mundo era eterno desde su origen; por lo tanto nunca se podría destruir. Luego, los romanos sostuvieron que el mundo terminaría su existencia mediante el fuego. En su libro titulado De la Naturaleza de los Dioses, Cicerón escribe: «Según la opinión de los estoicos, el mundo entero se convertirá en fuego, habiéndose consumido el agua; la tierra no producirá alimentos; no podrá existir el aire, porque del agua recibe su ser; de modo que el fuego quedará solo. Ese fuego será dios, y reanimándolo todo, renovará el mundo y le volverá a dar su primitiva belleza».

El pueblo judío también posee su propia interpretación acerca de los tiempos del fin. Para la tradición judía, el fin de los tiempos tiene relación con la culminación del plan de Dios. Este plan se inicia con Adán, el primer hombre, quien tras su caída a causa del pecado, le confirió a la humanidad un status inferior al que poseía cuando fue creado. Entonces, el objetivo de Dios al ejecutar este plan es volver al hombre al status inicial de perfección.

Este plan tiene una serie de etapas que se dividen en periodos de 2000 años cada uno. El primer periodo abarca desde Adán hasta Abraham; el segundo, desde Abraham hasta la configuración del Talmud, y el tercer periodo, desde la configuración del Talmud en adelante. Es interesante que, dentro de este último periodo, los judíos esperen la aparición del Mesías. Luego de este evento vendría lo que se denomina el regreso a nuestra condición original.

«Si hay un proyecto, tiene que haber un fin. Pero no es un fin en el sentido de destrucción universal, como se piensa que podría producirlo el impacto de un gran asteroide o una guerra nuclear. Se trata de un fin en tanto concepto de objetivo y no de final; el objetivo es que al final volveremos a nuestra condición original. Cómo volvemos, depende de nosotros: si por las buenas y con la ayuda de Dios, porque nos acercamos a él, o por la naturaleza».

Como podemos ver, las distintas culturas (de las cuales hemos mencionado algunas de las más representativas) se han enfrentado a este tema, tratando de dar explicaciones valederas.

Profecías mayas

En este contexto, una de las mayores civilizaciones antiguas de América Latina, los mayas, ha dejado registros que evidencian que esta temática del fin del mundo también estuvo presente entre ellos.

En este tiempo que vivimos, y especialmente en el presente año 2012, los escritos mayas han resurgido para anunciar a la humanidad algo que provoca curiosidad en algunos, pero un profundo miedo en otros: el fin del mundo. Hay científicos que validan estos escritos, garantizando su veracidad en torno a las proposiciones señaladas allí. Otros son más cautos y prefieren analizar dichos documentos con más detención, sin rechazar la posibilidad de que un fin se acerque.

Sin adentrarnos a fondo en este asunto de los escritos mayas, pues la información que ofrece Internet es abundante, conviene sintetizar algunos aspectos más relevantes.

Los mayas crearon un calendario que se denomina Katun, el cual consta de 13 ciclos. De acuerdo a estudios realizados, estaríamos viviendo el último ciclo, que culminaría el día sábado 22 de diciembre de 2012. Sin embargo, en referencia a los escritos mayas, antes que llegue ese momento se deben cumplir siete profecías previas, que hablan de un aumento en la temperatura de la Tierra, derretimiento de los polos, transformaciones físicas en el Sol, una falla generalizada de todos los sistemas que hemos creado como humanidad por no lograr la armonía con la naturaleza y la galaxia, y la aparición de un cometa que traerá transformaciones muy bruscas a nuestro planeta.

Estas profecías apuntan a un momento culminante que, según algunos científicos, no tendría relación con el fin de la humanidad sino con «un cambio de era».

Junto con estas teorías mayas han surgidos otros antecedentes y posibles escenarios que hablarían de un inminente fin del mundo. La cadena de televisión NatGeo, ha realizado una serie de documentales bajo el título de «Profecías», para dar a conocer las distintas teorías con respecto al fin del mundo, y sus respectivos argumentos y defensores. Entre ellos destacan Catástrofes Naturales y Mensajeros del espacio. Este último alude al avistamiento de OVNIS y contactos de personas con supuestos seres extraterrestres, quienes les entregan mensajes relativos al fin de los tiempos y cómo podemos evitar dicho acontecimiento.

Clima de terror

Esta es la situación actual en nuestro mundo. Se ha generado un clima de temor, producto del desconocimiento parcial o total acerca de las cosas que están por venir. La ciencia ha sido incapaz de dar respuestas certeras a estos asuntos y menos aun de predecir lo que ocurrirá en el futuro cercano. Esto ha provocado una sensación de incertidumbre en la población mundial.

Con respecto a este tema, hay que citar a un sociólogo alemán, Ulrich Beck, quien ha contribuido en el ámbito de la sociología con dos conceptos interesantes: «la segunda modernidad» y «la sociedad del riesgo». Este último concepto lo trata en un libro homónimo en el que señala que el concepto de «incertidumbre fabricada» hace referencia al hecho de que la ciencia crea también nuevos tipos de riesgos: los progresos en genética hacen posibles difuminar la frontera entre las personas enfermas y saludables porque es factible diagnosticar más enfermedades congénitas.

También hace referencia este concepto al hecho de que los riesgos provienen de y consisten en desconocimiento (no conocimiento): no se trata del olvido momentáneo o la falta de desarrollo de conocimiento experto sino que la racionalidad experta es incapaz de descartar un suceso dado a través del cálculo de probabilidades, creando de esta manera la sensación de incertidumbre frente a la realidad y las cosas.

Tiempo inquietante

El escenario actual resulta muy agitado, lleno de preguntas sin resolver y con mucha inquietud frente a los posibles hechos que se nos avecinan.

Lo cierto es que el tema del fin del mundo preocupa a incrédulos y creyentes, en distinta forma, pero el tema es fuerte; parece haber una sensación de temor natural en el ser humano de que el mundo alguna vez va a terminar.

Cine oportunista

La industria del cine no pierde oportunidad de obtener buenos dividendos de los temas que tienden a causar pánico en las personas. Una de las primeras películas en esta línea fue «Cuando los Mundos Chocan», estrenada en 1951. En la trama, el fin sorprende al mundo cuando un cometa choca contra nuestro planeta, provocando olas gigantes, erupciones volcánicas y terremotos. Aunque pasó casi inadvertido, este film fue uno de los primeros en tocar esta temática.

Hoy, con el sensible tema del calentamiento global en el tapete, aparece la película «El Día Después de Mañana», estrenada el año 2004, que muestra cómo la tierra vuelve a la era glaciar por el daño que los hombres mismos han causado, debido al uso indiscriminado de los recursos, especialmente de los combustibles. Una de las secuencias principales de esta película sucede en Nueva York, donde una ola gigante arrasa completamente esta ciudad.

«2012, la Película»

El afiche de la nueva película de Columbia Pictures titulada «2012», muestra una ola enorme cubriendo los Himalayas, con las siguientes palabras: «¿Cómo prepararían los gobiernos de nuestro planeta a 6 billones de personas para el fin del mundo? … (larga pausa)… No lo harían». La publicidad incluye un sitio web científico ficticio del «Instituto para la Continuidad Humana», supuestamente dedicado a la investigación científica y a la «preparación pública». Su misión es la supervivencia de la humanidad. Habría sido fundado en 1978 por líderes internacionales de gobierno, negocios y ciencias. Afirman que en el año 2004, sus científicos confirmaron con un 94% de certeza que «el mundo sería destruido el 2012».

Ficción vs. realidad

Todo el escenario de desastre en «2012» es una farsa alimentada por la publicidad para estas películas de ciencia ficción. Solo queda esperar que la mayoría de la gente sea capaz de diferenciar la ficción de la realidad.

«Se han vaticinado más de 160 fines del mundo a lo largo de la historia y por suerte hemos sobrevivido a todos ellos», indica Javier Pérez Campos, español, autor del libro «2012, los Enigmas del Apocalipsis Maya». Para él, la necesidad de hablar del fin de los días es «una forma camuflada de hablar de algo que nos aterra»: la muerte. Y que lo que «nos da miedo de ella es que no sepamos cuándo va a llegar».

Pérez Campos asegura que, en Estados Unidos la venta de bunkers o refugios subterráneos ha aumentado casi en un mil por ciento en los últimos años, y que también en España surgió un grupo llamado G. S. E. 2012, (Grupo de Supervivencia de España 2012) que declaró que iban a construir bunkers en la sierra de Madrid para salvarse cuando llegue la fecha. También hay páginas webs que venden productos o kits de supervivencia que incluyen alimentos deshidratados, generadores eléctricos, herramientas especiales, mascarillas de oxígeno, etc., e incluso armas.

Él recomienda leer su libro para «no caer en las garras de los depredadores que son los falsos profetas» y también para tomar conciencia de lo que está ocurriendo en el mundo en torno al 2012. Miles de personas están concentrándose en puntos determinados como el monte Bugarach, al sur de Francia, un lugar «clave para el esoterismo». La proliferación de sectas se está transformando en un fenómeno mundial. Este año México está recibiendo grandes oleadas de turistas que acuden al lugar donde se están realizando «ritos especiales con sacerdotes mayas».

Un informe señala que el año pasado se registraron 2.5 millones de páginas de Internet referentes al fin del mundo en diciembre de 2012, y las sectas que se apoyan en predicciones apocalípticas son más alienantes y manipuladoras que las hasta aquí conocidas, y que sus estructuras son más histéricas y fanáticas.

Una organización gubernamental francesa (MIVILUDES ) mantiene una vigilancia particular sobre el pequeño pueblo de Bugarach, desde que diversas profecías que circulan por la red lo sitúan como el único lugar que se salvará «del apocalipsis de diciembre de 2012». El pueblo, de menos de 200 habitantes, ha vivido en los últimos meses una explosión de la demanda inmobiliaria y proliferan las peticiones de reservas de habitaciones para esas fechas, según relató el alcalde, Jean-Pierre Delord, al diario Le Figaro. «Llaman para pedir una habitación y reservas de alimento para diciembre de 2012», afirmó el edil, quien señaló que hoy el pueblo es un lugar de peregrinación para multitud de grupos esotéricos, que vienen a la zona «para esperar el tan temido fin del mundo» que, aseguran, «será el 21 de diciembre de 2012».

La voz de la ciencia

«Nada malo le pasará a la tierra en 2012. Nuestro planeta está bastante bien desde hace 4 mil millones de años y científicos confiables en todo el mundo señalan que no existe una amenaza asociada con el 2012», señala la NASA en un mensaje que tiene el potencial de tranquilizar incluso al más paranoico.

«Tal como el calendario que tiene usted en su cocina que no deja de existir el 31 de diciembre, el calendario maya no se extingue el 21 de diciembre de 2012. Esta fecha marca el fin de un periodo maya, pero tal como su calendario comienza nuevamente el 1 de enero, otro gran periodo comienza, y nada más».

La NASA continúa desmintiendo otras teorías, como aquella que señala que un cometa chocará con la Tierra, u otra que dice que se producirá un reverso en el sentido de rotación de nuestro planeta. También son descartados los meteoritos acercándose a la tierra, y es refutada una posible destrucción por tormentas solares.

Los autores más serios dicen que quienes hoy lucran con estos cuentos de hadas cósmicos, de aquí a poco tendrán su trabajo cortado, y que a partir del 22 de diciembre de 2012 habrá alguna nueva historia seudocientífica apareciendo, y el circo empezará de nuevo.

Limitación

Los medios lucran con reportajes que resultan atractivos para un público ávido a causa del miedo natural. El cine aumenta su taquilla, el tema «vende», las sectas proliferan engañando a incautos, la ciencia procura desmitificar el tema y la comunidad científica se ve acosada con preguntas que no puede responder.

La ciencia puede estudiar acuciosamente los fenómenos de la naturaleza, sondear el pasado e interpretar el presente. Es posible anticipar situaciones como el calentamiento global, futuras crisis derivadas de la sobrepoblación, anticiparse a la aparición de plagas, auscultar el universo con sus cada vez más grandes telescopios, pero no se puede pedir a la ciencia que anticipe un evento que ponga fin al mundo.

A pesar de todo el avance tecnológico actual, fuimos una vez más incapaces de anticipar un devastador tsunami como el reciente ocurrido en Japón. Una hecatombe que ponga en riesgo la supervivencia del planeta y de la raza solo puede ser imaginada por un hábil cineasta. Curiosamente, la trama de «2012, la Película», termina con un remanente a salvo en «tres arcas» al más puro estilo del diluvio bíblico.

El presente año 2012 ya casi culmina. Libre es el hombre de pensar o creer lo que quiera. Lo más probable es que, por un buen tiempo, todo siga igual; pero, tal vez, el verdadero fin del presente sistema de cosas no esté tan lejano. Conviene pues buscar un refugio seguro, no un acorazado y bien provisto bunker en remotas montañas, sino en Aquel que dijo: «Los cielos y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mateo 24:35).