La resurrección de Jesucristo, o es uno de los más malvados engaños… o es el más fantástico hecho de la historia.

El ateo Bertrand Russell escribió en 1925: «Yo creo que cuando yo muera me pudriré, y nada de mi propio ego va a sobrevivir». Bueno, eso es bueno. Russell claramente cruzaba la línea de lo malhumorado, pero todos nosotros nos preguntamos, con quizás más optimismo, qué nos pasará cuando muramos.

Si la vida después de la muerte no es una opción, entonces Russell tiene razón; nuestros cuerpos se pudrirán y nada más de nosotros va a sobrevivir. Nada de conciencia, nada de felicidad, nada de esperanza. Y dejando a un lado varias décadas de existencialismo, lo que eso realmente significa es un mundo accidental sin un propósito final.

Lo que hace que Jesús sea único entre los líderes religiosos y entre los grandes líderes en general, es su relación con la muerte. Los líderes se han encontrado con todas formas de muertes prematuras antes de que el mundo estuviera listo para su ida. Pero, no obstante, la muerte los buscó y los encontró. Jesús no es único en que sus enemigos lo mataron; lo que no tiene precedentes, si los evangelios han de ser creídos, es que él predijo cómo y cuándo pasaría y se resignó a ello (en realidad lo eligió), declarando que la muerte no tenía poder sobre él.

El teólogo R.C. Sproul ha declarado: «La afirmación de resurrección es vital para el cristianismo. Si Cristo ha sido levantado de la muerte por Dios, entonces él tiene las credenciales que ningún otro líder religioso posee. Buda está muerto. Mahoma está muerto. Moisés está muerto. Confucio está muerto. Pero, de acuerdo con el cristianismo, Cristo está vivo».

Tan diferente y anormal es todo esto que una parte de nosotros nos gustaría rechazarlo como un mito. Pero, ¿ha de ser la resurrección relegada a una historia de escuela dominical o hay evidencias?

El investigador Josh McDowell dijo: «Después de más de 700 horas de estudiar este tema y minuciosamente investigar su fundamento, he llegado a la conclusión que la resurrección de Jesucristo es uno de los más malvados, mal intencionados, despiadados engaños jamás impuestos en las mentes de los hombres, o es el más fantástico hecho de la historia». Correcto, entonces ¿cuál es? Mantengamos nuestras mentes abiertas.

Cínicos y escépticos

Pero no todo el mundo está dispuesto a examinar justamente la evidencia. Bertrand Russell admite que: él «tomó de Jesús lo que ‘no concernía’ con hechos históricos». El historiador Joseph Campbell, sin citar evidencia, tranquilamente dijo a su audiencia de televisión de PBS que la resurrección de Jesús no fue un hecho real. Otros estudiosos como John Dominic Crossan del Seminario Jesús, están de acuerdo con él. Ninguno de estos escépticos presentan evidencia a sus opiniones.

Verdaderos escépticos, en oposición con los cínicos, están interesados en la evidencia. En una revista editorial escéptica llamada «¿Qué es un escéptico?», la siguiente definición es dada: «Escepticismo es la aplicación de la razón a alguna y todas las ideas;­ no se permiten vacas sagradas. En otras palabras los escépticos no inician una investigación cerrados a la posibilidad de que un fenómeno podría ser real o de que una afirmación podría ser cierta. Cuando decimos que somos «escépticos», queremos decir que debemos ver poderosa evidencia antes de creer».

A diferencia de Russell y Crossan, muchos escépticos verdaderos han investigado la evidencia de la resurrección de Jesús. En este artículo vamos a escuchar de alguno de ellos y ver cómo ellos analizaron la evidencia de lo que es quizás la más importante pregunta en la historia de la raza humana: ¿Realmente se levanto Jesús de entre los muertos?

Profecía propia

Con antelación a su muerte, Jesús les dijo a sus discípulos que él sería traicionado, arrestado, y crucificado y que él volvería a la vida tres días después. ¡Ese es un plan muy extraño! ¿Qué había detrás de él? Jesús no era un artista dispuesto a actuar por imposición humana; él prometió que su muerte y resurrección le demostraría a la gente (si sus mentes y corazones estaban abiertos) que él ciertamente era el Mesías.

El estudioso en Biblia Wilbur Smith comentó: «Cuando Jesús dice que él mismo se levantaría otra vez de la muerte, el tercer día después de que él fue crucificado, él dice algo que solo un necio se atrevería a decir, si esperaba más devoción de cualquiera de sus discípulos a menos que él estuviera seguro que iba a resucitar. Ningún fundador de cualquier religión del mundo conocida por los hombres jamás se atrevió a decir una cosa como ésta». En otras palabras, ya que Jesús les había dicho claramente a sus discípulos que se levantaría de nuevo de entre los muertos, el fracaso de mantener esa promesa lo expondría como un fraude. Pero nos estamos adelantando. ¿Cómo murió Jesús, antes que él (si lo hizo) se levantara de nuevo?

Una muerte horrible, ¿y después…?

Usted sabe cómo fueron las últimas horas de vida en la tierra de Jesús, si vio la película de Mel Gibson. Si usted se perdió partes de La Pasión de Cristo, solo revise las últimas páginas de cualquier evangelio en su Nuevo Testamento para averiguar lo que se perdió.

Como predijo Jesús, él fue traicionado por uno de sus propios discípulos, Judas Iscariote, y fue arrestado. En un juicio simulado por medio del gobernador romano, Poncio Pilatos, fue declarado culpable de traición y condenado a morir en una cruz de madera. Antes de ser clavado a la cruz, Jesús fue brutalmente golpeado con un gato romano de nueve colas, un látigo con trozos de hueso y metal que rasgarían la carne. Fue abofeteado repetidamente, pateado, y escupido.

Después, utilizando mazos, los verdugos romanos golpearon el pesado hierro forjado clavado en las muñecas y pies de Jesús. Finalmente dejaron caer la cruz en un agujero en la tierra entre otras dos cruces que cargaban a ladrones condenados.

Jesús colgó allí por aproximadamente seis horas. Luego, a las 3:00 de la tarde – esa es la hora exacta en que el cordero de la Pascua había sido sacrificado como ofrenda por los pecados (un pequeño simbolismo allí, ¿te parece?) – Jesús gritó: «Consumado es» (en arameo), y murió. De repente, el cielo se puso oscuro y un terremoto sacudió la tierra.

Pilatos quería confirmación de que Jesús estaba muerto antes de permitir que su cuerpo fuera sepultado. Entonces un guardia romano hundió una lanza a su costado. La mezcla de sangre y agua que fluyó fue una clara indicación de que Jesús estaba muerto. El cuerpo de Jesús fue entonces bajado de la cruz y sepultado en la tumba de José de Arimatea. La guardia romana siguiente selló la tumba, y la cuidó las veinticuatro horas reloj.

Mientras tanto, los discípulos de Jesús estaban en shock. El Dr. J.P. Moreland escribe de su estado mental: «Ellos ya no tenían confianza de que Jesús había sido enviado por Dios. Ellos también habían sido enseñados que Dios no dejaría a su Mesías sufrir la muerte. Entonces se dispersaron. El movimiento de Jesús estaba prácticamente detenido en sus sendas».

Toda esperanza estaba vencida. Roma y los líderes judíos habían prevalecido – o eso parecía.

Algo pasó

Pero no era el fin. El movimiento de Jesús no desapareció (es obvio), y de hecho el cristianismo es hoy la más grande religión del mundo. Por lo tanto, tenemos que saber que pasó después de que el cuerpo de Jesús fue bajado de la cruz y puesto en la tumba.

En un artículo del New York Times, Peter Steinfels cita los sorprendentes eventos que ocurrieron tres días después de la muerte de Jesús: «Poco después de que Jesús fue ejecutado, sus seguidores fueron de repente impulsados de ser un desconcertante y encogido grupo, a ser gente cuyo mensaje sobre la vida de Jesús y la venida del reino es predicado al riesgo de sus vidas, y eventualmente cambió un Imperio. Algo pasó… ¿pero qué exactamente?» Esa es la pregunta que tenemos que contestar con una investigación sobre los hechos.

Sólo hay cinco explicaciones posibles de la presunta resurrección de Jesús, como se relata en el Nuevo Testamento:

1. Jesús realmente no murió en la cruz.
2. La «resurrección» fue una conspiración.
3. Los discípulos estaban alucinando.
4. Los relatos son legendarios.
5. Realmente pasó.

Caminemos a través de estas opciones y veamos cuál se adapta mejor a los hechos.

¿Estuvo muerto Jesús?

Algunos han propuesto que Jesús vivió a pesar de la crucifixión y fue revivido por el frío aire húmedo en la tumba. Pero esa teoría no parece cuadrar con la evidencia médica. Un artículo en la revista American Medical Association explica por qué esta llamada «teoría del desvanecimiento» es insostenible: «Claramente, el peso de evidencia histórica y médica indicaba que Jesús estaba muerto. La lanza, hundida en su costado derecho, probablemente perforó no solo su pulmón derecho, sino también el pericardio y corazón y de ese modo aseguraron su muerte.» Pero el escepticismo acerca de este veredicto puede ser justificado, como este caso ha estado archivado por 2000 años. Al menos, necesitamos una segunda opinión.

Un lugar para encontrar eso es en los reportes de historiadores no cristianos de alrededor del tiempo que Jesús vivió. Tres de estos historiadores mencionaron la muerte de Jesús.

Lucio (c.120-c.180 d.C.) se refirió a Jesús como un sofista crucificado (filósofo).

Josefo (c.37-c.100 d.C.) escribió: «En este tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, porque él era un emprendedor de obras asombrosas. Cuando Pilatos lo condenó a la cruz, los principales hombres entre nosotros, lo habían acusado, aquellos que lo amaron no cesaron de hacerlo».

Tácito (c.56-c.120 d.C.) escribió: «Christus, de quien el nombre tuvo su origen, sufrió la extrema sanción… en las manos de nuestro procurador, Poncio Pilatos».

Esto es un poco como ir entre los archivos y buscando aquel de un día de primavera en el primer siglo. The Jerusalem Post publicó en primera página una historia diciendo que Jesús fue crucificado y muerto. No está mal el trabajo de detective, y es bastante concluyente.

De hecho, no hay relatos históricos de cristianos, romanos, o judíos que discuten ya sea la muerte de Jesús o su entierro. Incluso Crossan, un escéptico de la resurrección, está de acuerdo que Jesús realmente vivió y murió: «Que él fue crucificado es tan seguro como cualquier hecho histórico puede llegar a ser». A la luz de tal evidencia, parece que estamos en buena tierra para descartar la primera de nuestras cinco opciones. Jesús estaba claramente muerto, «de eso no hubo duda».

La cuestión de una tumba vacía

Ningún historiador serio realmente duda que Jesús estuviera muerto cuando fue bajado de la cruz. Sin embargo, muchos se han preguntado cómo el cuerpo desapareció de la tumba. El periodista inglés, Dr. Frank Morison inicialmente pensó que la resurrección era o un mito o un engaño, y empezó a investigar para escribir un libro refutándolo. El libro se hizo famoso pero por razones diferentes que su propósito original, como veremos.

Morison empezó por intentar resolver el caso de una tumba vacía. La tumba pertenecía a un miembro del concilio o Sanedrín, José de Arimatea. En Israel, en aquel tiempo, para estar en el concilio había que ser una estrella de rock. Todos sabían quién estaba en el concilio. José debe haber sido una persona real. De lo contrario, los líderes judíos habrían expuesto la historia como un fraude en su intento de refutar la resurrección. También, la tumba de José habría estado en un muy conocido lugar y fácilmente identificable, entonces cualquier pensamiento de que Jesús se haya «perdido en el cementerio» debería ser descartado.

Morison se preguntaba: «por qué los enemigos de Jesús habían permitido que el «mito de la tumba vacía» persistiera si no era cierto». El descubrimiento del cuerpo de Jesús habría instantáneamente matado toda la conspiración.

Y lo que es conocido históricamente de los enemigos de Jesús es que ellos acusaron a los discípulos de Jesús de robarse el cuerpo, una acusación claramente basada en una creencia compartida de que la tumba estaba vacía.

El Dr. Paul L. Maier, profesor de historia antigua en Western Michigan University, de la misma manera, declaró: «Si toda la evidencia es pesada cuidadosa y justamente, es ciertamente justificable concluir que la tumba en la que Jesús estaba enterrado estaba realmente vacía en la mañana de la primera Pascua. Y ninguna evidencia ha sido descubierta aún que refutaría esta declaración».

Los líderes judíos estaban aturdidos, y acusaron a los discípulos de robar el cuerpo de Jesús. Pero los romanos habían asignado a una unidad de guardias entrenados (de 4 a 12 soldados) a vigilar la tumba las 24 horas. Morison preguntó: «¿Cómo podrían estos profesionales haber dejado que el cuerpo de Jesús fuese objeto de vandalismo?». Habría sido imposible para cualquiera haber escapado de los guardias romanos y haber movido una piedra de dos toneladas. Sin embargo la piedra fue movida y el cuerpo de Jesús había desaparecido.

Si el cuerpo de Jesús estaba en un lugar donde se podría encontrar, sus enemigos hubieran rápidamente expuesto la resurrección como un fraude. Tom Anderson, antiguo presidente de la Asociación de Abogados de Juicio de California, resume la fuerza de sus argumentos: «Con un evento tan bien publicado, ¿no cree usted que es razonable que un historiador, un testigo ocular, un antagonista no habría registrado para todos los tiempos que él había visto el cuerpo de Jesús? El silencio de la historia es ensordecedor cuando viene al testimonio en contra de la resurrección».

Así que, sin cuerpo de evidencia, y con una conocida tumba claramente vacía, Morison aceptó la evidencia como sólida de que el cuerpo de Jesús había desaparecido de alguna manera de la tumba.

¿Robo de la tumba?

Como Morison continuó su investigación, él empezó a examinar los motivos de los seguidores de Jesús. Tal vez la supuesta resurrección fue en realidad un cuerpo robado. Pero si es así, ¿cómo se explica todos los informes de las apariciones del Jesús resucitado? El historiador Paul Johnson, en Historia de los Judíos, escribió: «Lo que importaba no eran las circunstancias de su muerte, sino el hecho de que él estaba ampliamente y obstinadamente siendo creído, por un creciente circulo de personas, de haberse levantado de nuevo». La tumba estaba ciertamente vacía. Pero no era la mera ausencia del cuerpo que habría impulsado a los seguidores de Jesús (especialmente si ellos habían sido los que lo habían robado). Algo extraordinario debía haber pasado, para que los seguidores de Jesús cesaran el duelo, cesaran de esconderse, y empezaran sin miedo a proclamar que ellos habían visto a Jesús vivo.

Cada testigo ocular cuenta informes de que Jesús de repente apareció en forma física a sus seguidores, a las mujeres primero. Morison se pregunta por qué los conspiradores habrían hecho a las mujeres centrales en su conspiración. En el primer siglo, las mujeres casi no tenían derechos. Si la conspiración habría de tener éxito, Morison razonó, los conspiradores habrían señalado a hombres, no mujeres, como los primeros en ver a Jesús vivo. Y todavía oímos que las mujeres lo tocaron, le hablaron, y fueron las primeras en encontrar la tumba vacía.

Más tarde, de acuerdo con los relatos de los testigos oculares, todos los discípulos vieron a Jesús en más de diez ocasiones diferentes. Ellos escribieron que él les mostró sus manos y pies y les dijo que lo tocaran. Y se reporta que él comió con ellos y más tarde apareció con vida a más de 500 seguidores en una ocasión.

El erudito legal John Warwick Montgomery declaró: «En el 56 d. C. el apóstol Pablo escribió que más de 500 personas habían visto al Jesús resucitado y que la mayoría de ellos seguían con vida (1ª Corintios 15:6.) Se pasa de los límites de credibilidad que los primeros cristianos podrían haber fabricado tal cuento y entonces predicado entre aquellos que podían fácilmente haberlo refutado simplemente al presentar o mostrar el cuerpo de Jesús».

Los estudiosos Geisler y Turek están de acuerdo: «Si la Resurrección no ha ocurrido, ¿por qué habría dado el apóstol Pablo tal lista de supuestos testigos? El habría inmediatamente perdido toda credibilidad de sus lectores de Corintios por mentir tan descaradamente».

Pedro lo dijo a una multitud en Cesarea porque él y los otros discípulos estaban tan convencidos de que Jesús estaba vivo: «Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. Lo mataron, colgándolo de un madero, pero Dios lo resucitó al tercer día y comimos y bebimos con él después de su resurrección (Hch. 10:39-41).

El erudito bíblico británico Michael Green observó: «Las apariciones de Jesús son tan bien autenticadas como nada en la antigüedad. No puede haber duda racional de que ellas ocurrieron».

Consecuente hasta el final

Como si los informes de los testigos no fueran suficientes para desafiar al escéptico de Morison, él estaba también desconcertado por el comportamiento de los discípulos: «Un hecho de la historia que ha dejado perplejo a historiadores, psicólogos, y escépticos por igual es que estos 11 cobardes estaban de repente dispuestos a sufrir humillación, tortura, y muerte. Todos menos uno de los discípulos de Jesús fueron asesinados como mártires. ¿Ellos habrían hecho tanto por una mentira, sabiendo que ellos habían tomado el cuerpo?».

Ser un mártir dispuesto a morir por una mentira conocida es locura. Como Paul Little escribió: «Los hombres morirán por lo que ellos creen que es verdad, aunque en realidad sea falso. Sin embargo, ellos no morirían por lo que creen que es una mentira». Los discípulos de Jesús se portaron de una manera consistente con una genuina creencia de que su líder estaba vivo.

Nadie ha explicado adecuadamente por qué los discípulos habrían estado dispuestos a morir por una mentira conocida. Aun si todos ellos conspiraron para mentir sobre la resurrección de Jesús, ¿cómo pudieron mantener la conspiración viva por décadas sin que al menos uno de ellos se vendiera por dinero o posición? Moreland escribió: «Aquellos que mienten por una ganancia personal no se quedan juntos mucho tiempo, especialmente cuando las dificultades disminuyen los beneficios».

El antiguo «hombre­ hacha» de la administración Nixon, Chuck Colson, implicado con el escándalo Watergate, remarcó la dificultad de que varias personas mantengan una mentira un periodo extenso de tiempo: «Yo sé que la resurrección es un hecho, y Watergate lo demostró para mí. ¿Cómo? Porque doce hombres testificaron haber visto a Jesús levantarse de la muerte, y después ellos proclamaron la verdad por 40 años, ni una sola vez negándolo. Cada uno fue golpeado, torturado, apedreado y puesto en prisión. Ellos no habrían resistido eso si no fuera verdad. Watergate implicaba a doce de los más poderosos hombres en el mundo y ellos no pudieron mantener una mentira por tres semanas. ¿Usted me está diciendo que doce apóstoles pudieron mantener una mentira por 40 años? Absolutamente imposible».

Algo pasó que cambió todo para estos hombres y mujeres. Morison reconoció: «Cualquiera que venga a este problema ha de enfrentarse tarde o temprano al hecho de que no puede ser explicado de lejos. Este hecho es que, una convicción profunda vino a un grupo pequeño de personas, un cambio que atestigua el hecho de que Jesús se había levantado de la tumba».

¿Estaban alucinando los discípulos?

A veces ciertas personas pueden «ver» cosas que ellos quieren, cosas que no están realmente allí. Y eso es el por qué algunos han afirmado que los discípulos estaban tan angustiados sobre la crucifixión que sus deseos de ver a Jesús vivo causó una alucinación en masa. ¿Convincente?

El psicólogo Gary Collins, antiguo presidente de la Asociación Americana de Consejeros Cristianos, fue interrogado sobre la posibilidad de que alucinaciones estuvieran detrás del cambio radical de comportamiento de los discípulos. Collins comentó: «Las alucinaciones son acontecimientos individuales. Por su propia naturaleza, solo una persona puede ver una alucinación dada en un tiempo. Ellas ciertamente no son algo que puede ser visto por un grupo de personas».

La alucinación no es siquiera una remota posibilidad, de acuerdo con el psicólogo Thomas J. Thorburn: «Es absolutamente inconcebible que quinientas personas, con un promedio sensato de mente, puedan experimentar todo tipo de impresiones visuales, auditivas y de tacto, y que todas estas experiencias puedan ser solo alucinación».

Es más, en la psicología de alucinaciones, la persona necesitaría estar en un estado de ánimo donde ellos deseen ver tanto a esa persona que su mente lo consiga. Dos líderes importantes de la iglesia primitiva, Santiago y Pablo, ambos se encontraron con un Jesús resucitado sin que ninguno lo esperara o tuviera esperanza de experimentar ese placer. El apóstol Pablo, de hecho condujo las primeras persecuciones de cristianos, y su conversión permanece inexplicable, excepto por su propio testimonio de que Jesús se le apareció, resucitado.

De mentira a leyenda

Unos escépticos no convencidos atribuyen la historia de la resurrección a una leyenda que comenzó con una o más personas mintiendo o pensando que ellos vieron a Jesús resucitado. Con el tiempo, la leyenda habría crecido y habría sido adornada al ser difundida. En esta teoría, la resurrección de Jesús es comparable con la mesa redonda del Rey Arturo, o a la pequeña incapacidad de George Washington de decir una mentira.

Pero hay tres problemas principales con esta teoría:

1. Una leyenda rara vez se desarrolla mientras haya testigos oculares vivos para refutarla. Sherwin-White, un historiador de las antiguas Roma y Grecia, argumenta que la noticia de la resurrección se esparció muy pronto, y muy rápido para que pueda haber sido una leyenda.

2. Las leyendas se desarrollan por tradición oral y no vienen con documentos históricos contemporáneos que pueden ser verificados. Sin embargo los evangelios fueron escritos a tres décadas de la resurrección.

3. La teoría de la leyenda no explica adecuadamente ni el hecho de la tumba vacía o de la históricamente comprobada convicción de los apóstoles de que Jesús estaba vivo.

Por qué gana el cristianismo

Morison estaba desconcertado por el hecho de que: «un diminuto movimiento, insignificante, era capaz de prevalecer sobre la apretada astucia del establecimiento judío, así como el poder de Roma». ¿Por qué ganó por sobre todas esas probabilidades en contra?

Él escribió: «En veinte años, la afirmación de estos campesinos galileos había trastornado la iglesia judía. En menos de cincuenta años había empezado a amenazar la paz del Imperio Romano. Cuando hemos dicho todo lo que puede ser dicho, seguimos enfrentándonos con el mayor misterio de todos. ¿Por qué ganó?».

Con toda razón, el cristianismo debió haber muerto en la cruz cuando los discípulos huyeron por sus vidas. Pero los apóstoles continuaron y establecieron un creciente movimiento.

J.N.D. Anderson escribió: «Piense en lo psicológicamente absurdo de imaginarse a una pequeña banda de cobardes derrotados en una habitación superior un día, y unos pocos días después, transformados en una compañía que ninguna persecución podría callar, y luego intentando atribuirle este cambio dramático a nada más convincente que una fabricación miserable. Eso simplemente no tendría sentido».

Muchos eruditos creen (en palabras de un antiguo comentarista) que: «la sangre de los mártires fue la semilla de la iglesia». El historiador Will Durant observó: «César y Cristo se habían encontrado en la arena y Cristo había ganado».

Una sorprendente conclusión

Con mito, alucinación, y un defecto de autopsia descartados, con evidencia irrefutable para una tumba vacía, con muchos testigos oculares de su reaparición, y con la inexplicable transformación e impacto sobre el mundo de aquellos que clamaron haberlo visto, Morison se convenció de que su juicio preconcebido de la resurrección de Cristo había estado errado, y empezó a escribir un libro diferente, titulado ¿Quién movió la Piedra?, para detallar sus nuevas conclusiones. Él simplemente siguió el rastro de evidencia, pista por pista, hasta que la verdad del caso le pareció clara. Su sorpresa fue que la evidencia lo llevó a creer en la resurrección.

En su primer capítulo, «El Libro que se Negó a Ser Escrito», este antiguo escéptico explica cómo la evidencia lo convenció de que la resurrección de Jesús fue un acontecimiento histórico real: «Fue como si un hombre se dispusiera a cruzar un bosque por un familiar y bien retirado camino y saliera de repente por donde él no esperaba salir».

Morison no está sólo. Otros incontables escépticos han examinado la evidencia de la resurrección de Jesús, y lo han aceptado como el más sorprendente hecho en toda la historia de la humanidad. Pero la resurrección de Jesucristo plantea la pregunta: ¿Qué tiene que ver con mi vida el hecho de que Jesús derrotó a la muerte? La respuesta a esa pregunta es acerca de lo que se trata el cristianismo del Nuevo Testamento.

Referencias

1. Paul Edwards, Great Minds: Bertrand Russell.
2 R. C. Sproul, Reason to Believe.
3 Josh McDowell, The New Evidence That Demands a Verdict.
4 Bertrand Russell, Why I Am Not a Christian.
5 Joseph Campbell, una entrevista con Bill Moyers.
6 Michael J. Wilkins and J. P. Moreland, Jesus Under Fire 7 «What Is a Skeptic?», Editorial Skeptic.
8 Will Durant, Caesar and Christ, vol. 3 of The Story of Civilization.
10 Peter Steinfels, Jesus Died And Then What Happened?
11 Gary Habermas, The Case for the Resurrection of Jesus.

Tomado de http://jesusonlineministries.org/